Un grupo de refugiados entre Macedonia y Serbia este lunes
Un grupo de refugiados entre Macedonia y Serbia este lunes - AFP

Miles de refugiados se juegan la vida bajo la nieve

Varios länder alemanes se unen a la decisión de confiscar el dinero de los inmigrantes

Berlín Actualizado: Guardar
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Los caminos están intransitables de hielo y nieve en los Balcanes. Mientras Centroeuropa ha ido ordenando el flujo de refugiados y ofreciendo cientos de miles de plazas en trenes y autobuses, o cobijándolos en albergues bajo techo, en otros países de tránsito familias enteras siguen cruzando a pie a través de caminos helados y temperaturas extremas. La organización Save the Children denuncia que «la situación es absolutamente desesperada».

«Son los más pobres, los que no han podido pagar a los traficantes de personas. Atendemos a muchos niños con neumonía, llegan al final de cada jornada agotados, con los labios amoratados y otros signos de hipotermia… y a la mañana siguiente emprenden de nuevo el camino porque el objetivo es pasar este infierno cuanto antes, y llegar a Alemania», relata a los medios alemanes la portavoz de esta organización, Valentina Bollenback, desde la frontera entre Serbia y Macedonia.

Este es uno de los principales argumentos por los que Angela Merkel se niega a cerrar las fronteras de Alemania, a pesar de la evidencia de que la sociedad germana a duras penas puede seguir digiriendo tal flujo de refugiados. El ministro de Interior, Thomas de Maiziére, estudia la posibilidad de mantener los controles fronterizos establecidos al final del año pasado de forma indefinida, con el objeto de controlar la identidad de quienes entran, llevar contabilidad del fenómeno migratorio e impedir la entrada de quienes no cumplen con los requisitos del derecho de asilo. Pero esa decisión, aparentemente de sentido común, tendría serias consecuencias, puesto que los controles fueros establecidos solo como una excepción de urgencia al tratado de libre circulación Schengen.

Entre Macedonia y Grecia

Cerca de 2.000 refugiados se agolpan esperando cruzar la frontera entre Macedonia y Grecia, tras la reapertura restringida del paso fronterizo de Idomeni. Unos mil se resguardan del frío en tiendas de campaña climatizadas y otros 500 sobreviven en el aparcamiento de una estación de servicio, a 12 kilómetros de la frontera. Macedonia cerró la noche de martes la frontera con Grecia después de que Eslovenia lo solicitase por «problemas técnicos» en sus vías ferroviaria.El Gobierno de Skopje ha anunciado que volvería a reabrir el paso, pero solo a aquellos refugiados que dispongan de un certificado que asegure que su destino final es Austria o Alemania.

Las noticias de ese precario fluir humano causan más frío que las temperaturas invernales. Los mensajes de acogida que escucharon meses atrás se han tornado en gélidos intentos de evitar su llegada. El Parlamento de Dinamarca ha decidido hoy seguir adelante con la reforma de su ley de asilo, que será votada el 26 de enero y que legislará la creación de campos de refugiados en los que se permitirá a la policía registrar a los inmigrantes y confiscarles el dinero que exceda los 10.000 coronas danesas (1.340 euros), así como los objetos cuyo valor sea superior a 10.000 coronas. Dinamarca, con 21.000 solicitudes de asilo en 2015, es uno de los países europeos que más peticiones ha recibido en relación a su población (5,4 millones de habitantes) y se esfuerza por hacerse menos atractivo como destino. Prácticas similares se llevan ya a cabo en Suiza y en varios Länder alemanes.

El primer ministro de Suecia, Stefan Lofven, ha lamentado hoy que la incapacidad mostrada hasta ahora por Europa para responder de forma conjunta al problema pone en riesgo al bloque comunitario y a su sistema de libre tránsito de personas. «La UE quedará debilitada dramáticamente, así como Schengen», ha declarado en Davos. Solo a su país han ingresado 160 000 en 2015, 114 000 en los cuatro últimos meses del año, entre los que había 26 000 menores solos. Noruega, por su parte, ha iniciado hoy las expulsiones enviando a 67 refugiados de vuelta a Rusia, desde donde cruzaron a su territorio el verano pasado. En total expulsará a unas 5.000 personas en durante las próximas semanas por ese mismo procedimiento.

A la espera de que el resto de los socios europeos se impliquen en la gestión de esta crisis, los países más afectados modifican sus normas de inmigración y fronterizas para tratar de hacerse con el control. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha recordado hoy que la muerte de refugiados en los mares Mediterráneo y Egeo constituye una «vergüenza» para Europa, “par su civilización y su cultura” y pone en evidencia que los traficantes de personas siguen actuando con gran liber

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