Luisa Fernanda Rudi, presidenta regional del PP
Luisa Fernanda Rudi, presidenta regional del PP - FABIÁN SIMÓN
política

La cúpula del PP aragonés, desaparecida

Rudi y su equipo se repliegan de la escena política ante el desconcierto de sectores de su propio partido

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La cúpula del PP aragonés lleva un mes prácticamente desaparecida. Replegada en un gobierno en retirada, al que renunció la misma noche electoral -pese a haber sido el partido más votado, las fuerzas de izquierda sumaron mayoría-, Luisa Fernanda Rudi y el resto de miembros de su equipo dirigente se han alejado de la escena pública. Esa retirada ha cedido todo el protagonismo político a PSOE y Podemos, que quedaron segundo y tercero en las elecciones autonómicas y que acaban de cerrar el acuerdo de investidura del socialista Javier Lambán como nuevo presidente del Ejecutivo regional.

Durante todo este mes han renunciado a ejercer liderazgo en la escena política regional pese a mantenerse como el partido con más escaños en el Parlamento autonómico.

La actitud adoptada por la cúpula aragonesa del PP se ha acabado extendiendo a su presencia en las principales instituciones de la región y está generando malestar y desconcierto en sectores del propio partido, que no entienden la estrategia en la que anda inmersa la dirección regional.

Ausencia de liderazgo

Luisa Fernanda Rudi lleva prácticamente un mes sin declaraciones en comparecencias públicas. Durante el último mes, salvo una rueda de prensa que dio tras las elecciones el jefe de campaña del partido en Aragón, Octavio López, la presencia de la cúpula del PP regional ante los medios se ha limitado a unas declaraciones de Rudi tras la reunión de la directiva regional de su partido, el 5 de junio, y a la obligada comparecencia del nuevo portavoz parlamentario del partido, Roberto Bermúdez de Castro. Ésta tuvo lugar el jueves de la semana pasada, en las Cortes de Aragón, una rueda de prensa de mero trámite enmarcada en la ronda de declaraciones que los portavoces de todos los grupos parlamentarios hicieron tras la sesión constituyente.

«Se está dando una imagen de derrotismo incomprensible e impropia de un partido que ha sido el más votado en Aragón y que tiene una obligación pública no solo con su electorado sino con la sociedad en su conjunto», indicaba ayer un cargo público popular.

Ni ante cuestiones de Estado

Ni Rudi ni ningún otro dirigente del PP aragonés ha salido a escena en todo este mes ante cuestiones de relevancia como la marcha de las negociaciones entre PSOE y Podemos, ni han dado su visión sobre los acuerdos que han trabado y que condicionarán al rumbo del nuevo gobierno. El PP tampoco ha salido en defensa de la reforma educativa, la Lomce, aprobada por Rajoy y que tiene los días contados en Aragón porque la izquierda -PSOE, Podemos, CHA e IU- han pactado ya que van a impedir su aplicación en esta Comunidad autónoma en las próximas semanas.

Silencio absoluto ha guardado también el PP aragonés tras conocerse las radicales tesis de uno de los nuevos diputados de Podemos en las Cortes de Aragón, Nacho Escartín, número tres de la lista de Pablo Echenique. Como informó ABC esta semana, Escartín ha abogado públicamente por la «disolución» del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad del Estado, por considerarlas «fuerzas represivas». En otro de sus artículos difundidos en los últimos años en internet, Escartín también ha apostado por articular una nueva izquierda en España que tenga como «referentes», como modelo a seguir, experiencias tales como el revolucionario Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas (México) o la formación filoetarra Amaiur.

El PP aragonés tampoco ha emitido reacción alguna ante estas tesis de Escartín, en una comunidad autónoma con honda tradición y decisiva presencia de las Fuerzas Armadas -con la Academia General como máximo exponente- y en la que han sufrido de lleno el terrorismo, que también tocó directamente al PP cuando, en mayo de 2001, un comando etarra mató a tiros al por entonces presidente regional del partido, Manuel Giménez Abad. En suelo aragonés, la Guardia Civil fue la diana de uno de los más brutales atentados de ETA, el que sufrió la Casa Cuartel de Zaragoza que tuvo lugar en diciembre de 1987 y que dejó 11 muertos -cinco de ellos niñas- y 88 heridos. Aquel mismo año, otra bomba de ETA se llevaba por delante un autobús de la Academia General Militar, matando a dos de sus ocupantes e hiriendo a otras 11 personas. Estos casos son una parte de la lista de atentados y de víctimas aragonesas que ha dejado el terrorismo en esta tierra.

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