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En el aeropuerto de Los Ángeles, Teija, de 7 años, espera a su padre, que ha sido retenido en Irán. Sostiene un cartel en el que se puede leer: «Quiero abrazar a mi padre»

El sueño americano se rompe en pedazos

El veto para los ciudadanos de siete países musulmanes ha provocado un auténtico drama, separando familias y destruyendo proyectos profesionales para los que querían entrar en EE.UU. o loS que viviendo allí tienen miedo de salir

MADRID Actualizado: Guardar
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EE.UU. ha sido durante siglos la tierra de las oportunidades, el sueño de millones de personas que buscaban un lugar donde progresar o donde buscar cobijo de las guerras y de las persecuciones. Este fin de semana ese sueño se ha roto para miles de personas tras la firma de un decreto que prohíbe la entrada a ciudadanos de Somalia, Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia y Yemén.

El sábado entró en vigor el veto, cuando decenas de personas procedentes de algunos de estos países ya volaban a EE.UU. Los que lograron pisar suelo estadounidense (otros fueron devueltos a su lugar de procedencia antes de embarcar rumbo a EE.UU. o durante una escala) fueron detenidos en los aeropuertos y luego liberados.

La decisión de Trump ha abierto un abismo de temor entre los ciudadanos de estos siete países vetados que querían viajar a EE.UU., pero también entre aquellos que, ya viviendo en América con los papeles en regla, tienen que salir por compromisos profesionales o familiares.

Se exponen a no poder regresar. El mundo de la ciencia, el académico (miles de estudiantes extranjeros cursan estudios en EE.UU.) y numerosas empresas, principalmente tecnológicas, ha encendido las alarmas pues parte de su personal más cualificado procede de alguno de estos países. Pero el mayor drama lo viven aquellos separados de sus familias por un decreto que no entienden.

Sir Mo Farah: «Tendré que decirle a mis hijo que no puedo ir a casa»

Ayer trascendieron muchas de las historias personales de quienes se han visto afectados de manera directa y dramática por el decreto de Donald Trump. Es el caso del atleta olímpico Sir Mo Farah, de 33 años, que vive con su familia en Portland, Oregón, pero que estos días se encuentra concentrado en Etipía, entrenándose. Ganador de cuatro oros olímpicos, el pasado 1 de enero, Mo Farah vivió un sueño al recibir el título de Caballero de manos de la Reina Isabel. Sin embargo, tan solo 26 días después, le tocó sufrir una pesadilla: el veto de Trump le ha convertido «en un extraterretre», como el propio deportista confesó este fin de semana en su página de Facebook. «Soy un ciudadano británico que ha vivido los últimos seis años en América –trabajando duro, contribuyendo a la sociedad, pagando mis impuestos y educando a mis cuatro hijos en un lugar que ellos consideran su hogar. Ahora, yo y otros muchos otros como yo no somos bienvenidos. Me preocupa que tendré que decir a mis hijos que papa no podra volver a casa y explicarles por qué el presidente está realizando una política que viene desde la ignorancia y los prejuicios».

Sir Mo Farah
Sir Mo Farah - REUTERS

A continuación, Mo Farah explica cómo llegó a Reino Unido, desde su Somalia natal, cuanto tenía ocho años. Allí tuve la oportundidad «de cumplir mis sueños. Estaba orgulloso de representar a mi país, ganar medallas para los británicos y recibir el gran honor de ser Caballero. Mi historia es un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando existen políticas de solidaridad y comprensión, y no de odio y aislamiento».

Fuad Sharef Suleman: «Vendí todo para empezar una nueva vida en EE.UU.»

A Fuad Sharef Suleman y a su familia se les rompió el sueño americano en el aeropuerto de El Cairo el pasado sábado, antes de embarcar camino a Nueva York. Después de dos años preparando el viaje de su vida, fueron retenidos en la capital egipcia durante horas, sus pasaportes confiscados, y finalmente devueltos, ayer por la noche, a su país de origen en un vuelo con destino a la ciudad iraquí de Erbil. El veto de Trump les pilló en pleno tránsito hacia una nueva vida. Para ello habían tenido que superar dos años de gestiones y comprobaciones de seguridad para lograr los papeles que les permitieran instalarse en EE.UU.

Fuad Sharef Suleman,
Fuad Sharef Suleman, - REITERSe

La familia vendió todas sus propiedades, dejaron sus trabajos y sacaron a los niños del colegio. «Nos trataron como narcotraficantes, escoltados por agentes de deportación», explica Sharef a Reuters. «Me siento culpable hacia mi mujer y mis hijos». Desmoralizado, y ya en Irak, se pregunta cómo Trump ha podido llevar adelante una decisión que ha destrozado sus sueños a pesar de haber cumplido con los requisitos. Sharef, que durante años trabajó en una empresa farmaceútica, también colaboró con organizaciones estadounidenses durante la invasión de Irak, lo que le hizo muy vulnerable frente a aquellos que le consideraban un «traidor». Esto, y la violencia continuada en el país con la presencia de Daesh, le animaron a solicitar en 2014 una visa especial creada por el Gobierno norteamericano hace varios años y que permitía acoger en suelo estadounidese a miles de ciudadanos iraquíes que habían ayudado a EE.UU. durante la invasión. «EE.UU. ha cometido un terrible error. Pensaba que ese país era una democracia, pero veo que es como una autocracia. Alguien firma algo y lo hace efectivo inmediatamente. Se parece a las decisiones que tomaba Sadam Husein, sin el respaldo del Congreso. No lo entiendo».

Nadhim Zahawi: «Por primera vez me siento un ciudadano de segunda"

El diputado tory Nadhim Zahawi, nacido en Bagdad, se cuenta también entre las víctimas de la nueva ley de Donald Trump. Aunque reside en el Reino Unido, su doble nacionalidad (británica e iraquí) le impide entar en EE.UU., según le informó su propio abogado. Nacido en la capital iraquí, Zahawi huyó de Irak y se instaló, con 9 años, en el Reino Unido en los años 70 gracias a su estatus de refugiado kurdo. Su mujer, nacida en Irak, tampoco podrá viajar a EE.UU. «Soy ciudadano británico y me siento muy orgulloso de haber sido bienvenido en este país. Estoy triste al oír que seré vetado en EE.UU. por mi lugar de nacimiento», escribía el sábado en su cuenta de Twitter, en la que reconocía sentirse «como un ciudadano de segunda clase. Por primera vez en mi vida me siento discriminado».

Nadhim Zahawi
Nadhim Zahawi - REUTERS

En declaraciones a la prensa, Zahawi señaló que esto le impedirá visitar sus hijos, que actualmente estudian en la Universidad de Princenton, adonde recientemente tuvo que viajar para cuidar a uno de ellos que estaba enfermo. «Ahora no podría hacerlo», se lamentó.

Entre la detención y la deportación

La familia Assalis, formada por dos matrimonios y sus hijos, son cristianos ortodoxos, una de las minorías más perseguidas en Siria. Aterrizaron en el aeropuerto de Filadelfia el pasado sábado, tras volar desde Doha (Qatar), adonde llegaron procedentes del Líbano. Llevaban con ellos las visas que comenzaron a gestionar en 2003. En EE.UU. ya contaban con algunos parientes. Las autoridades les ofrecieron dos opciones: ser detenidos y retirarles la documentación o volar a Doha. La familia optó por la segunda opción.

No podrá disfrutar de su beca en Harvard

Seyed Soheil Saeedi Saravi es un joven científico iraní que no podrá disfrutar de su beca de medicina cardiovascular en la Universad de Harvard. Según el profesor Thomas Michel, que ha supervisado su trabajo, este joven iraní, que ya había sido investigado, tiene «un enorme potencial que podría contribuir a entender mejor las enfermedades del corazón», declaró a «The New York Times». La nueva ley de Trump ha provocado que tanto su visa como la de su mujer hayan sido suspendidas indefinidamente.

«Si no vuelvo pronto lo perderé todo»

Daria Zeynalia volvía de Irán, donde había pasado unos días de vacaciones, cuando fue desalojada del avión que estaba a punto de despegar del aeropuerto de Estambul. Todos los pasajeros habían embarcado cuando unos agentes entraron repitiendo su nombre. Con residencia en EE.UU., donde tiene casa y coche, en noviembre de este año sería apta para recibir la nacionalidad. Ahora no sabe cuándo podrá volver. «¿Qué pasará con mi trabajo? Si no regreso pronto lo perderé todo».

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