La leyenda de los hermanos Marreau y sus Renault en el Dakar

Aquel Dakar de Sabine respondía a su espíritu y poco tenía que ver con el Dakar de hoy día, con los equipos de fábrica, los poderosos patrocinadores, los grupos electrógenos, los viajes de prensa… Entonces era un reto de pilotos aficionados, a veces con poca o nula experiencia, con presupuestos económicos que harían sonreír al más modesto de los participantes de hoy día pero, por encima de todo, una insaciable sed de aventura

4x4L en 1980

Santiago de Gárnica Cortezo

El paso de Thierry Sabine por el mundo de la competición sería meteórico. Su contacto con África arrancaría gracias a Jean Claude Bertrand que sería uno de los pioneros de las pruebas tipo rally-raid en aquel continente. En aquella época, hablamos de la década de los setenta, el automovilismo, las competiciones de motor, poco tenían que ver con el concepto actual. Cuando Sabine pone sobre el tapete de la competición el primer Dakar (Paris-Argel-Dakar) en el año 1979, se trata de una verdadera lucha por la supervivencia para los participantes , una supervivencia no solo como competidores sino como seres humanos. Su creador había planteado una aventura en la que por encima de ser el primero estaba el hecho de resistir, de llegar. Aquel Dakar de Sabine respondía a su espíritu y poco tenía que ver con el Dakar de hoy día, con los equipos de fábrica, los poderosos patrocinadores, los grupos electrógenos, los viajes de prensa… Entonces era un reto de pilotos aficionados, a veces con poca o nula experiencia, con presupuestos económicos que harían sonreír al más modesto de los participantes de hoy día pero, por encima de todo, una insaciable sed de aventura.

Entre ellos nos podemos encontrar a los hermanos Marreau, Claude y Bernard, ganadores de la edición de 1982 con un Renault 20 4×4 . Originarios de Nanterre, eran hijos de Robert Marreau, dueño de un taller mecánico. Desde muy jóvenes habían sentido la llamada de la aventura. Así a finales del verano de 1967, con un muy limitado presupuesto (en realidad, todos sus ahorros) se lanzaron a dar la vuelta al mundo en un Renault 4 L. Después de varios meses, el dinero se acabó y hubo que regresar a casa. Pero con una cámara de 16 mm habían realizado un documental que presentaron en el Festival de Cannes de 1969, bajo el título de «L'autre côté du temps» que es premiada como la mejor película amateur de aquella edición.

Entre finales de los 60 y principios de los 70 realizan afrontan el reto de cruzar África, entre Ciudad del Cabo y Argel batiendo la marca del coronel Debrus. Y lo logran con un Renault 12 Gordini en 1971 cubriendo los 15.432 km en 8 días, 22 horas y 18 minutos (a 71,96 km / h de media). Además, realizan numerosas misiones humanitarias al Sahel y en 1976, Claude y Bernard participan con un R14 en el 5x5 Abidjan – Nice.

La llamada de Thierry Sabine

Cuando Thierry Sabine presenta su proyecto París-Dakar en 1978, los hermanos Marreau son los primeros en apuntarse. Los derechos de inscripción eran 8000 euros y negocian con Sabine con el cuchillo entre los dientes, logrando una rebaja del 40%. Esto supone que les quedan mil francos de presupuesto para correr….

Claude y Bernard afrontan así su primer Dakar, en 1979, con un Renault 4L. Aún se estaba lejos de los monstruosos prototipos de fábrica: sería Peugeot con los 205 Turbo 16 derivados de los Grupo B quien iniciaría esa época. Pero este 4L era un poco especial pues lo habían preparado con mucho cuidado, un trabajo en el que emplearon 700 horas . Así estaba provisto de un motor de Renault 5 Alpine de Grupo 2 que daba 137 CV de potencia trasmitidos al suelo a través de una tracción 4x4 del especialista Sinpar.

Al tener una distancia libre al suelo inferior a los todoterrenos de sus rivales, los Marreau han de salir de los caminos arenosos para rodar por las zonas de arbustos. Pronto el resto de competidores apoda a los dos hermanos franceses como los «Zorros del desierto». A su llegada, el 4L ocupa el quinto lugar. Y un año después, con el mismo coche, eran nada menos que terceros en la general.

El triunfo

4x4 Turbo

El buen papel de Claude y Bertrand no pasó desapercibido a Renault, que decidió prestarles su apoyo. Así en el mes de febrero de 1980 llega al taller de Nanterre una carrocería desnuda de un Renault 20. Ellos se ocupan de cortar, soldar, reforzar y modificar el coche. El suelo de la parte posterior proviene de una furgoneta Renault Traffic, con su eje rígido. El R20 recibe también una tracción 4x4 de Sinpar y una caja de cambios adaptada a la misma. Y bajo el capó delantero instalan el motor de un R18 Turbo de 1.565 cc y 133 CV de potencia . El tubo de escape sale a través de la chapa de este capó y sube a lo largo del montante del parabrisas, al estilo de un esnórquel.

Con este coche participan en la edición de 1981, pero no terminan a causa de un accidente. Un años después vuelven a intentarlo. En esta ocasión van apoyados por un segundo R20, del mismo tipo, con el número 151 (el de los hermanos llevaba el 150). La idea es que este segundo coche sirva de donante de piezas en caso de necesidad. Pero no sería necesario y Claude Y Bertrand ganaban de forma brillante la prueba.

Animados por este éxito, vuelven a participar en 1983 y 1985 con un Renault 18 4×4, con el que terminan en la 5ª plaza. Luego lo harán con un proto Lada (abandono en 1986); con un Mitsubishi (13º en 1988); y luego con un Buggy (abandono en 1993). El Dakar ya era otra prueba donde un equipo de andar por casa, si me permiten la expresión, nada podía hacer ya contra las grandes formaciones de fábrica.

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