Un Quijote muy particular: «Cervantes es muy ‘ronlalero’. Se divertiría con este montaje»

Hace ya casi veinte años que la compañía Ron Lalá comenzó a recorrer las pequeñas salas y cafés teatro de Madrid con una máxima: recuperar el espíritu popular del teatro clásico. Muchos montajes y galardones después -su anterior espectáculo «Siglo de Oro, Siglo de Ahora (folía)» fue ganador del Premio Max a la mejor producción de artes escénicas- , esta compañía de teatro y humor con música en directo sigue manteniendo su esencia: «Ron Lalá es una compañía popular y lo digo sin sentido peyorativo. Tratamos de animar al espectador para que se divierta. Muchas veces se corre el riesgo de menospreciar al público cuando en realidad, cuanto más se le sugiera y se le deje espacio para completar, más se divertirá», señala Yayo Cáceres, director de la agrupación madrileña que lleva este fin de semana al Teatro Calderón de Valladolid «En un lugar del Quijote».

Con la Compañía Nacional de Teatro Clásico de compañera de camino -de quienes recibieron el encargo- y teniendo al ingenioso hidalgo como punto de partida, la compañía fue armando su particular versión de la novela cumbre de la literatura española. «Metiéndonos en ella nos dimos cuenta de que era una gran «road movie». ¡Es una maravilla de aventuras, historias, imágenes, espacios físicos...! Sólo con hacer caso a Cervantes teníamos resuelto la mitad del problema», sostiene Yayo Cáceres.

¿Y si don Miguel se acercase este fin de semana al Teatro Calderón? «Yo creo que se pondría muy contento por varios motivos. El primero, porque hemos podido entrar en su nivel de juego, que es altísimo», considera el director de Ron Lalá, quien cree que el novelista, dramaturgo y poeta del siglo XVI se divertiría con este montaje tanto como leyendo El Quijote. «Cervantes es muy ronlalero».

La música, otro personaje

Como en todos sus obras, la música -creada por los actores en tiempo real- vuelve a jugar un papel fundamental en «En un lugar del Quijote». «Es un personaje más. No sólo cumple labores como tal, sino que muchas veces hay un uso cinematográfico de ella», apunta Cáceres. Este ingrediente, así como el humor que derrochan sus cinco actores, ayuda al montaje a dar otra vuelta de tuerca a la obra clásica: «Si uno tiene una visión arqueológica y te enfrentas a ellas como si no las pudieses tocar, es cuando corres el peligro de hacer algo aburrido», considera el director, quien recuerda una de sus frases favoritas de Borges: «para novedades, los clásicos».