Sevilla en cinco obras del Bellas Artes

La visita es obligada para cuantos quieran conocer tanto la pintura barroca sevillana, especialmente de Zurbarán, Murillo y Valdés Leal, como la pintura andaluza del siglo XIX

Obras pictóricas clave que representan a la ciudad ABC

P. B.

El Bellas Artes… de Sevilla. Adentrarse en los muros de este espacio museístico es también hacerlo en la mirada de muchos artistas que en su día pusieron a la antigua Híspalis en sus pupilas. En las galerías, el curioso observará como Sevilla cobra vida en los lienzos a golpe de brochazo en obras de Gonzalo Bilbao, Bacarisas, Sánchez Perrier o Murillo .

El Museo de Bellas Artes de Sevilla es considerada la segunda pinacoteca más importante de España, solo por detrás del Museo del Prado. La visita es obligada para cuantos quieran conocer tanto la pintura barroca sevillana, especialmente de Zurbarán, Murillo y Valdés Lea l, como la pintura andaluza del siglo XIX.

El origen de la colección comenzó con obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados por el gobierno liberal de Mendizábal, razón por la cual el grueso de obras estaba formado por pintura religiosa, mayormente barroca. Destaca la colección de pintura sevillana del siglo XVII , de la que se pueden contemplar obras de los más representativos pintores españoles como Murillo, Velázquez, Zurbarán, Juan de Valdés Leal o Lucas Valdés.

La primera de las obras a destacar es «Las Cigarreras» de Gonzalo Bilbao. Con el trasfondo de Las hilanderas de Velázquez, esta composición se desarrolla en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, donde en un ambiente laboral relajado una de las cigarreras, situada en primer plano, realiza un receso en su trabajo para amamantar a su hijo.

«Las Cigarreras» Gonzalo Bilbao

Esta escena maternal provoca la atención emocional de las compañeras más próximas, lo que crea un ambiente vitalista y cordial, mientras que las restantes continúan con su trabajo rutinario de la manufacturas de cigarros. Realizada en la plenitud de su carrera, el artista otorga gran protagonismo al gran escenario arquitectónico, de amplias perspectivas.

Se trata del lienzo más conocido y celebrado de Gonzalo Bilbao hasta el punto de que el no obtener la medalla de honor en la Exposición Nacional de 1915 motivó que el pueblo de Sevilla le organizara un multitudinario homenaje popular en desagravio, al que acudieron muchas de las cigarreras que le sirvieron de modelo.

La siguiente parada es delante del lienzo de Gustavo Bacarisas «Sevilla en fiestas». Bacarisas es una de las figuras más destacadas dentro del panorama de la pintura sevillana de la primera mitad del siglo XX. Sería exagerado considerarlo como un pintor vanguardista aunque sí supo superar los convencionalismos de la pintura decimonónica, creando un estilo muy personal de claras influencias modernistas e impresionistas, pero sobre todo del arte fauve.

Tenía predilección por los cuadros de ambiente nocturno a los que supo dotar de una atmósfera bajo la que fluye una gran emoción lírica que le sirvió para experimentar con los contrastes acusados de luz y color. Bacarisas presenta en esta obra probablemente la mejor versión moderna, la más universal, de la feria sevillana y en definitiva un canto a la belleza y la gracia de la mujer andaluza.

«Sevilla en fiestas» Gustavo Bacarisas

Capta la atención el foco colorista del centro que destaca la majestuosidad de las tres mujeres ataviadas con vaporosos trajes flamencos, mantillas y abanicos. En cambio, difumina los laterales, en los que de manera abocetada y en penumbra, pueden distinguirse una serie de personajes populares.

Una de las obras que más llaman la atención de los visitantes al Bellas Artes es, quizás por su gran tamaño o por su cuidado tratamiento de la luz y los espacios, «La muerte del maestro», de José Villegas. Este lienzo supone la culminación de una serie de pinturas dedicadas al tema taurino . Introduce una singularidad dentro del género, su concepción como un gran cuadro de historia.

La escena se inspira en la cogida que sufrió el torero Bocanegra en la plaza de toros de Sevilla en 1880. Frente a la retórica que caracterizó al género histórico, Villegas presenta una escena de gran dramatismo en la que los miembros de la cuadrilla, expresivos, muestran un repertorio de actitudes conmovidas y sinceras en torno a la figura del maestro muerto.

«La muerte del maestro» José Villegas

En cuanto a su técnica y estilo, tras un largo proceso de elaboración que culminó con la presentación de la obra en 1910, las novedades se manifiestan en los logros espaciales y lumínicos, así como en las excelentes calidades y en los matices del color.

El costumbrismo sevillano encuentra en José García Ramos a uno de sus máximos exponentes. Buena prueba de ello es su obra «Baile por bulerías». El pintor sevillano dedicó casi toda su carrera a dibujar, con una enorme expresividad y técnica minuciosa, escenas de la vida cotidiana en Sevilla, desde fiestas flamencas a asuntos taurinos, que se vendían con gran facilidad dentro y fuera de las fronteras. Esta obra pertenece a esa industria de cuadros de pequeño formato que tanta difusión alcanzó entre la sociedad de finales del siglo XIX.

El tema es de esencia típicamente andaluza y popular, cargado de un gran bagaje de costumbrismo andaluz, cante y baile en un ambiente de vino y toros. Es un lienzo de composición comprometida, muy apretada en la zona central derecha, donde confluyen cante, baile y una flamenca de abanico que solicita del espectador un inquietante diálogo. García Ramos capta de la realidad circundante los aspectos más cotidianos, hecho que dota a su obra de un acentuado carácter anecdótico. Este cuadro fue premiado con Medalla de Oro en la Exposición de Sevilla de 1884 .

«Baile por bulerías» José García Ramos

Y de Sevilla, a Triana. Sánchez Perrier es de singular importancia para la historia del paisajismo y no sólo en Sevilla, como lo demuestran sus obras en colecciones extranjeras y los galardones que alcanzó.

El tema de esta obra que toma el nombre del barrio de Triana, de acentuado carácter lírico del perfil de la ciudad de Sevilla que se refleja en las aguas del río Guadalquivir, fue tratado frecuentemente por el artista. El encuadre elegido es el del conjunto de fachadas y postigos traseros del barrio de Triana . La personalidad del pintor se manifiesta en esta visión realista del paisaje, de minuciosa y atenta mirada del natural con marcado carácter intimista en la que los motivos populares y pintorescos se enmarcan dentro de una atmósfera de tiempo y espacio detenidos.

«Triana» Emilio Sánchez Perrier
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