La Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, y el canciller iraní Mohamad Zarif, este martes en Lausana
La Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, y el canciller iraní Mohamad Zarif, este martes en Lausana - afp

Obama rebaja expectativas en su tan deseado acuerdo nuclear con Teherán

Los negociadores barajan darse una nueva prórroga ante las dificultades para lograr un compromiso con garantías con Irán

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Las potencias que negocian eliminar la capacidad de Irán para dotarse del arma nuclear aparecían este martes dispuestas a rebajar el listón de sus expectativas y a conformarse con una declaración sobre una especie de preacuerdo genérico que deberá desarrollarse en sustancia y en detalle en el futuro. A punto de agotarse el límite del 31 de marzo, las delegaciones reunidas en Lausana (Suiza) hicieron saber que podrían prolongar sus deliberaciones un día más, de forma que la declaración final podría hacerse pública este miércoles. Pero no se espera que en ese comunicado se expresen compromisos detallados. Ante la posibilidad de que todo quede en una declaración vacía de contenido, Washington amenazó con dar por fracasadas las negociaciones si no hay un preacuerdo que garantice que habrá un pacto más pronto que tarde.

En cualquier caso, se abriría una nueva etapa negociadora con otra fecha límite –esta vez se supone que última. Inicialmente ya se había previsto una prórroga hasta junio para cerrar detalles técnicos, pero ahora tendrá que dedicarse a cuestiones sustantivas, en las que siguen habiendo discrepancias. El presidente Obama tendrá que esperar para alcanzar el tan deseado acuerdo nuclear.

En una intensa jornada negociadora, Irán exigió no firmar ningún documento escrito que especificara un principio de acuerdo en lo sustancial. Teherán no desea entrar en la nueva fase negociadora con las manos atadas. El pase a lo que en realidad es una tercera prórroga en los diez años de negociaciones con Irán muestra la resistencia de la Administración Obama a plantarse, necesitada políticamente de un acuerdo final que ponga en valor el legado personal del presidente.

En la mesa a la que sienta frente a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Rusia y China) más Alemania, Irán confirmó su disposición a limitar su capacidad nuclear al uso civil, pero los principales asuntos siguen abiertos. Así, es posible que el comunicado que se haga público no determine si las sanciones internacionales contra Irán se levantarán progresivamente o de inmediato, ni siquiera si serán retiradas efectivamente o simplemente suspendidas. Tampoco concretaría cómo Irán va a restringir su actividad nuclear ni las condiciones en las que trabajarían los inspectores internacionales encargados de supervisar los acuerdos.

El objetivo de Estados Unidos es alargar el tiempo que puede tardar Irán entre decidir secretamente la producción de una bomba atómica y efectivamente disponer de ella. Washington estima que en la actualidad ese plazo es de tres meses y la pretensión es alargarlo a un año, de forma que diera tiempo a la comunidad internacional para detectar el proceso y pararlo.

Pero los cálculos que había venido haciendo Estados Unidos se basaban en el supuesto de que Irán enviaría a Rusia sus depósitos de uranio enriquecido, para que ese país los adecuara para uso civil en el único reactor nuclear comercial iraní. Si Teherán logra tener siempre a su disposición esos depósitos, como pretende, el riesgo de su uso militar aumenta, quedando en función del acceso que Irán conceda a los inspectores internacionales.

«El envío de los depósitos de uranio fuera iba a ser la victoria crucial de la Administración», afirmó el republicano Ed Royce, presidente del Comité de Exteriores de la Cámara de Representantes. «Y si iban a ganar en este punto era porque iban a ceder en cualquier otro. Ahora parece que la lógica ha sido tirada por la ventana», dijo Royce tras la aseveración de Irán de que, en contra de lo que se creía, no enviará al exterior su uranio enriquecido.

El Departamento de Estado negó haber jugado todo a esa carta y aseguró que había «otras disposiciones que aportaban lo necesario en términos de resultado final». El lunes por la noche, John Kerry admitió que aún quedaban «asuntos espinosos» por resolver. Indicó que durante el lunes había habido «algo más de luz» en la negociación, pero ya venía a anticipar que al día siguiente se llegaba al límite de tiempo con las cosas bastante como estaban.

Divergencias internas

La rigidez negociadora de Irán ha sido atribuida a las presiones del líder espiritual iraní, el ayatolá Alí Jamenei, que al parecer ha preferido retrasar la concreción de cualquier concesión. En julio del año pasado, Jamenei frustró tentativas negociadoras del presidente Hasán Rohani, al afirmar que Irán necesitaría 190.000 centrifugadoras para enriquecimiento de uranio en su programa nuclear. Sus declaraciones se producían cuando Estados Unidos creía que Irán se estaba comprometiendo a que el número de centrifugadoras quedara por debajo de 10.000. Zarif negó esta semana que existan divergencias internas entre los iraníes e indicó que son los otros países los que tienen dificultades para ponerse de acuerdo entre ellos. Una encuesta publicada por el «Washington Post» indica que el 59% de los estadounidenses está de acuerdo en llegar a un acuerdo nuclear con Irán, aunque un porcentaje similar cree que ello no evitará que el régimen iraní consiga tener la bomba atómica.

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