El dibujante Juan Varela durante un paseo otoñal por El Retiro
El dibujante Juan Varela durante un paseo otoñal por El Retiro - BELÉN DÍAZ

Juan Varela: «Los ilustradores han hecho mucho por la naturaleza»

Con su mirada experta y la ayuda de prismáticos capta los detalles de la naturaleza que plasma en sus dibujos

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Biólogo de formación, Juan Varela (Madrid, 1950) se decidió por la ilustración como una forma de dar a conocer la naturaleza. Porque sólo aquello que se conoce bien se cuida. Su carrera como artista natural comenzó en 1976, como colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente en la enciclopedia «Fauna Ibérica». Y con aquellos espléndidos cuadernos de campo que aparecían en la serie. Desde entonces ha publicado 18 libros como autor, entre ellos dos guías de campo de aves y mamíferos y varias colecciones de libros de naturaleza.

«Sus excelentes representaciones realistas de animales y plantas se han plasmado en un amplio abanico de soportes, desde enciclopedias de referencia hasta documentales y materiales educativos y de sensibilización medioambiental». Esa excelente labor le ha hecho merecedor del premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad «por su dilatada y continua labor de divulgación a favor de la conservación de la naturaleza a través de un trabajo de ilustración altamente creativo, tanto en España como en muchos otros países».

Para Juan este premio ha supuesto «un reconocimiento a mi trabajo. Pero también un reconocimiento a la labor de los ilustradores en favor de la conservación de la naturaleza. Desde las primeras expediciones científicas españolas a América, como la de Francisco Hernández mandada por Felipe II, dibujaban y mostraban gráficamente, ya antes de la invención de la fotografía, lo que los científicos descubrían. Unas largas parrafadas se podían traducir en un dibujo sencillo y explicativo», explica en El Retiro en una soleada mañana de octubre.

Mejor que mil palabras

Y es que una imagen vale más que mil palabras. Y gracias a las detalladas ilustraciones de Juan y de otros colegas suyos se ha llevado a cabo un importante trabajo divulgativo, que permite «a la gente no experta reconocer de manera fácil animales y plantas y contribuir a su conservación». Y pone como ejemplo las guías ilustradas y pequeños folletos que manejan los voluntarios de la Sociedad Española de Ornitología, de la que fue director desde 1986 hasta 1990. «En ellos aprenden a identificar y reconocer las aves. Y sin necesidad de ser científicos aportan mucha información útil para la conservación. El aspecto gráfico de la ciencia probablemente no ha sido tan valorado como debiera».

Su afición por la naturaleza empezó desde niño. Y sus paseos por este parque también, de la mano de su madre, «recuerdo haber venido con ella por aquí a pasear. Le encantaba este lugar porque había nacido cerca del Paseo del Prado. Y eso me inspiró mucho cariño por este parque». De aquella época recuerda también la Casa de Fieras, un zoo situado junto a la puerta de Sáinz de Baranda. Y los animales que allí se podían ver, que a los ojos de los niños eran fascinantes...

La gente del pueblo decía que había lobos en El Espinar

Aunque las memorias que guarda del Retiro son entrañables, su primer recuerdo de la naturaleza no está ligado a este lugar, sino a la Casa de Campo, donde le llevaban sus padres: «Les gustaba ir allí, porque podíamos correr. Y los primeros veranos de mi vida nos llevaban a la sierra de Madrid. Después a la playa, cuando Benidorm era un pueblito». También viene a su memoria «El Espinar, que entonces era un sitio muy salvaje. Mi madre nos llevó una vez a pasear por el monte y a la vuelta la gente del pueblo se asombraba de que hubiera salido sola con nosotros, porque decían que había lobos».

Paseos por la sierra

De adolescente se aficionó a las caminatas con amigos para patearse la sierra de Madrid, hasta donde accedían en tren. Así surgió el gusanillo de la biología: «Yo tenía un aprecio por la naturaleza y de alguna manera tenía la intuición de que eso me gustaba. Al entrar en la Facultad me decidí por las Ciencias. Aunque me gustaba el dibujo desde niño, no me planteé Bellas artes porque había hecho el bachillerato de Ciencias. Y pensé que lo mejor era la biología. Pero me encantaba dibujar y empecé a publicar en las primeras revistas de cómics algunas historietas en los años 70. A partir de ese momento cogí el hábito de dibujar continuamente y pintar todo lo que caía en mis manos, aprendí a utilizar el color en todas sus variedades, a dibujar del natural...» Luego vinieron los viajes más largos, «al extranjero, con el dos caballos fuimos a Suecia. De todo eso iba generando información. Y el trabajo de dibujar se hizo paralelo a la biología y se unieron en el camino».

De su etapa de biólogo recuerda un importante logro: «Empecé a trabajar en investigación, en ornitología, en las Chafarinas, con un proyecto para el estudio de la gaviota de Audouin, y conseguimos apoyo internacional que condujo a la declaración de espacio protegido. Fue el tiempo que me duró la investigación. Luego no hubo forma de entrar en la Universidad. Dejé la investigación y no me arrepiento. Hubiera sido interesante porque es un trabajo creativo, pero la investigación en España ha sido muy maltratada», señala.

Viene muchas veces hasta el Retiro, si hace buen tiempo caminando desde su estudio, cerca de Manuel Becerra, provisto de prismáticos y un cuaderno de campo «para hacer unos dibujos, mover la mano y practicar, pasar un rato agradable sin tener que coger el coche y salir fuera. El Retiro es ideal para eso, igual que otros parques de Madrid». Y es que asegura que «el arte también es un oficio, y tienes que aprender las técnicas, conocer los materiales y practicarlos. Y a partir de ahí puedes empezar a ser creativo». Es lo que enseña a sus alumnos en los cursos que imparte de vez en cuando. También se los trae aquí, al Retiro, de fin de curso. «Intento enseñarles a ver como un pintor: proporciones, perspectivas...».

El cambio climático o la explotación del suelo va reduciendo bosques

«Conozco muchos sitios, y me he movido mucho por el mundo, pero te das cuenta de que hay lugares cercanos agradables y tranquilos, que también tienen mucha vida, no solo por los seres humanos que los habitan, sino por la fauna». Y aquí, en El Retiro, «la fauna ornitológica es muy interesante». Por eso recomienda observar: «Vienen especies migratorias de paso hacia el sur. Y hay muchas aves residentes: herrerillos, carboneros, mirlos, mosquiteros... Podría hacer una lista muy larga. Recomiendo a la gente que venga a sentarse un ratito en cualquier banco, con unos prismáticos y empezar a mirar. En otoño hay mayor variedad. En primavera están más activas, porque están criando. Y podrán ver pasar algún verdecillo con una ramita en el pico o cebo para llevar a los pollos».

Ese saber mirar con detalle la naturaleza, que plasma con tanto realismo en sus dibujos, le lleva a conocerla profundamente. Le quita el sueño que con los problemas económicos dejemos de lado asuntos básicos que afectan al planeta, como «el cambio climático o la explotación cada vez mayor del suelo, que va reduciendo bosques. Porque si algo falla en la naturaleza, nos acabará afectando a todos».

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