Editorial ABC

El dinero retrata al «Podemos black»

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Podemos se ha convertido en una caricatura de sí mismo y el cinismo de algunos de sus máximos dirigentes resulta ya sonrojante. En su día, Monedero estafó al Fisco la cuota correspondiente a ingresos de hasta 470.000 euros del régimen chavista. Tania Sánchez, entonces en IU, participó al parecer en la adjudicación de contratos públicos a su hermano siendo concejal. Íñigo Errejón cobró una «beca black» de casi 2.000 euros mensuales de la Universidad de Málaga por trabajos inexistentes, y Echenique no pagaba las cuotas a la Seguridad Social de su asistente personal.

Ahora, Ramón Espinar, el adalid más agresivo de Podemos por la ejemplaridad pública, ha sido sorprendido en un pelotazo inmobiliario por adquirir, cuando tenía 23 años y era insolvente, una vivienda de protección oficial que vendió unos meses después, obteniendo plusvalías de entre 19.000 y 30.000 euros.

Podemos, el partido que reparte credenciales de moralidad y que divide a la sociedad entre populistas y corruptos, ha resultado ser la réplica radical de la «casta» más enfangada. No se trata de si la operación, financiada entre otros familiares por su padre, acusado por el uso indebido de las «tarjetas black» de Cajamadrid, fue legal o ética. Se trata de la absoluta contradicción entre las palabras y los hechos. Es legítimo que a Espinar y a Podemos les guste el dinero. Lo que no resulta de recibo es imputar a los demás conductas caciquiles, inmorales, corruptas o desvergonzadas cuando él oculta sus prácticas y perjudica a los desahuciados que dice defender.

Es irrelevante si se trata o no de una filtración interesada para apartarle de la carrera por el control de Podemos en Madrid. Podemos también tiene su propia oligarquía de podredumbre especulativa a izquierda y derecha de Pablo Iglesias.

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