La calle Peña Gorbea, más conocida como el Bulevar de Vallecas, en un día de mercadillo
La calle Peña Gorbea, más conocida como el Bulevar de Vallecas, en un día de mercadillo - abc
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Indignación de los comerciantes por el auge de las mafias de los mercadillos

Los vendedores ambulantes ilegales esconden sus mercancías incluso en alcantarillas y contenedores de basura, ante la dejadez municipal

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La avenida de la Ciudad de Barcelona está atestada de autobuses de la EMT y coches que se dirigen hacia el centro de Madrid desde Puente de Vallecas. De pronto, un hombre con barba y harapos levanta la tapa de una de las alcantarillas para salir a la superficie. El mendigo, de unos 50 años, saca varias bolsas de basura del subsuelo para luego volver dentro, ante el asombro de los madrileños que pasan por ahí y la normalidad de los vecinos.

Decenas de manteros españoles, suramericanos, subsaharianos y del Este de Europa, forman hileras en las calles aledañas a la Albufera, sobre todo en Monte Igueldo y Peña Gorbea, y huyen de la presencia policial guardando sus productos en las alcantarillas y contenedores, como madrigueras donde preservar el género para una futura venta.

Varios son los «almacenes temporales» en la zona, tanto en el callejón junto al ambulatorio de la avenida de la Albufera, como Monte Igueldo. La Policía Municipal se ha acostumbrado a lidiar con esta situación. «Hay cosas robadas, cosas de segunda mano... De todo tipo», explicaron fuentes policiales. Los agentes se quejan de la falta de ayuda y denuncian que son unos 200 vendedores y tan solo dos agentes, lo que dificulta la tarea. A eso se suma el inconveniente de demostrar que los objetos que se venden sean robados e incluso las represalias que, en alguna ocasión, han tenido que soportar. «Ha habido agresiones y lluvia de botellazos, esto va a acabar muy mal algún día», subrayaron.

Los agentes tienen un puesto fijo y desde allí requisan muchos de los objetos que venden después en el mercado. Esto hace que la imaginación de los supuestos ladrones se dispare y escondan los enseres en los lugares más inverosímiles. Los contenedores de basura son un clásico al que ahora se suman las alcantarillas madrileñas. Si en el primer escondite las ratas son el principal problema, en el segundo la higiene no es mucho mejor. «Yo he visto cómo sacaban varias bolsas de aquí y las llevaban para el mercadillo del Monte Igueldo», explicaba un vecino de la zona.

Según describen comerciantes y municipales, los vendedores ambulantes suelen montar su particular mercadillo los sábados por la tarde y los domingos por la mañana; primero en la mencionada calle, y si hay policías, en Peña Gorbea, más conocido como bulevar de Vallecas. Allí esperan apostados a los peristas –compradores de objetos robados– del barrio y de distintas partes de Madrid. «Pese a que aquí haya incidentes violentos puntualmente, como el asesinato de un adolescente a tiros de la banda latina los Ñetas, estos son generalmente pacíficos incluso son ayudados por algunos vecinos», apunta un agente municipal con nueve años en la zona.

«Siempre ha existido venta ambulante pero ahora está mucho peor. Por eso, desde el Ayuntamiento, nos mandan para que no se formen las hileras de manteros», añade. Desde la Junta Municipal de Puente de Vallecas desconocen el uso de alcantarillas para guardar la ropa y otros productos.

Para intentar frenar esta situación, los comerciantes de Monte Igueldo mandaron un escrito, con unas 300 firmas, al Consistorio madrileño en mayo de 2014, sin respuesta. En él, alegaron la pérdida de seguridad y de negocio generado por estos ambulantes ilegales que, incluso, como señalan desde una tienda deportiva de la calle, roban género en su establecimiento para venderlo más tarde en la acera de enfrente. A la pregunta de si están operados por mafias, no saben responder, pero apuntan a que, generalmente, son pacíficos y lo único que pretenden es «salir a flote».

Toxicómanos

«Todo empezó con un yonqui del barrio, de barba canosa y que siempre se desplaza en bicicleta. Un día decidió sentarse con una manta en esta calle y ponerse a vender objetos robados o de los contenedores. Un éxito. Poco después lo fueron acompañando más toxicómanos y todo tipo de gente que frecuentaba la zona», señaló el agente. Pero hay quienes les ayudan. Comerciantes y agentes del Cuerpo local apuntan a que se les cede espacios en sus casas y hasta les dan bocadillos: «En ocasiones, algunas señoras piden un kilo de choped y lo roba en un supermercado de la zona para vendérselo más barato que el precio de mercado», declararon.

«En estos sitios vendían todas las guarrerías que te puedas imaginar. Había hasta muñecas sin brazos», dice Víctor, el vallecano que llevó las firmas al Ayuntamiento que rige Manuela Carmena. No es el único que relaciona este mercado ilegal con la droga. Este estanquero lleva mucho tiempo en su particular batalla contra el trapicheo, pero admite que es complicado: «Resulta desalentador luchar cada día con esto».

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