Sao Paulo se asoma al abismo de Detroit

Con una producción superior a la de toda Argentina, vivió sus años dorados en la década de 1970. Entonces se hizo famosa por ser la cuna del movimiento sindical, liderado por el ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que perdió la mitad de la mano izquierda trabajando en la industria local. Ahora, afronta con temor el cierre de una de sus principales factorías

Camiones de Ford en la factoría de Sao Paulo, abocada al cierre Reuters

Laura López (Efe)

A pesar del recientemente anunciado cierre de la fábrica de Ford en la región metropolitana de Sao Paulo, su cinturón industrial lleva más de una década reinventándose y sigue concentrando entre el 25% y el 30% de la producción nacional de automóviles, una joya para la economía de Brasil.

Con una producción superior a la de toda Argentina, la región conocida como el « gran ABC Paulista» vivió sus años dorados en la década de 1970, cuando se hizo famosa por ser la cuna del movimiento sindical, liderado por el ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y desde entonces ha sobrevivido con éxito al fenómeno de la deslocalización. El propio Da Silva, criado en la ciudad, trabajó durante los sesenta en la industria automovilística, en la que perdió gran parte de la mano izquierda.

Según aclara en una entrevista con Efe el presidente del Sindicato de Metalúrgicos del ABC, Wagner Santana , hace dos décadas que «se viene hablando de la nueva Detroit» y, sin embargo, el destino de la capital del motor de EEUU, que lleva en caída libre desde la década de 1990, no acaba de reproducirse en el caso brasileño.

El pasado martes, la fábrica de Ford -una de las cinco que integran el cinturón industrial junto a Scania, Volkswagen, Mercedes y Toyota- anunció que cerraría su fábrica en Sao Bernardo do Campo, uno de los siete municipios de la zona, una decisión que dejará sin empleo a, por lo menos, 4.500 personas a partir de noviembre.

Tal y como especificó la compañía durante el anuncio, el cierre se debe a una decisión estratégica, ya que la empresa dejará de producir y vender camionetas en Sudamérica y la fábrica en cuestión sólo se dedica a estos productos y un modelo de turismo, el Ford Fiesta.

No obstante, para el presidente del sindicato, este cierre no es una tendencia en la región: "Somos una base que todavía tiene 70.000 trabajadores metalúrgicos", justifica Santana, quien añade que el tejido industrial concentra entre el 25 % y el 30 % de la producción nacional brasileña de automóviles, el 50 % de camiones y el 90 % de los autobuses.

El complejo nació durante la década de 1970 con la llegada de grandes empresas internacionales del sector automovilístico, en una época, explica Santana, en la que no existía más concurrencia en el mercado automovilístico brasileño, por lo que las ganancias eran "astronómicas".

En aquella época, la fábrica no podía permitirse el lujo de parar su producción ni un solo día , lo que fortaleció a los sindicatos e hizo de la región la cuna de la lucha obrera, con el entonces tornero mecánico Lula da Silva al frente de las movilizaciones.

Las históricas conquistas por los derechos laborales, junto a la antigüedad de la mayoría de la plantilla, convierten a Sao Bernardo do Campo en la ciudad con los mejores salarios del sector, con una media de 6.300 reales (unos 1.680 dólares) para un montador.

En la década de 1990, junto a la guerra fiscal llegó la deslocalización, fruto de los incentivos que diferentes regiones de Sao Paulo y otros estados ofrecían para atraer a las empresas y, a día de hoy, esta sigue siendo la principal amenaza de la región metropolitana, según Santana.

En medio del escenario desafiante, el polo industrial lleva años tratando de reinventarse para seguir en pie a través de la producción especializada de piezas de automóviles y explorando nuevos nichos de mercado: "Aquí ya hay fábricas que producen radares o equipamiento para la prospección de petróleo", explica.

En este escenario de constantes desafíos, el anuncio de Ford ha sido recibido como un fuerte varapalo, pero desde el sindicato aún esperan revertir la decisión.

Aunque no se declaran " oficialmente" en huelga , los trabajadores no han vuelto a la fábrica desde que recibieron la noticia el pasado martes y lo harán por primera vez mañana para asistir a una reunión en la que decidirán sus próximos pasos.

A los 2.800 trabajadores de Ford cabe sumar otros 1.700 externalizados (como personal de limpieza o mantenimiento) y el sindicato calcula que el cierre de la fábrica podría perjudicar a 27.000 personas, dado que la cadena de producción llega hasta los pequeños comercios ubicados alrededor de la fábrica.

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