El futuro incierto de la automoción: movilidad compartida y coche eléctrico para 2023

Las agencias de calificación avisan del impacto económico del Covid-19 en el sector

Patxi Fernández

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El impacto del coronavirus se ha dejado notar ya en el sector de la automoción en España, donde todas las plantas de producción han cerrado sus puertas de forma temporal, y en el mundo. La situación se puede hacer extensiva a la producción mundial de automóviles. En el caso de Europa, la crisis del Covid-19 ha sorprendido al sector en pleno proceso de transformación, adaptando sus fábricas a la producción de vehículos eléctricos y electrificados, y pendientes de las posibles multas de la Unión Europea para aquellos grupos que no sean capaces de cumplir en 2020 con estricta normativa de emisiones de CO2.

En medio de esta situación la agencia de calificación Moody’s ha advertido que la propagación del coronavirus hará disminuir «significativamente» el crecimiento económico en sectores como el de la automoción, ya que los fabricantes de automóviles de todo el mundo están bajo una gran presión debido a su dependencia de las cadenas de suministro internacionales. Aún así prevé la normalización de la actividad económica en la segunda mitad del año.

Si se cumple esta previsión, el sector del motor se enfrenta a importantes cambios que harán que en el año 2023 la movilidad, las emisiones y la fabricación de vehículos nada tengan que ver con el panorama que conocemos hoy en día. Según el informe Oliver Wyman , los coches eléctricos o los vehículos autónomos son algunos de los desafíos a los que tiene que enfrentarse la sociedad actual. En el panorama económico, el sector de la movilidad facturará 26.600 millones de dólares en 2030 , frente a los 14.900 millones que representa en la actualidad.

Uno de los cambios más evidentes que prevé Oliver Wyman es el propio concepto de la propiedad aplicado a la movilidad, hasta el punto que el estudio calcula que el 50% del transporte terrestre estará cubierto a través de vehículos compartidos o de alquiler con conductor. En ciudades como Barcelona el ratio actual de pasajeros por kilómetro viajado en coche privado no supera el 25% .

Según Alejandro Gaffner, socio de Energy, Transportation and Organization Effectiveness , «más que la adquisición de vehículos va a ser determinante la gestión de la movilidad en las ciudades, ya que el 30% de los atascos en las urbes está relacionado con la búsqueda de aparcamiento. Una mejor gestión de la movilidad se convertirá en una ventaja para las ciudades y un factor de atracción para empresas e inversiones».

Contaminación: Para 2050 se calcula un descenso del 45% en las emisiones de efecto invernadero

La llegada de los coches eléctricos y vehículos autónomos va a marcar el cambio. Si en el año 2015 la Agencia Internacional e la energía registró la venta de 1 millón de vehículos eléctricos en todo el mundo , en 2018 se ha multiplicado esa cifra por tres, y Oliver Wyman calcula que en diez años el numero crecerá hasta los 125 millones de coches eléctricos.

Este crecimiento se traducirá, según Cambridge Econometrics , en una demanda de petróleo para el sector del transporte inferior al 53% para el año 2050, siempre y cuando la generación e electricidad no provenga de combustibles fósiles. La OCDE calcula también un descenso del 45% significativo de la emisión de gases de efecto invernadero y NOx.

Todo esto deriva además en la aparición de nuevos modelos de negocio y «startups» o empresas emergentes. Entre 2010 y 2018 se ha pasado de 1.400 millones a 27.500 millones de dólares de financiación inicial en «startups». Según el estudio de Oliver Wyman, la tendencia –que va desde los coches eléctricos a los autónomos, pasando por los VTCs– no sólo ha alcanzado a nuevas empresas como Uber, que juntas capitalizan 50.000 millones de dólares, sino a gigantes históricos de la automoción como General Motors, desarrollando vehículos sin conductor.

En cuanto a los desafíos, el informe destaca algunos problemas importantes . Por ejemplo, que la sociedad no está preparada para asimilar correctamente la nueva movilidad, y además se necesitarán nuevas infraestructuras y regulaciones para introducir de manera segura las nuevas tecnologías. Todo ello sin olvidar que el empleo se verá afectado por la llegada de la «nueva movilidad» y que la fabricación de este tipo de vehículos eléctricos y autónomos requiere de unos conocimientos que en la actualidad no tiene buena parte de los trabajadores en las plantas de producción.

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