TRIBUNA ABIERTA

En defensa de la función empresarial

«Los socialistas no solo habitan #los partidos del mismo nombre, también anidan en mayor #o menor grado en los demás»

Jesús Banegas

A lo largo de la historia del pensamiento económico dos tradiciones epistemológicas se han venido disputando la interpretación de la lógica del funcionamiento de la economía: una de ellas tiende a pensar que la ciencia económica es algo que, como la física y las matemáticas, tiene vida propia e independiente de los agentes que con sus decisiones y acciones hacen diariamente economía, mientras que la otra sostiene que economía no es otra cosa que lo que hacen los agentes económicos y la teoría una mera explicación ex post del comportamiento lógico de estos.

Otra característica que distingue a las citadas epistemologías tiene que ver con la creación y distribución de la riqueza: mientras que la primera considera que la riqueza se produce sola y en todo caso asociada al capital -traducido en inversión productiva- y al trabajo -físico, se entiende- y, por tanto, que la ciencia económica debe interesarse por la distribución de la riqueza, la segunda otorga toda su atención a la creación de riqueza y, en consecuencia, a la figura del empresario y la innovación como ejes vertebradores del progreso económico y social habido en el mundo a lo largo de toda la historia.

La riqueza la crea el empresario descubriendo oportunidades de negocio, tomando decisiones de inversión -en tecnología en la mayoría de los casos- y coordinando sus acciones con los demás agentes del mercado. La innovación -no necesariamente tecnológica- asociada a las decisiones empresariales es una condición cuasi necesaria para tener éxito en el mercado, pues repetir lo que hacen los demás difícilmente alcanza para sobrevivir. Las reglas de juego -es decir, las instituciones-, fundamentalmente las derivadas de las acciones de los gobiernos que facilitan o perjudican las actividades empresariales, son la condición necesaria que hace posible la creación de riqueza.

En economía ni los fines ni los medios están dados; son continuamente ideados y concebidos ex novo. La riqueza -«la tarta» o el PIB en términos modernos- de las naciones, no es sino la suma de todo lo descubierto por quienes constituyen el mercado. Tanto «la tarta» como sus ingredientes deben ser siempre descubiertos, imaginados, creados; en ningún supuesto están dados.

Viene a cuento lo dicho para mejor entender la perspicaz y moderna definición de socialismo con que el prestigioso -en universidades internacionales- economista Jesús Huerta Soto nos iluminó recientemente: «El socialismo se debe definir como todo sistema de agresión institucional y sistemática contra el libre ejercicio de la función empresarial». Como ya revelara Hayek, los socialistas no solo habitan los partidos del mismo nombre, también anidan en mayor o menor grado en los demás. La abusiva proliferación normativa, la fragmentación del mercado nacional, una fiscalidad agresiva contra el ahorro y el trabajo y mas condescendiente con el consumo, una legislación laboral sistémica generadora de desempleo lastran y limitan la innovación y la función empresarial restringiendo posibilidades de creación de riqueza y empleo.

Tras un Gobierno del PP poco amigo de los empresarios, el nuevo Gobierno del PSOE no cesa de anunciar medidas, todas en contra de la función empresarial:

-Amenazando a la banca con un impuesto que habrán de pagar todos sus clientes y muy particularmente los pequeños empresarios y rentas mas bajas.

-Sembrando, con el ultimátum al diésel, una gratuita y peligrosa incertidumbre en el sector del automóvil, sin reparar que es una industria crucial -segunda de la UE- para el presente y futuro de España.

-Distorsionando demagógicamente la realidad económica para inventarse una tributación «mínima» a las grandes empresas españolas que, además de ser ajena a las buenas prácticas internacionales, cuestionaría el mantenimiento de la sede de las multinacionales españolas en España.

-Pretendiendo recuperar el protagonismo de la negociación colectiva que tanto perjudica a las nuevas empresas y la regeneración de los tejidos productivos.

-Aumentando el gasto público, el déficit y la deuda pública hasta situarnos en una de las peores posiciones de la UE y de nuevo al borde del descrédito financiero.

Si ya por razones de orden democrático y moral debieran convocarse elecciones cuanto antes, se suma a ello la necesidad de evitar que el notable y sostenido crecimiento económico y del empleo que estamos disfrutando no resulte frustrado por las citadas «agresiones» a la función empresarial.

Jesús Banegas es Presidente# del Foro de la Sociedad Civil

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