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Una cuarta parte de la Policía afgana abandonó el cuerpo en 2015

El Gobierno sufre por mantener unidas a las fuerzas de seguridad pese al pobre rendimiento de sus oficiales y la presión de los talibán

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Más de 36.000 policías afganos, una cuarta parte del total de esta fuerza, abandonaron el cuerpo en 2015, según un devastador informe del Ministerio del Interior de Afganistán que ha obtenido en exclusiva el 'Wall Street Journal', debido al incremento de los ataques talibán y de la falta de un liderazgo sólido entre la oficialía.

Esto sucede a pesar los más de 18.000 millones de dólares que ha aportado Estados Unidos para el entrenamiento y desarrollo de la fuerza policial afgana tras la retirada del grueso de los militares internacionales en el país centroasiático a finales de 2014. La confianza institucional se ha derrumbado ante la ausencia de un ministro de Defensa y la moral se encuentra en un punto casi sin retorno tras el sangriento retorno talibán a la campaña de atentados: solo el pasado mes de enero fallecieron 200 agentes.

Según la Coalición internacional, la insurgencia talibán controla –o goza de gran influencia– en una tercera parte del país, sin necesidad de haber capturado las principales ciudades. La Policía, sin apoyo militar, se ha visto sobrepasada por los acontecimientos. Desde el Gobierno de Kabul, sin embargo, se asegura que están preparando nuevas medidas para contener la presión de los rebeldes.

«Tenemos muchos planes en preparativa para mejorar aún más la capacidad de nuestras fuerzas. Hemos desplegado refuerzos masivos en los últimos meses», ha explicado el portavoz Sediq Sidiqqui.

Sin embargo, reina la preocupación más allá de la capacidad operativa de las fuerzas de seguridad, en especial por la parte que toca a la Policía afgana, mal pagada y acusada de extorsionar a los civiles a cambio de protección dentro de un sistema mancillado por la corrupción en el que los superiores se embolsan el dinero que debería ir a parar a los sueldos y a las mejoras del equipo de combate.

Desde el Ejército de Estados Unidos no se ha dado una respuesta pública a este informe, pero el 'WSJ' tiene constancia de una propuesta para aligerar la gestión burocrática de la Policía a partir de la integración de sueldos y datos de personal en una base de datos que permita identificar las zonas más aquejadas por la corrupción y los ataques talibán.

«El sistema actual», explica el coronel Robert McVay, «no es muy claro a la hora de destacar las tendencias actuales entre el Ejército y la Policía porque todos los datos se introducen manualmente».

Así las cosas, el Gobierno afgano intenta proseguir con su estrategia y llenar los vacíos resultantes de esta difícil situación, con decisiones como la del nombramiento de un nuevo ministro del Interior, el general Taj Mohamad Hayid –su sustituto dimitió del cargo por estos motivos–, un comandante militar con décadas de experiencia en combate.

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