Un vecino pasa ante la fachada del Hotel Miranda & Suizo, en San Lorenzo del Escorial
Un vecino pasa ante la fachada del Hotel Miranda & Suizo, en San Lorenzo del Escorial - isabel permuy
adiós al miranda & suizo

Arturo Fernández cierra el mítico hotel centenario de San Lorenzo del Escorial

El Grupo Cantoblanco clausura el establecimiento más antiguo de la localidad por falta de ocupación y por el deterioro del tejado del edificio

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Un ramillete de flores plantadas en varias macetas ajadas por el paso del tiempo son las únicas señales de vida que aún resisten en la entrada del histórico hotel Miranda & Suizo de San Lorenzo del Escorial. El establecimiento más antiguo de la localidad, fundado a finales del siglo XIX, echó el cierre definitivo este domingo. El célebre local –localizado en la calle Floridablanca, cerca del Monasterio–, mostraba ayer un aspecto lúgubre. Las contraventanas selladas y las banderas de la puerta principal, enredadas en sus mástiles sin que nadie se hubiera preocupado de liberarlas, certificaban la triste noticia.

Tan solo la luz primaveral que se colaba a través de las vidrieras alegraba la estancia principal, ahora sin un alma en su interior.

«Lamentablemente, hemos tenido que cerrar. El hotel está muy viejo. El tejado está en malas condiciones y necesita una reparación urgente. Además, la ocupación había caído en los últimos años», confirmaba a ABC Arturo Fernández, presidente del grupo que lleva su nombre y al que pertenece la gestión de Miranda & Suizo.

Arturo Fernández: «Ojalá podamos reimpulsarlo después del verano»

«Estamos negociando con los propietarios del inmueble y con los empleados para remozar el local y así poder reabrirlo», continúa el empresario. «Ojalá podamos reimpulsarlo después del verano. Es un local emblemático. No nos gustaría perderlo», confesaba Fernández.

La víspera de su clausura, las 54 llaves de las habitaciones centenarias colgaban de sus respectivos casilleros en la recepción del hotel. Detrás del mostrador nadie recibía a los huéspedes porque todas las reservas ya estaban canceladas. En el comedor del local en el que Isaac Albéniz, de niño, deleitó a los asistentes con sus primeros recitales de piano, apenas había unos pocos parroquianos.

«¿No van a poner la terraza este año?», preguntaba con ingenuidad uno de sus últimos clientes. «No. Y no creo que la abramos nunca. Esta es nuestra última semana aquí», contestaba apesadumbrado el jefe de camareros, mientras servía a una pareja de turistas dos tazas de chocolate con picatostes, la merienda por la que siempre será recordada su cafetería.

Enfundado en un elegante traje y corbata oscuros, el veterano «mâitre», ya vio echar la llave al local hace más de una década. En la Navidad de 2003, el Grupo Lezama comunicaba a sus 34 trabajadores que iban a ser despedidos por el cierre inminente del establecimiento. La falta de entendimiento entre la empresa propietaria del edificio y la arrendataria del hotel, Reshotel –del grupo fundado por el sacerdote Luis Lezama– supuso su fin.

Sin embargo, esta vez, fue solo un punto y a parte. El 22 de febrero, ya bajo la firma del Grupo Arturo Cantoblanco, los empleados recibían la feliz noticia de la reapertura. El nuevo director del hotel, Adolfo de la Rúa, se encargó de reunirse con los antiguos empleados para negociar su recontratación. El siguiente paso fue poner al día la cafetería, el restaurante y el servicio de habitaciones.

El «Ritz» de San Lorenzo

Escenario de reuniones de famosos e intelectuales, el cierre del histórico local ha sido muy comentado en el pueblo, porque la mayoría de los trabajadores son gente «de toda la vida» que reside en el municipio. «Me da pena que locales con este sabor y personalidad se pierdan. Es el Ritz o el Café Gijón del Escorial. Tienen que hacer lo que sea para salvarlo», comentaba José Ignacio Suárez tras escuchar las explicaciones del camarero.

«Me apena que locales con este sabor se pierdan. Es el Café Gijón del Escorial»

Concepción Pampliega, otra clienta esporádica, tampoco se explicaba cómo el hotel, «un lujo por su situación y su historia», puede cerrar. «Recuerdo que antes la terraza estaba a rebosar. Es una tradición venir aquí a tomar el mítico chocolate con picatostes. Verlo tan solitario me entristece», rememoraba la mujer con nostalgia.

No obstante, los empleados sí que presagiaban lo peor desde hacía tiempo. El señorial edificio castellano llevaba meses sin llenar sus tres amplios y elegantes salones. Aunque el Grupo Arturo Cantoblanco reformó las habitaciones para que contasen con todas las comodidades de los hoteles modernos (baño completo, minibar, teléfono, televisión, etc.), no lograban superar, sobre todo en invierno, el 50% de la ocupación.

Pérdida de turistas

«Está todo muy mal en el pueblo. El negocio se sustentaba en el turismo, pero ahora la mayoría de personas se alojan en Madrid. Aquí solo vienen a visitar el Monasterio de San Lorenzo, comen y se marchan», explicaba con tristeza el camarero más joven.

«Tanto el hotel como los empleados estamos en un abandono total», resumía otro empleado que lleva una década en el hotel. «Hace un año, se empezaron a caer las tejas. La situación era tan peligrosa que tuvieron que venir los bomberos a proteger el tejado para que no dañara a los viandantes», relata. «Han dejado morir el hotel», se lamenta.

Muchos clientes se acercaron ayer a media tarde al Miranda & Suizo. Con la cara pegada al cristal comprobaban, resignados, lo que ya anunciaba de forma escueta un cartel pegado en la puerta, escrito con rotulador azul sobre un folio: «Cerrado. Disculpen las molestias».

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