Procesión de la Cofradía de Jesús Nazareno «Vulgo Congregación»
Procesión de la Cofradía de Jesús Nazareno «Vulgo Congregación» - EFE
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«Cinco de copas», «merlú» y sopas de ajo en la mayor procesión de Zamora

La cofradía de Jesús Nazareno arrancó a las cinco de la mañana con el paso «Jesús Camino del Calvario»

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El baile del «cinco de copas» al ritmo de la marcha fúnebre de Thalberg, el toque de corneta y tambor del «merlú», las almendras garrapiñadas que regalan los cofrades o las sopas de ajo que se desayunan a mitad de la procesión son elementos característicos revividos hoy en la mayor procesión de Zamora.

La cofradía de Jesús Nazareno, que es la que cuenta con más hermanos y la de más prolongado recorrido de la Semana de Pasión de la ciudad, ha procesionado en un desfile que se ha iniciado a las cinco de la madrugada de este viernes y se alarga durante cerca de ocho horas hasta su conclusión en el Museo de Semana Santa de Zamora.

El ritual de la procesión ha comenzado en la iglesia románica de San Juan de Puertanueva, junto a la Plaza Mayor, ante unos pocos privilegiados como testigos, informa Efe.

Allí, se ha bailado el paso de «Jesús Camino del Calvario», un grupo escultórico del siglo XIX popularmente conocido como el «cinco de copas», por la disposición que tienen las figuras, similar a esa carta de la baraja española, con el sayón y un centurión delante, Jesús cargando con la cruz en medio y dos soldados de escolta trasera.

Antiguamente la existencia de una gran lámpara en el templo de partida y la falta de espacio obligaba a los cargadores a realizar una complicada maniobra de salida que se alentaba con la marcha fúnebre de Thalberg, uno de los iconos musicales de la Semana Santa de Zamora, lo que dio lugar al baile del «cinco de copas».

Este paso es el primero de los once que desfilan en esta procesión, a los que acompañan cerca de 6.000 nazarenos que visten con túnica humilde de percal negro, caperúz romo del mismo color y portan una pequeña cruz de madera, también pintada de luto.

Muchos de los cofrades guardan bajo el hábito una bolsa con almendras garrapiñadas con las que obsequian a quienes presencian el desfile.

Los grupos escultóricos llevados a hombros, que cierra la Virgen de la Soledad, deben hacer paradas cada cierto tiempo para que los cargadores tomen aliento.

Esos descansos los marcan los «merlús», las seis parejas de cofrades que realizan un toque característico de una destemplada corneta y un tambor para marcar esas paradas.

Al merlú también se le ha podido escuchar esta madrugada en Zamora a partir de las cuatro, cuando han recorrido los barrios de la ciudad con ese toque característico de corneta y tambor para despertar a los cofrades.

Uno de los momentos centrales de la procesión ha tenido lugar pasado el alba en la avenida de las Tres Cruces, donde como es tradición se ha hecho una estación de media hora para desayunar unas sopas de ajo y luego continuar el desfile.

La marcha se ha reiniciado con la reverencia del resto de grupos escultóricos a la Virgen de la Soledad, un saludo consistente en tres inclinaciones de cada paso en señal de respeto cuando la talla mariana del imaginero local Ramón Álvarez procesiona a su lado en el trayecto de las Tres Cruces.

El desfile lo han contemplado este año miles de personas, una afluencia que ha sido mayor en la segunda parte de la procesión ya que el sol ha animado a zamoranos y forasteros a salir a la calle.

La Semana Santa de Zamora, que tiene en el de Jesús Nazareno el más tumultuoso de sus desfiles, suma este año a su declaración de interés turístico internacional la de Bien de Interés Cultural, una figura de protección que le ha concedido la Junta de Castilla y León en la categoría de patrimonio inmaterial

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