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Ganadores del primer premio del Sorte del Niño festejan en la Administración númeo 4 de Leganés - jaime garcía
Lotería del Niño

«El sábado me embargaron el coche por las deudas y hoy me ha tocado el Gordo»

Unos acababan de perder su trabajo o estaban económicamente desesperados, otros que soñaron que ganarían ayer... y alguno que se lamentaba por ser la primera vez en 20 años que no compraba el décimo

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Cientos de personas se agolpaban a las puertas de la administración número 4 de Leganés, pocos minutos después de que se cantara el «gordo» de la Lotería del Niño. La Policía Municipal acordonaba la zona, intentando contener la explosión de alegría que se ha vivido en el barrio obrero de Las Flores, donde se han vendido íntegramente los 400 décimos del 55.487, «el número de los vecinos», tal y como se anunciaba en el establecimiento. «No ha venido nadie a llevarse varias series para vender en sus negocios. Los hemos vendido todos aquí, a la gente del barrio, décimo a décimo. Es lo más grande», cuenta a ABC Gustavo, uno de los dueños de la administración, al que los vecinos no parar de acercarse, emocionados, para darle las gracias por haberles cambiado la vida.

Una de las primeras en llegar es Petri, que jugaba un décimo con su hermana, en paro desde hace meses, y no podía contener las lágrimas. «Estoy flipando, llevo solo medio décimo, pero para mí es oro. Cien mil euros es la Luna, me soluciona mucho», asegura emocionada esta propietaria de un bar, cuya situación era más que desesperada: «Justo este sábado me han embargado el coche por las deudas que tenía, a causa de un negocio fallido y ahora me toca el Gordo», cuenta.

La historia de Paqui es muy diferente. Los dos décimos que llevaba esta abuela de 70 años representan una segunda juventud para ella. En este sentido, lo tiene claro: «Lo primero que voy a hacer es irme de viaje a Nueva York y Las Vegas. Toda mi vida he querido ir allí y ahora voy a cumplir mi sueño. Y el resto, lo repartiré entre mis hijos y mis nietos. Espero que sea verdad, porque aún no me lo creo», confiesa.

La administración de la suerte

Cuando la madre de Gustavo y Ángel abrió esta administración en 1987, la suerte le fue esquiva durante muchos años. Pero en la última década, la fortuna les ha visitado en varias ocasiones, aunque nunca en Navidad. En 2003, repartieron cerca de 1.200.000 euros en la Bonoloto; en 2006, vendieron un primer y un segundo premio de la Lotería Nacional, y en 2010 y 2012, se compraron otros dos primeros premios del mismo sorteo. Y a estos premios, hay que añadir el « Gordo» de la Sorteo de Navidad de 2013, que repartió otros 356 millones en la localidad madrileña.

Gustavo no paraba de abrazar a sus vecinos, feliz de haber repartido todo el primer premio, aunque su familia no se hubiera reservado ninguno de los décimos. Su teléfono no para de sonar. Sonríe con una llamada de un tipo de canarias al que no recuerda. «Dice que me compró diez décimos del 55.487 para él y sus compañeros de trabajo. Y que mañana todos van a coger un avión para venir a verme y darme las gracias. ¡Se va a gastar todo el dinero en el viaje!», exclamó Gustavo.

La cara y la cruz de la Lotería del Niño

El cava regaba esta mañana el número 16 de la calle Villaverde, en Leganes, brotando historias increíbles de cada esquina. Como la de Stefan, un mecánico rumano de 51 años que se quedó en paro el 1 de enero, ya que su taller tuvo que cerrar. O la de Julio, un albañil peruano que, cada uno de los 7 años que lleva en España, compraba un décimo para el 22 de diciembre y otro para el 6 de enero «con la esperanza de que tocara para darle una vuelta a la situación y poder enviar dinero a la familia». Cerca estaba Carmen, quejándose entre risas de que sus hijos, la mayor sin trabajo desde hace un año, «¡ya están pidiendo dinero!». «Mamá –le replica Carlos, el hijo, que no para de beber a morro de la botella de cava–, tú siempre decías que si te tocaba la Lotería sería para nosotros. A ver si va a ser mentira que tienes el décimo en casa o que lo vas a tener con el "pequeño Nicolás" al lado».

Alguna historia son aún más inverosímiles, casi rozando los paranormal. Susana nos cuenta que ayer mismo soñó que se encontraba desayunando con sus hijos y que la llamaban para anunciarle que le había tocado el «gordo». Y que esta mañana, cuando se ha levantado y se ha puesto a desayunar con sus hijos, han llamado «de verdad» a casa para contarle lo que había visto en el sueño.«He preguntado si era una broma. No me lo podía creer. Es la primera vez en mi vida que sueño algo así y la primera vez, también, que me toca algo en la Lotería. Ha sido como una premonición».

A Margarita le pasó algo parecido. Esta viuda de 68 años que vive con 700 euros de pensión al mes asegura que, el día antes de que se celebrara el Sorteo de Navidad, soñó con un montón de sietes y compró un número con esta terminación. En esa ocasión se llevó el reintegro, pero en el Niño se llevo el «gordo» también con el 7. «Tengo mucha fe y pienso que ha sido cosa de mi marido, que me ha enviado a comprar el número a través del sueño, porque era él el que siempre jugaba».

Todas historia sorprendentes, pero ninguna quizá como la más trágica vivida esta mañana por ABC, al percatarse de que Gustavo, el dueño de la administración, se apartaba de la algarabía general hacía una esquina para consolar a un amigo íntimo, lejos de la atención de los focos. Se trata de José, un pintor en paro de 37 años que llevaba dos décadas comprándole a su amigo el «décimo de los vecinos», pero éste no pudo. «Llevo más de una semana con turnos nocturnos infernales en el curro. Saliendo a las siete de la mañana, muy cansado, pensando en que tenía que ir a comprar el número. "Mañana me pasó", me decía. Justo la noche del 5 de enero se me acabó el contrato y me quedé en paro. Terminé mi último turno, como siempre, por la mañana, y no tenía el cuerpo como para esperar dos horas a que abriera. Y pensé, "por la tarde voy a pillarlo", pero no lo hice por primera vez en veinte años. Me jode mucho, porque me hacía mucha falta», lamenta, antes de perderse cabizbajo, entre la multitud pletórica, camino de casa.

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