el garabato del torreón

El cajón de las nueces

La degradación del PSdeG es directamente proporcional a su nivel de dependencia del partido que lo tutela

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Algunos periódicos españoles despachan la noticia de la muerte de Jean Lacouture con un suelto necrológico. Otros, ni siquiera eso. Se entiende: pertenecía a lecturas y lectores de otros tiempos, los de mi generación, los de la aparición de su Ho Chi Minh en aquella inolvidable primera serie del Libro de Bolsillo de Alianza. Aprendí(mos) en Lacouture (en su enorme biografía de De Gaulle, todavía ahora imprescindible) su teoría de la «unidad estratégica». Se refería a la de socialistas y comunistas en la Francia gaullista: se odiaban, pero fueron de la mano.

Pienso en Lacouture cuando leo alguna noticia de las conversaciones de sótano entre fontaneros socialistas y nacionalistas en busca de un pacto que desaloje a la popular Elena Candia de la presidencia de la Diputación de Lugo.

Se detestan pero el rechazo recíproco es más llevadero que la permanencia en extramuros del poder, lejos de las partidas presupuestarias, sin acceso a la llave de la caja fuerte, con la posibilidad de repartir favores recortada.

No creo que las discrepancias vayan más allá de aspectos de prorrateo: esto para vosotros, esto para nosotros. Los principios, la ideología, las convicciones: martingalas que obstaculizan este comercio de moneda única. O sea, que el ajuste podría cerrarse en cualquier momento. Salvo que el diputado Martínez se obstine en su negativa a ser tratado como un estorbo por los propios y un apestado por los ajenos. No parece persona que claudicación fácil, sobre todo cuando quienes le piden que doble la cerviz le quedan dos palmos por debajo en autoridad moral y en hoja de servicios. Pero todo es posible: la degradación del llamado PSdeG-PSOE es directamente proporcional a su nivel de dependencia del partido que lo tutela, aquel cuyo secretario general se declaró discípulo de Deng Xiaoping e inoculó en la militancia el dogma del pragmatismo sin miramientos: «gato blanco, gato negro, lo importante es que cace razones». Decencia o indecencia, qué más da: lo importante es el cajón de las nueces.

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