Al volante del Ami: así va el objeto disruptivo de movilidad

Patxi Fernández

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Una de las apuestas más arriesgadas que hemos visto últimamente entre las marcas de automóviles es sin duda la del AMI . Tanto que la propia Citroën no define a este vehículo como 'coche' sino como 'objeto disrruptivo de movilidad'.

Ya rodando por las calles españolas, tiene como principal objetivo cubrir las necesidades de un nicho de mercado que sin duda crecerá en los próximos años, el de facilitar la movilidad en los centros de las ciudades , que cada vez estarán más vedados a los 'coches convencionales', y particularmente a los térmicos.

Pero otro de los objetivos del Ami es la de facilitar los desplazamientos a los habitantes de las zonas rurales. Personas que disponen de un domicilio de un enchufe, y que precisan de un medio de transporte en el que desplazarse en su día a día en un radio de kilómetros limitado.

Con un precio de 7.200€ (además, hasta 1.600€ de ayuda Plan Moves III) , el AMI es una de esas posibilidades que se suman a la creciente oferta de motos eléctricas, patinetes, bicicletas y demás vehículos de movilidad personal.

Este cuadriciclo (tal y como está homologado), no necesita permiso de conducir de tipo B, que es el que se requiere para los automóviles, para ponerse al volante. Basta con el permiso tipo AM, que se puede solicitar a partir de la edad de 15 años.

Su batería de iones de litio de 5,5 kWh permite una recarga completa en sólo 3 horas con un enchufe estándar de 220 V. El cable se guarda ingeniosamente en la puerta del lado del pasajero. Además, Ami también puede recargarse en un punto de carga a través de un cable adaptado (opcional) o una electrolinera pública . Su motor de 6 kW le permiten alcanzar una velocidad de 45 Km/h, por lo que no puede circular por autopistas o autovías.

Hasta aquí la descripción del modelo. Pero en la práctica, ¿cómo se comporta en medio del recuperado tráfico de una ciudad como Madrid?. Como avance podemos decir que es toda una aventura , y que requiere de cierto tiempo de adaptación. Tanto para nosotros como para el resto de vehículos con el que compartiremos calles.

Espartano

En muchos sentidos el AMI recuerda a conducir un vehículo de hace décadas. Es tan espartano que no tiene ni elevalunas -las ventanillas se abren y cierran de forma manual-, ni pantalla de infoentretenimiento (ni siquiera radio), aunque sí un soporte para colocar un teléfono móvil y una toma USB para recargarlo. Tampoco tiene dirección asistida, aunque sus mínimas dimensiones hacen que tampoco se eche excesivamente en falta.

La aceleración que ofrece su motor de apenas 8CV es muy lineal, aunque aún así permite salir con agilidad de un semáforo gracias a la instantaneidad de las mecánicas eléctricas. La velocidad máxima que alcanza es de apenas 45 kilómetros por hora, como mucho 52 aprovechando alguna cuesta abajo , aunque tampoco se echa en falta más para recorrer las restringidas calles urbanas. A este respecto, cabe recordar que la legislación no permite salir a autovía, lo que supone un inconveniente en ciudades como Madrid, donde la M-30 es una vía clave para la movilidad diaria. Hay que acordarse de poner en el navegador del móvil la opción de 'evitar autopistas' .

Esta velocidad máxima y la forma en la que entrega la potencia es una de las características que hacen que haga falta una adaptación, sobre todo por parte de los demás conductores . Por ejemplo, al salir en un semáforo, el motor eléctrico hace que dispongamos de una gran aceleración. Pero eso es algo que posiblemente el coche que circula detrás de nosotros no sabe. Al vernos arrancar de una forma tan veloz se pueden llegar a pensar que la progresión en la velocidad va a ser lineal. Pero no es así. Al llegar a los 45 km/h hemos alcanzado nuestro máximo, y los demás conductores se pueden pensar que estamos frenando sin motivo. En este sentido hay que recordar los límites máximos de velocidad vigentes en las zonas urbanas , por lo que como norma general todos los usuarios tendremos que adaptarnos y así evitar algún que otro susto y más de un 'bocinazo' .

Un pequeño cuadro de instrumentación sobre el volante, monocromo, muestra el estado de carga de la batería, la velocidad y el kilometraje, aunque no así el consumo medio. No hay opción para cambiar entre distintos modos de retención.

La principal ventaja del AMI, además de su reducido coste y del coste probablemente también muy contenido de cualquier reparación mecánica o de'chapa' -toda la carrocería es plástico- es que se puede aparcar en prácticamente cualquier sitio disponible. Es además bastante maniobrable, aunque dificulta la tarea tanto el tamaño mínimo de los retrovisores laterales (personalmente creemos que deberían de ser algo más grandes para ofrecernos mayor visibilidad y así poder detectar mejor los vehículos a ambos lados del coche) como la ausencia de un retrovisor central.

Eso sí, basta con girar la cabeza para ver perfectamente lo que sucede en la trasera, dado que apenas sobresale nada más allá del cristal trasero: detrás de los asientos hay un mínimo espacio de almacenamiento que apenas afecta a la silueta del vehículo. Para alojar una maleta o maletín hace falta hacer uso del espacio situado ante las piernas del copiloto.

El asiento del copiloto, por cierto, no se puede desplazar, algo que sí se permite en el asiento del conductor. Ambos no son particularmente cómodos, pensados, como todo el vehículo, para rodar durante unos pocos kilómetros en cada viaje.

Un detalle particularmente interesante del AMI es el hueco que, junto a la puerta del copiloto, permite almacenar el cable de recarga , de forma idéntica a como se hace en un aspirador de cable. Permite llevar consigo dicho elemento imprescindible del vehículo sin restar espacio en el habitáculo, de una forma muy bien resuelta que merecería ser copiada por vehículos de un precio mucho mayor.

Los principales inconvenientes son unos plásticos interiores duros cuyo ajuste es mejorable -al menos en nuestra unidad las planchas de plástico no se ajustaban bien bajo el soporte para el teléfono móvil- así como la ausencia de climatización. Tan solo hay un ventilador sin regulación, que apunta directamente a la luna, y que resulta del todo insuficiente para enfriar el vehículo en un día caluroso.

El techo de cristal, aunque refuerza la sensación de espacio, es también un inconveniente en días de calor, al caldear en exceso el habitáculo. Algo que se podría solucionar fácilmente y de manera económica con una cortinilla retráctil (siempre podemos comprar nosotros una y ponerla). En nuestro caso, además, algo de agua entró en el habitáculo tras una fuerte (e inhabitual) tormenta, si bien cabe decir que al día siguiente, tras una tormenta algo menos intensa, no sucedió lo mismo.

Entonces ¿supera el AMI la prueba?. Para dar respuesta hay que tener en cuenta que, efectivamente no se trata de un coche . Dada su limitada autonomía eléctrica puede cubrir perfectamente las necesidades de desplazamiento en el centro de una ciudad. En esas circunstancias los posibles problemas pasan a un segundo plano, teniendo en cuenta que, como solución de movilidad, el disponer de carrocería siempre nos dará más seguridad que si intentamos movernos entre coches con un ciclomotor.

Además por precio es una alternativa relativamente asequible , y con este 'objeto de movilidad' no estaremos llenando la atmósfera de la ciudad de gases nocivos ni de efecto invernadero.

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