Del romanticismo al thriller, el Ford Mustang en la gran pantalla

Santiago de Garnica Cortezo

26/06/2021
Actualizado a las 00:34h.

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A finales del siglo XIX cuando la manivela que arranca el motor del automóvil empieza a girar, otra, la de la máquina del cinematógrafo, inicia al tiempo su giro. Ambos inventos irán de la mano a lo largo de esos más de cien años que les contemplan. Y son muchos los casos en que el automóvil está presente en el cine no como mero atrezo sino como verdadera vedette. Y este es el caso del Ford Mustang en las dos películas de nuestra historia: 'Un hombre y una mujer', y 'Bullit'.

Estamos en 1966, Claude Lelouch escoge el nuevo modelo de Ford para transporta los corazones doloridos de los héroes de 'Un homme et une femme', elevando al rango de protagonista al Mustang. Palma de Oro 1966 en Cannes, y doble Oscar en 1967, a la mejor película de habla no inglesa y al mejor guion escrito directamente para la pantalla, estamos ante una de las películas francesas de mayor impacto a nivel mundial. Y para Claude Lelouch, su productor y realizador, el film que ha lanzado su carrera.

¿Los ingredientes de tal triunfo? Una espléndida historia de amor (el encuentro de dos viudaos que educan en solitario a sus hijos), una realización atrevida (todas las escenas exteriores son en color y todas las interiores en blanco y negro) dos grandes actores (Jean-Louis Trintignant et Anouk Aimée), y al lado de este magnífico dúo, un tercer personaje que rasga la pantalla: un Ford Mustang, mientras el sonido de su motor se confunde con la inolvidable melodía de Francis Lai.

Tras su lanzamiento en abril de 1964, el modelo de Ford se ha convertido en un fenómeno mundial, alcanzando en 1966 1,3 millones de unidades vendidas. En su país de origen, Estados unidos, en su versión básica es un automóvil accesible que se puede adquirir por el mismo precio que un VW Escarabajo. En cambio, en Europa con su potente motor V8, o incluso el seis cilindros, lo convierte en un objeto de lujo, aún más inalcanzable en nuestra España. Estrella de ventas y estrella de cine. En septiembre de 1964 en 'El gendarme de Saint Tropez', Louis de Funes intenta como puede controlar el coche, una versión convertible en color rojo. Y poco después es Tania Mallet, la chica James Bond de Goldfinger, quien se pone a su volante.

Apasionado de los automóviles, Claude Lelouch cae bajo los encantos del Mustang. Y decide convertirlo en un coprotagonista de su séptimo largometraje. La escena del encuentro entre Trintignant y Aimée en la playa de Dauville, se inspira en la propia vida de Lelouch que, tras su fracaso en el film precedente 'Les Grands Moments', había huido de París para refugiarse en la estación balnearia normanda. Y quien se pone al volante del Mustang no es solo un actor que interpreta a un piloto (Jean-Louis Duroc), cuya mujer se ha suicidado, tras no poder afrontar como su marido ha estado a punto de morir en un accidente en las 24 Horas de Le Mans. Jean Louis Trintignant lleva las carreras en la sangre: es sobrino de Maurice Trintignant, piloto francés de Fórmula 1.

Ford suministra los coches que se utilizarán durante el rodaje. El Mustang equipado de un motor V8 de 4,7 litros y 225 CV, con un cambio manual de cuatro relaciones, en carrocería coupé color blanco y su famoso número 184 en las puertas, le sirve durante el Rallye de Monte-Carlo y en el viaje posterior, durante la noche, hacia Dauville al encuentro con Anne Gauthier, interpretada por Anouk Aimée. El constructor del óvalo suministra también otro de sus modelos en este caso un espectacular GT 40, para unas escenas de pruebas en Monthlery donde rueda junto al Mustang en una inolvidable imagen en el famoso anillo del circuito parisino.

Y del romanticismo al 'movie road', el Mustang se convierte una vez más en un icono cinematográfico gracias a 'Bullit' (1968), en este caso con una carrocería fastback. A su volante nada menos que el actor y piloto (¿o el piloto y actor?) Steve McQueen, que interpreta a al inspector de policía Franck Bullit. 'Bullit' es un el thriller realizado por el británico Peter Yates con guion de Alan R.Trustman y Harry Kleiner. Por cierto, que Yates era otro apasionado por el automovilismo: antes de dedicarse al séptimo arte, había sido manager de famosos pilotos como Peter Collins o Stirling Moss.

Y como todas las películas de McQueen, no estaría exenta de polémica. De entrada, no se llegó a un acuerdo financiero con Ford y como ya era demasiado tarde para cambiar de coche, Steve McQueen decidió quitar los logos del fabricante y la emblemática figura del caballo, en la calandra. Se utilizaron dos Mustang, e igualmente se utilizaron dos Dodge Charger, el coche de los gánsteres que termina ardiendo en una gasolinera. Por cierto, el conductor del Charger era el especialista Bill Hickman.

La escena de la famosa persecución se rodará durante tres semanas. Aunque las escenas más difíciles las realiza el especialista y amigo de Steve, Bud Ekins (es el mismo que saltó por encima de la alambrada con la Triumph en La Gran Evasión), McQueen cogerá el volante en todas las ocasiones que le es posible, y le deja la seguradora de la película. La clave de la persecución es la velocidad y ahí es donde Bullit marca un antes y un después. La costumbre era rodar a velocidad baja, para reducir riesgos, y luego acelerar las escenas a la hora del montaje. Sin embargo, la idea del equipo era hacerlo a una velocidad real, entre 120 y 130 km/h de ahí que las escenas logradas tengan un realismo insuperable.

Tanto los Mustang como los Charger se doblaban en los saltos y hubo que reforzarlos, labor ni fácil ni barata, Se modificaron a nivel de carrocería y de suspensiones, y se equiparon de soportes para las cámaras: algunas de ellas pasarían a mejor vida durante el rodaje.

Uno de los Mustang, el utilizado para las escenas de mayor acción, terminó en un estado lamentable. Se perdió su pista y, en 2017, sería descubierto en un desguace en México. El otro, mucho menos deteriorado, ha tenido una trayectoria más conocida y se ha mantenido en un 98% en su estado original. Tras el rodaje, en 1970 se lo ceden a un empleado del Warner Bros que lo revendió a un policía de New Jersey. En 1974, Robert Kiernan se lo compra para utilizar, junto con su esposa, en el día a día de la familia. En 1977 McQueen se entera de que los Kiernan tienen el coche y les ofrece un cambio: el Mustang por otro en perfecto estado. Quiere incorporar el 390 GT a la colección de 138 motos y 35 coches que posee. Pero sus dueños no aceptan y el actor muere el 7 de noviembre de 1980, de un cáncer, sin lograr su propósito.

En 1981 el embrague del Mustang, el contador marca 65.000 millas, se rompe y el coche, como tantos otros en su situación, queda parado en el garaje de la familia. Kiernan piensa en restaurarlo, pero el tiempo pasa…Robert muere en 2014 y su hijo Sean saca el coche de su largo sueño y lo pone otra vez en marcha, pero, afortunadamente, no emprende ninguna de esas reconstrucciones que borran las huellas de la vida de un coche cargado de historia. Así conserva la pintura de origen (Dark Highland Green), y las heridas de la película. Podría valer varios millones de dólares en una subasta, pero Sean Kiernan no piensa caer en la tentación del dinero. Eso sí, contactará con Ford y cuando la firma del óvalo lanza el Mustang 2018 en su serie especial Bullit, organiza un encuentro especial: Molly, la nieta de Steve McQueen, se sienta al volante del 390 GT que su abuelo condujo en la más legendaria de las persecuciones cinematográficas.

Dos películas muy diferentes: el Mustang puede presumir de un amplio registro a la hora de 'actuar'. En cualquier caso, se habla de varios cientos de films en que ha estado presente, pero nadie duda que en 'Un hombre y una mujer' y en 'Bullit', brilló como una de las grandes estrellas.

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