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Un policía custodia un centro en el que están expuestas las intstrucciones para votar - AFP

Aung San Suu Kyi, favorita en las elecciones de este domingo en Birmania

La Nobel de la Paz no podrá ser presidenta, por limitaciones constitucionales, pero mandará en el Gobierno si gana

ENVIADO ESPECIAL A RANGÚN Actualizado: Guardar
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Con una camiseta de Aung San Suu Kyi. Dejando claras sus intenciones, así ha votado este domingo Shin Thant, una mujer de Yangón (Rangún) de 40 años, en las primeras elecciones relativamente libres que se celebran en Birmania desde 1990. «Ella debe ganar porque trabaja muy duro para la gente», explicaba el viernes tras comprar dicha camiseta en la sede de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de la premio Nobel de la Paz.

Tras pasarse 15 años bajo arresto domiciliario por orden de la anterior Junta militar, que dirigió con puño de hierro este hermoso pero paupérrimo país del Sudeste Asiático durante décadas, Aung San Suu Kyi es la gran favorita de estos comicios, pero, paradójicamente, no podrá ser presidenta por orden constitucional.

En 2008, los militares promulgaron una Carta Magna especialmente pensada contra ella. Para empezar, uno de sus artículos prohíbe ser presidente a quien esté casado con un extranjero o tenga hijos con uno, lo que inhabilita a Suu Kyi porque es viuda del profesor británico Michael Aris, con quien concibió dos hijos que viven en el Reino Unido.

Para obtener mayoría absoluta, el partido de Aung San Suu Kyi necesita el 67 por ciento de los votos

Además, otro capítulo reserva a los militares el 25 por ciento de los escaños del Parlamento. Eso obliga a la formación de Aung San Suu Kyi a lograr el 67 por ciento de los escaños para tener mayoría absoluta. Por su parte, el gobernante Partido por el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión, dirigido por el antiguo general y hoy presidente Thein Sein, solo necesita un cuarto de los escaños para seguir manteniendo el poder junto al Ejército.

Después de una brutal dictadura que se remonta a 1962, la cara de asco que ponen los birmanos cuando se les menciona a los militares es tan expresiva como la sonrisa que les ilumina el rostro cuando se les pregunta por «La Dama» o «Madre Su», como se conoce popularmente a la Nobel de la Paz. Por eso, la cuestión no es saber si su partido ganará las elecciones, algo que parece evidente, sino por cuánto, y si esa victoria basta para formar Gobierno.

A pesar del apoyo masivo con que cuenta, no le resultará fácil porque el actual Ejecutivo, reformista pero formado por antiguos generales, ha permitido la proliferación de partidos para atomizar a la oposición. En total, 6.000 candidatos de 90 formaciones compiten por 330 escaños en la Cámara Baja, 168 en la Alta y 644 diputados estatales y regionales.

Budistas en contra

Aung San Suu Kyi también tiene en contra a un importante sector de los monjes budistas, que suman en total medio millón y son muy influyentes en Birmania, sobre todo en las zonas rurales. Liderado desde Mandalay por el monje Wirathu, que se autodefine como el «Bin Laden del budismo», el Movimiento Ma Ba Tha apoya al presidente Thein Sein por sus recientes leyes religiosas para frenar la propagación del Islam. Su discurso nacionalista, que explota el miedo al yihadismo, ha avivado el sentimiento antimusulmán en Birmania.

«Durante la Revuelta Azafrán, en 2007, los monjes apoyábamos a Aung San Suu Kyi cuando protestamos contra la Junta militar, pero ya no me gusta porque respalda a los Rohingyas», explica U Ohattama, profesor en un monasterio del estado occidental de Rakhine, refiriéndose a la etnia musulmana perseguida en Birmania. Curiosamente, «La Dama» ha sido criticada en Occidente porque, como Nobel de la Paz, no ha alzado su voz contra la represión sobre dicha minoría. Debido a los disturbios interétnicos que se han cobrado más de 200 muertos y 140.000 desplazados desde 2012, el monje U Ohattama segura que «Wirathu es un héroe porque soluciona los problemas entre los budistas y los musulmanes».

Después de que la Junta militar anulara su arrolladora victoria en 1990, el partido de Aung San Suu Kyi tiene hoy su oportunidad de culminar la transición iniciada hace cuatro años y devolver la democracia a Birmania. La duda es saber si tendrá la mayoría o deberá aliarse con otro partido.

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