Las mujeres que lideran Europa siguen siendo conservadoras

Con un mensaje conciliador con socialdemócratas, liberales y verdes, la elección de Von der Leyen para presidir la Comisión llega en un momento de crisis en el conservadurismo europeo con cada vez más hiperliderazgos basados en políticas identitarias

AKK (izquierda), Von der Leyen (centro) y Merkel (Derecha)
F.J. Calero

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En «Years And Years», la miniserie del momento en Reino Unido, la millonaria Vivienne Rook logra llegar al poder por medio de soluciones tan simples como macabras para problemas complejos como la inmigración, bromas de mal gusto e insultos en horario de máxima audiencia que dan nombre a su proyecto político: «El partido cuatro estrellas», por los asteriscos que los medios han usado para la palabra «fuck» en antena. La actriz Emma Thompson encarna una líder al galope del espíritu de nuestro tiempo contra las élites, una estrella de la televisión a medio camino entre Nigel Farage, Donald Trump y Beppe Grillo . Hiperliderazgos de hombres que hablan como el pueblo que dicen representar y que aterrizan en la política para solucionar los problemas sin las cadenas de lo políticamente correcto.

Esta semana, el propio Farage ha puesto en duda la legitimidad de la victoria de la democristiana Ursula von der Leyen por solo nueve apoyos por encima del mínimo. A su vez, los críticos del eurodiputado británico le han recordado que la salida británica de la Unión Europea se decidió por un 51,9% de los votos en el referéndum -culmen de la democracia tal como la entiende el nacionalpopulismo-, solo unas décimas más de la votación del pasado martes en la Eurocámara. En la era de la desconfianza y el hartazgo contra las élites, la democracia europea ha optado por un modelo a contrapié de los tiempos para dirigir la nave europea.

Hija de un funcionario de la Comisión que llegó a presidir Baja Sajonia con la CDU, Ernest Albrecht, y casada con un aristócrata, Ursula Von der Leyen (Bruselas, 1968) encarna un conservadurismo europeo en plena crisis de identidad, como remarcó hace unas semanas el semanario británico « The Economist », al menos tan profunda como la socialdemocracia. En Italia la formación de Silvio Berlusconi languidece en torno al 6% de los sufragios como la derecha gaulllista francesa de Los Republicanos , que teme su descomposición después de la salida de su último líder Laurent Wauquiez. Incluso, la nieta de Jean-Marie Le Pen, Marion Maréchal (que rehúye del célebre apellido) ha sugerido a la formación una gran unión bajo el paraguas de una sola familia conservadora con tintes «iliberales».

Con un discurso marcadamente feminista y social, Von der Leyen buscó los votos del Partido Socialista Europeo, los verdes y también liberales de la Eurocámara pese a que en cada vez más Estados miembros el centro-derecha se ha ido escorando a un mensaje más identitario con el que tapar las fugas hacia formaciones «antiestablishment» y antiglobalización.

A priori alejados de su discurso feminista, Von der Leyen contó también con los apoyos -al menos públicamente, porque la votación del martes fue secreta- con representantes políticos de los países del Visegrado (Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia). El partido de gobierno en Polonia, Ley y Justicia (Conservadores y Europeos, ECR), anunció su apoyo a la democristiana alemana, y su socio húngaro, el Fidesz (Partido Popular Europeo), celebró con unas viñetas tuiteadas por el secretario de internacional del primer ministro Viktor Orban el fin en la carrera por la presidencia de la Comisión del laborista neerlandés Frans Timmermans (firme como Vicepresidente de la CE en la defensa del Estado de derecho) y el líder de los populares europeos, Manfred Weber. El socialcristiano bávaro aprobó la decisión de suspender a la formación húngara de sus filas por sus ataques figuras como el presidente saliente de la Comisión Jean-Claude Juncker, también del PPE.

Angela Merkel apura sus últimos años en el poder afianzando su legado sentada junto a la presidenta electa de la Comisión y ex ministra alemana de Defensa y Annegret Kramp-Karrenbauer , su sucesora al frente de la CDU y quien asume ahora la cartera de nueva ministra de Defensa. Una fotografía como icono del pasado, presente y futuro de la democracia alemana y europea. También de líderes que no pretenden surfear las mareas de indignados. Ante el apogeo de los machos alfa que no reculan públicamente, como Trump, Salvini, Putin, Orban y un largo etcétera, «parece haber un patrón que cuando el centro-derecha es la fuerza (principal) en el gobierno pero tiene un trabajo muy difícil por delante que requiere un amplio apoyo, la solución resultante es una mujer en el puesto ejecutivo principal», concluía un análisis del portal especializado Vote Watch Europe . «Esto indica que lo que quiere la izquierda no es simplemente mujeres líderes, sino mujeres con líderes con ideas progresistas», continúa en su análisis.

En 2014, Von der Leyen alojó temporalmente a un joven refugiado sirio en su casa y lo ayudó a encontrar un aprendizaje. «Él enriqueció nuestras vidas. Tantos refugiados quieren poner sus pies en Alemania y hacer algo en Alemania. Debemos asumir y admitir esta unidad, luego la integración será exitosa», ha afirmado.

La honestidad, inteligencia y decisión son consideradas cualidades de liderazgo «absolutamente esenciales» por al menos ocho de cada diez adultos encuestados por el Instituto estadounidense Pew Research . Sin embargo, este estudio publicado en 2015 concluye además que las mujeres son mucho más propensas que los hombres a decir que ser compasivo es absolutamente esencial en un líder: el 66% de las mujeres lo dice, en comparación con el 47% de los hombres.

Además de la presidenta electa de la Comisión, los conservadores han elegido a más mujeres para liderar los puestos más altos del Estado. En 2016 Theresa May sucedió a David Cameron liderando sin mucho éxito en casa la negociación sobre el acuerdo de salida de Reino Unido. Con voz quebrada y sin autoridad incluso en su propio gobierno, May anunció en mayo su dimisión después de tres votaciones fallidas en el Parlamento sobre el acuerdo con Bruselas: «Pronto dejaré el trabajo que para mí ha sido el honor de mi vida». Algunos tabloides se mofaron de sus lágrimas. «Tearesa May», tituló en portada el sensacionalista «The Sun» en un juego de palabras con el nombre de la todavía premier y las lágrimas en las horas previas al anuncio de su dimisión.

Otras líderes del centro-derecha son las dos ex primeras ministras polacas, Kopacz y Szydlo (de dos partidos de centro derecha diferentes), y la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, y la lituana Dalia Grybauskaite, a quien muchas quinielas situaban al frente de la diplomacia europea hasta el nombramiento del español Josep Borrell. En número el conservadurismo europeo ha elegido a mas mujers líderes que la izquierda con la rumana Dancila y las presidentas de Malta (Marie-Louise Coleiro Preca) y Eslovaquia (Zuzana Caputova).

El aplaudido discurso de Von der Leyen en la Eurocámara no se aleja demasiado del de Juncker hace cinco años cuando también buscaba paridad en la Comisión: «El equilibrio de género no es un lujo; es un deber político y debe ser evidente para todos, incluso para los líderes de todas las capitales de nuestros estados miembros cuando se trata de su propuesta para la elección de los miembros de la próxima comisión», dijo su predecesor. Finalmente el dirigente luxemburgués tuvo que contentarse con una representación de 19 hombres por 9 mujeres. De momento, la exigencia de la democristiana, que pidió que cada país miembro postulara a un hombre y una mujer, está lejos de cumplirse: para la nueva Comisión suenan de momento los nombres de nueve hombres y cinco mujeres, incluyendo a la propia Von der Leyen.

En los 60 años de historia de la UE, solo ha habido dos presidentas del Parlamento Europeo, Simone Veil y Nicole Fontaine , y ninguna del Consejo ni la Comisión ni el Banco Central Europeo. «Si los estados miembros no proponen suficientes comisarias, no dudaré en pedir nuevos nombres», prometió la democristiana al Parlamento. Parece cumplir la máxima de la reputada historiadora británica en su manifiesto «Mujeres y poder»: «Si no se percibe que las mujeres están totalmente dentro de las estructuras de poder, ¿no es seguramente el poder lo que necesitamos redefinir en lugar de las mujeres?».

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