impertinencias liberales

Solidarios forzosos

Siempre se usará la fuerza para quitar a unos lo que se pretende dar a otros. Por muy Día de Canarias que sea

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Algunos autores sostienen que el estado (perdón, minúsculas deliberadas) no es más que una construcción imaginaria que van creándose mediante una cierta arquitectura del poder, utilizando para ello signos más o menos obvios: banderas, himnos, uniformes o edificios. Son elementos que contribuyen a fijar la idea, pero no solo. Antes se reservan la educación como elemento natural en que debe actuar la política, formando a los jóvenes en aquella imagen deseada. El triángulo poder, territorio y población constituye el grueso de ese concepto, que buscará legitimarse a través del gasto político. En ese escenario, se buscan atributos que pueda identificar al colectivo, así sea la lengua, la cultura, la religión o alguna prenda del carácter que pueda vestirse en sociedad.

Es lo que parece pretender la nueva campaña para celebrar el Día de Canarias, cuyas cuñas radiofónicas ponen el acento en que cada día millares de canarios se levantan con la idea de ser solidarios.

El día de su presentación, la consejera Inés Rojas dijo que «siempre hemos sido un pueblo solidario pero, en estos años difíciles que estamos viviendo y que hemos vivido, se hace todavía más necesario poner en valor esa acción solidaria».

La solidaridad es individual y solo puede darse cuando uno se desprende de algo que le es propio, no cuando se es compelido, mediante la fuerza, a que lo haga, así que difícilmente podrá la consejera estimar cuánto de solidario es cada uno de los canarios y cuánto resultaría de agregar «solidaridades». Lo que sí sabemos es que cada día en las islas millares de familias se levantan con la intención de sacar adelante a los suyos, cumpliendo con sus negocios o trabajos mientras son despojados de parte de su riqueza legítima por culpa de unos impuestos salvajes que fueron elevados en plena crisis por el actual gobierno en funciones. Impuestos que tampoco parece que vayan a rebajarse porque —dicen— no hay margen… ni intención.

La solidaridad entendida por nuestra impagable, sobre todo impagable clase política, pasa porque ellos se apropien de nuestros recursos y procedan luego a un reparto más o menos caprichoso que puede ser percibido como un dádiva de una institución (el gobierno autónomo) que merece la pena conservar y ampliar. Las razones por las que esto puede merecer un homenaje son difíciles de evaluar porque no hay nada en la solidaridad defendida por Rojas que se haya creado legítimamente de forma previa. Siempre se usará la fuerza para quitar a unos lo que se pretende dar a otros. Por muy Día de Canarias que sea.

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