Un afroamericano en Nueva York: «Tienen que arder coches de policía para que nos hagan caso»

El drama ha aflorado por una muerte grabada con el móvil, la de George Floyd en Mineápolis, casi nueve minutos de asfixia a manos de un policía que ha traumatizado al país

Una protesta en rechazo al asesinato de George Floyd en el Time Square en Nueva York AFP

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Jeff camina con su novia agarrado a un refresco y con la mascarilla caída sobre la papada. Camina, como el resto de la manifestación en Atlantic Avenue, una de las arterias de Brooklyn, sin dirección clara. Igual que la ola de protestas y violencia que ha tomado EE.UU. en los últimos días. Y como el drama que ha ocupado la atención del mundo, el de los abusos policiales y el racismo estructural hacia la minoría negra . Ha aflorado por una muerte grabada con el móvil, la de George Floyd en Mineápolis , casi nueve minutos de asfixia a manos de un policía que han traumatizado al país. Pero el drama estaba cosido a estas mismas calles de Brooklyn y en las ciudades de todo el país. Es una lacra fundacional de EE.UU. que el país no se ha sacudido: ni con una guerra civil, ni con la conquista de derechos civiles en los sesenta, ni con el ascenso de un negro a la presidencia.

«Ahí mismo me pararon una vez», señala Jeff con el dedo a una esquina. «Iba en el coche con mi novia. Porque sí. Para sacarme algo. Eso a un blanco no le pasa, punto. Por esto -se señala la piel de su antebrazo-. Es suficiente para considerar que estás haciendo algo malo».

Como la mayoría del tiempo, la protesta es pacífica. Los antidisturbios caminan con calma entre la multitud, que corea las consignas habituales -«No puedo respirar», las palabras de Floyd, o «Sin justicia no hay paz»- mientras los vecinos salen a las ventanas y a las puertas a aplaudir. Pero Nueva York, como casi todas las grandes ciudades del país, desciende al caos cada noche , con el ruido constante de los helicópteros y de las sirenas de la policía. Ocurrió la noche anterior, con enfrentamientos con la policía, coches quemados, destrozos, y ocurrirá esta.

«Es necesaria», dice Jeff sobre la violencia. «Lo hemos intentado de forma pacífica y aquí estamos», dice sobre las mismas calles que pisaron los líderes del movimiento negro hace medio siglo y que ahora caminan muchas personas que siguen en barrios que son todavía guetos, con atención sanitaria deficiente y sin un sistema educativo que proporcione oportunidades. «Tienen que arder coches de policía para que nos hagan caso», lamenta.

La violencia y los saqueos se llevan la atención y los titulares y desdibujan la raíz del problema, la posibilidad de que un agente de policía considere válido ahogar hasta la muerte a una persona esposada, y que sus tres compañeros no hagan nada para evitarlo. Brandon, un científico de Detroit (Michigan), no la justifica, pero la comprende. «Es una llamada de atención de que estamos cansados de ser maltratados, de esta injusticia», dice sobre los abusos policiales y el racismo. «Yo lo he sufrido toda la vida. Es triste que me esté acostumbrando».

Acusarlo de asesinato

Cuando se les pregunta qué justicia merece la muerte de George Floyd , la mayoría de manifestantes con los que ha hablado este periódico responden que se acuse de asesinato al agente -Derek Chauvin, que enfrenta cargos de asesinato no intencionado- y que se procese también a los otros tres agentes. Con un megáfono en la mano y un discurso tranquilo y bien construido, Gifted -así se hace llamar este músico y letrista nacido en Sant Lucía y criado en Texas- aseguró que «el país tiene que sentarse y tener una conversación honesta, profunda y, probablemente, incómoda de cuál es su pasado, quién es responsable y qué hacer a partir de ahora».

Es una opción improbable en el EE.UU. del ‘Make America Great Again’ -’Hacer grande otra vez a EE.UU.’- de Donald Trump, un presidente que azuza las protestas con exigencias de mano dura y sin sombra de crítica sobre las prácticas de la policía. Pero tampoco en el ‘America, second to none’ -América, por detrás de nadie- de Joe Biden o del partido demócrata: el alcalde de Mineápolis, el gobernador del estado de Minnesota, su fiscal general y una de las dos cámaras legislativas estatales las controlan los demócratas.

«EE.UU. se contradice a sí misma cuando apoya a otros países que luchan por salir de la opresión. Cuando se trata de la gente que está aquí oprimida, se habla de otra manera y les llamamos ‘matones’», dice Gifted.

Él cree que se necesita un cambio radical de actitud en la policía , que debe empezar por condenas contundentes que no se producen. «Su indiferencia es repugnante», condena. «Tienen que ser capaces de vernos como hermanos y hermanas, entonces harán las cosas de manera diferente«. Hoy en día, eso es una quimera. La desconfianza mutua entre la policía y las comunidades de minoría negra, alimentada durante décadas, parece hoy más difícil de salvar que nunca y que las protestas consigan avances es cuestionable.

«No soy optimista», asegura Erika, agarrada a su hija, delante de una línea de antidisturbios en la avenida Flatbush, el epicentro de los incidentes en Brooklyn. «Para mí, para que haya justicia, estos jóvenes no pueden parar hasta que haya cambios», dice mientras levanta la vista hacia los manifestantes que llevan una semana en las calles. «Cada vez que paramos, cada vez que dejamos de ser agresivos seis meses después, un hombre negro vuelve a ser asesinado, un hombre negro vuelve a ser linchado».

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