babilonia en guagua

El milagro del vino y las aguas

Se trata deun ascenso y de un ceseen diferido; como los acontecidos en anteriores ocasiones por otros narradores de otros vodeviles

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En estos días de noviembre, el milagro obró en tierra baifa. Concretamente en la isla de Tenerife y en su Excelentísimo Cabildo a mayor gloria de los bloques que alzan el palacio insular. Rompiendo con su discreto plano existencial y desafiando a otras épocas tradicionalmente milagreras como la Navidad y la Semana Santa, las crónicas narrarán como su presidente transformó el agua en vino —y viceversa— un anónimo martes de noviembre.

Si tiramos de hemeroteca, vemos cómo hace unas semanas se armó una buena a raíz de la compra de vino de allende los mares por parte de Bodegas Insulares. Sin efectos colaterales de por medio, o por lo menos así lo asegura el mismo presidente y así lo deberíamos creer, al consejero de la cosa le han cambiado la petaca de vino por la de agua.

Por otro lado, en un pase digno de prestigitación de altos vuelos al consejero de Aguas le acaban de asignar el morral de Agricultura, Ganadería y Pesca que a raíz de los vapores etílicos del vino importado sonaba a ritmo de güiro.

Aguas también tiene tela, mojada en este caso, acerca de las infraestructuras de tratamiento de aguas abandonadas a su suerte durante años, por no entrar en el pantanoso tema de las conducciones de agua, pozos negros, estado de galerías, cauces de barrancos, etc.

Así que en un tris, tenemos a dos consejeros cambiados de cartera —y de problemas— y con la incertidumbre manifiesta de que si sólo con el cambio patronímico todo se arreglará y comeremos perdices.

Quien crea que estamos ante la quintaesencia de la estrategia política se diluye cual gota de agua en tonel de vino —del país o de otro país—. Ya en 1958 Lampedusa en su obra «El Gatopardo», nos brindaba la máxima: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie” y desde entonces se ha marcado a sangre en todo manual básico de cualquier formación política —con cargo— que se precie. El gatopardismo es la revolucionaria transformación de la piel para que en la práctica las vísceras permanezcan inalteradas.

Pero esto es mucho especular para una humilde columna; que igual ni lampedusismo ni gatopardismo y simplemente se trata de un ascenso y de un cese en diferido; como los acontecidos en anteriores ocasiones por otros narradores de otros vodeviles. A saber.

Pero los milagros no están para entenderlos, sino para disfrutarlos mientras caminamos por las procelosas aguas del destino. Mientras tanto, el sector primario de la isla, y de todas las islas, agonizando. Pese a ello y en lugar de consolidar las estrategias de autoabastecimiento o de menor dependencia del exterior, la aplicación del I+D+I al sector primario o la tecnificación del mismo siempre se habrá huecos —y presupuesto— para festivales, encuentros y gracietas anuales que recuerden la importancia del sector en lo universal pero sin el sector.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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