La exposición se puede ver hasta el próximo 13 de julio
La exposición se puede ver hasta el próximo 13 de julio - f. heras
cultura

Lecciones de Modernismo

La Sala Municipal de la Pasión de Valladolid reúne 46 obras procedentes del Museo de Barcelona dedicado a esta corriente artística rupturista

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En consonancia con los movimientos artísticos europeos de aquella época -finales del siglo XIX y principios del siglo XX- y con el objetivo de romper con la cultura establecida «beata y caciquil» nació en Barcelona el Modernismo, «más que un estilo, una actitud», recordaba ayer Rosario San Juan, comisaria de la exposición «La belleza del Modernismo», que acoge desde este lunes y hasta el próximo 13 de julio el Museo de la Pasión de Valladolid. A él se sumaron artistas como Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Lluís Graner, Joaquim Mir, Joan Busquets, Gaspar Homar... y el que ha sido su seña de identidad por excelencia, Antoni Gaudí. «Su objetivo fundamental fue innovar», sostenía ayer su comisaria, rememorando que su afán fue el de educar a la burguesía catalana -de cuyo mecenazgo dependía- en una sensibilidad nueva.

«El arte se tenía que liberar de todas las convicciones sociales y artísticas» que había tenido hasta entonces. Por ello, este movimiento rupturista no se limita a una única expresión artística, y los creadores dan rienda suelta a sus postulados no sólo en las artes más tradicionales -pintura, escultura...-, sino también mobiliario, cartelería... De ellas ha viajado hasta la Sala Municipal de a Pasión de Valladolid una pequeña representación procedente del Museo del Modernismo de Barcelona, que abrió sus puertas en 2010 con los fondos de los anticuarios barceloneses Fernando Pinós y María Guirao.

Según detalló la comisaria de la exposición, hasta Valladolid se han trasladado un total de 46 piezas. Nada más entrar en la sala, el visitante se encuentra con tres obras de gran formato. Se trata de dos óleos de Santiago Rusiñol, el introductor del simbolismo plástico en Cataluña. De él también es una de las obras más significativas de la muestra, el cartel de la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas celebrada en 1896 -el primer cartel artístico del modernismo-. La tercera obra de gran formato corresponde a la escultura «La primera comunión», de Josep LLimona, perteneciente al Cercle Artístic de Sant Lluc, asociación de ideología católica que buscaba la modernización del arte dotándolo de un contenido moral.

Un ejemplo de cómo este movimiento artístico bebió también de las influencias que por entonces marcaban las corrientes artísticas europeas, entre ellas, la pasión por lo oriental y el japonismo -ocurre con Toulouse-Lautrec en París- es la pintura de Ramón Casas «Escena orientalista protagonizada por Sada Yacco», aprovechando una visita que la actriz japonesa de moda en la época hizo al Teatro Novedades de Barcelona. Y al igual que el francés plasmó con maestría los ambientes de Mont-Martre, Joaquím Mir (otro de los artistas representados) dejó los talleres para pintar al aire libre y buscó su inspiración en los paisajes suburbiales, humildes y sin historia de la ciudad de Barcelona.

Junto a la escultura, donde predomina el Art Noveau, otra de las manifestaciones artísticas de este movimiento que se puede ver en Valladolid es el mobiliario, representado con piezas de Joan Busquets, Gaspar Homar y Antonio Gaudí. Entre las obras se pueden ver delicadas mesas de centro, espejos -sorprende la belleza de uno perteneciente a Pablo Gargallo, más identificado con la escultura de vanguardia-, un escritorio, un cabezal de una cama, así como varias sillas del arquitecto de La Pedrera. Una selección de obras, resumió la comisaria, para mostrar la belleza de esta corriente que, paradójimante, décadas después sería considerada de mal gusto y que no será hasta mediados del siglo XX cuando se recupere como símbolo de una ciudad y una cultura.

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