Los alcaldes de Mondoñedo, Orense, Lugo y Tui y el teniente de alcalde de Betanzos, en la Ofrenda
Los alcaldes de Mondoñedo, Orense, Lugo y Tui y el teniente de alcalde de Betanzos, en la Ofrenda - efe
Ofrenda del reino de galicia al santísimo sacramento en lugo

«El pueblo que huye de sus tradiciones renuncia a su identidad y a su alma»

La regidora de Mondoñedo (PP) critica en su discurso la «deslealtad» de las Mareas, cuyos alcaldes fueron los únicos ausentes

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Pocas veces la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Sacramento había despertado la expectación de este domingo. Pero tampoco antes se había puesto en cuestión su idiosincrasia de la forma en que lo han hecho en esta ocasión los alcaldes de Santiago y La Coruña. Y el debate suscitado en los últimos días por la ausencia de los regidores de ambas ciudades, gobernadas por plataformas de partidos afines a los postulados de Podemos, protagonizó el discurso de Elena Candia, nueva alcaldesa de Mondoñedo, que asumió el papel de oferente. Por turno no le correspondía, pero el desplante del compostelano Martiño Noriega la obligó a ello. La popular aprovechó la ocasión para realizar una vehemente defensa de las tradiciones propias del pueblo gallego, religiosas o no, como un símbolo de identidad.

Junto a Candia estuvieron los regidores de las antiguas ciudades del Reino, salvo Santiago y La Coruña. Los de Orense (PP), Lugo (PSOE) y Tui (PSOE) y el teniente alcalde de Betanzos (PSOE) sí participaron. El exregidor de la capital y ahora líder de la oposición, Agustín Hernández, tampoco faltó con algunos de sus ediles. Por parte de la Xunta acudió el conselleiro de Educación y Cultura, Román Rodríguez. El portavoz del PP en el Senado, José Manuel Barreiro, o el presidente del Tribunal Superior de Xustiza, Miguel Ángel Cadenas, completaron una amplia lista de representantes institucionales.

Tras afirmar que es «difícil imaginar un mejor comienzo» de su mandato, pues el sábado había tomado el bastón de mando, Candia recordó que la Ofrenda en la Catedral de Lugo tiene «346 años de historia» y ha pasado «por infinidad de épocas y de estados sociales, políticos y económicos. A todos sobrevivió como uno de los cimientos que nos mantienen unidos», proclamó.

«El pueblo que huye de sus tradiciones y de su conciencia renuncia a su identidad y a su alma. Puede seguir corriendo adelante, sí, pero como lo hace una gallina herida de muerte que queda con la cabeza en el suelo, separada del cuerpo», aseveró la oferente, que realizó diversas afirmaciones en el mismo sentido. Todas le sirvieron para concluir que más allá de un «homenaje» al Santísimo, este acto rinde también recuerdo al propio pueblo gallego: «No debemos olvidarlo o confundirlo».

Y a quienes han optado por darle la espalda, les reprochó su actitud: «Sería una deslealtad renunciar a una tradición que no entiende de distinciones porque se fue construyendo a lo largo de los siglos con las aportaciones de todos, con independencia de cuál fuera su condición o pensamiento». Mientras que Noriega no tenía agenda, el regidor coruñés, Xulio Ferreiro, se estrenó con un homenaje a la científica María Wonenburger. «Estoy donde tenía que estar», respondió al respecto.

«Un pueblo unido en la legitimidad de su pasado y en la fuerza de su futuro es una marea de fuerza imparable», señaló Candia en clara referencia a la nomenclatura adoptada por los nuevos partidos. A ellos les reiteró: «Igual que defendemos que no hay un único camino y respetamos la pluralidad de opciones válidas, también exigimos respetar nuestra voluntad de seguir siendo un pueblo unido como única opción de sobrevivir». En su intervención, citó a Castelao en «Sempre en Galiza».

Reflexiones de Barrio

Tampoco pasó por alto la crisis económica y la corrupción política, los otros dos pilares de su discurso y eje de las peticiones finales. Candia rogó ayuda para «seguir vigilantes en la tolerancia con la infinidad de creencias y valores que arrastra la cultura de nuestro pueblo»; para «tener más presente que nunca que nuestro papel de políticos nos exige servir a los demás y nada más que a los demás»; para «ser fuertes e inflexibles con quienes sigan haciendo una política corrupta»; o para que «los más desfavorecidos se sumen al bienestar» y se cree empleo. La salida de la crisis, la familia, los mayores y los jóvenes fueron también motivo de súplica.

En la basílica lucense la escuchaban los cinco obispos gallegos, además del de Astorga y el administrador diocesano de Mondoñedo-Ferrol, sede que permanece vacante. En su homilía, Julián Barrio recordó que esta ceremonia sigue «una tradición secular profundamente arraigada en el sentir religioso y espiritual» de Galicia y advirtió que «la indiferencia religiosa tiene influencia en el talante personal y en el comportamiento moral y social».

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