El presidente filipino, Rodrigo Duterte, asiste a la inauguración del Centro de Rehabilitación y Tratamiento de Drogadicciones
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, asiste a la inauguración del Centro de Rehabilitación y Tratamiento de Drogadicciones - EFE

De narcotraficantes a activistas pro derechos humanos: las nuevas amenazas del presidente Duterte

El mandatario filipino la emprende con los críticos a su política de «disparar a matar»

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El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha amenazado con extender su sangrienta guerra contra el narcotráfico a aquellos activistas pro derechos humanos que critiquen la política de «disparar a matar.

«Los defensores de los derechos humanos dijeron que ordené los asesinatos. Les digo “OK”. Vamos a parar. Dejaremos (a los consumidores de drogas) multiplicarse para que cuando llegue el tiempo de cosecha, más gente muera», aseguró el mandatario, quien posteriormente añadió: «Os incluiré (en referencia a los activistas) porque sois la razón de que sus números aumenten».

Convertida en una de sus principales promesas de campaña, Duterte, quien asumiera la Presidencia el pasado 30 de junio, aboga por un plan de recompensas para acabar con los señores de la droga, así como por el regreso de la pena de muerte.

Una política importada de sus dos décadas como alcalde en la ciudad de Davao. «Si te resistes y muestras resistencia violenta, mi orden a la Policía será disparar a matar. Disparar a matar contra el crimen organizado. ¿Habéis oído esto? Disparar a matar contra el crimen organizado», proclamó tras conocer su victoria.

A mediados de octubre, la Policía reconocía que cerca de 2.300 personas habían muerto en operaciones de las fuerzas armadas o asesinados por patrullas ciudadanas desde el inicio de la nueva Administración (a pesar de que la cifra original era de 3.600 personas, el guarismo fue reducido entonces por la propia Policía).

«Si Alemania tenía Hitler, Filipinas tendrá ...», llegó a asegurar Duterte en un discurso en la ciudad de Davao, procediendo luego a una pausa para señalarse a sí mismo.

«Hay tres millones de adictos a las drogas (en Filipinas) y seré feliz de sacrificarlas», aseveró Duterte, quien destacó haber sido «retratado como algún primo de Hitler» por los críticos.

Otro comentario sonoro fue su reciente ilustración sobre las víctimas de esta política, sobre quienes aseguró que no pueden ser considerados «humanos». «¿Crímenes contra la humanidad? En primer lugar, me gustaría ser sincero con ustedes: ¿Son seres humanos? ¿Cuál es su definición de ser humano?», aseguró el mandatario durante una visita a un campamento militar, de acuerdo a las transcripciones de su discurso. «No se puede hacer una guerra sin matar», recordaba.

Recientemente, Duterte se veía envuelto en una nueva polémica tras las acusaciones vertidas por un exsicario sobre el presunto encargo de asesinato de rivales políticos cuando era alcalde en la ciudad de Davao. «Nuestro trabajo era matar a criminales como vendedores de drogas, violadores o ladrones», reconocía Edgar Matobato, de 57 años y exmiembro de los «escuadrones de la muerte» en su declaración durante una comisión de investigación del Senado.

Los recuerdos de Davao

Antiguo líder de Davao, población de millón y medio de habitantes de la isla sureña de Mindanao, sobre Duterte pesan lazos con los grupos de vigilantes o patrullas urbanas que sumergieron a la ciudad en el terror. De igual modo, siempre según el testimonio del exsicario, al menos en una ocasión Duterte participó de forma directa en las ejecuciones. El incidente se remonta a 1993, cuando el grupo de vigilantes se enfrentó a un agente del departamento de Justicia durante una misión. «El alcalde Duterte fue quien acabó con él. Jamisola (el funcionario asesinado) todavía estaba vivo cuando (Duterte) llegó. Vació dos cargadores de subfusil uzi sobre él», aseveró Matobato, quien estima el número de muertos en más de 1.000 durante un período 25 años.

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