Umarali Kuvatov
Umarali Kuvatov

El asesinato de un opositor tayiko en Estambul desata la alarma entre exiliados

En los últimos años se han producido en suelo turco una decena de ejecuciones de este tipo, sobre todo de militantes chechenos

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El opositor Umarali Kuvatov, originario de Tayikistán, fue abatido en la noche del pasado jueves de un disparo en la cabeza tras haber cenado con su familia en la casa de un amigo, en el distrito de Fatih de Estambul. El pistolero abandonó la escena rápidamente, y se encuentra en busca y captura por las autoridades turcas.

La historia de Kuvatov no carece de elementos novelescos. Un antiguo empresario petrolífero que hacía negocios con varios miembros de la familia de Emomali Rahmon, presidente de Tayikistán desde 1992, cayó en desgracia a principios de esta década, por lo que se vio forzado a abandonar el país en 2011. Residió en Rusia y Dubai, donde creó el llamado «Grupo 2», una agrupación compuesta mayoritariamente por hombres de negocios descontentos que denuncian la corrupción y el autoritarismo del régimen tayiko.

Algo que Rahmon no parece dispuesto a tolerar. Tras instalarse en Turquía, donde reside una importante comunidad tayika, Kuvatov trató de organizar una campaña de protestas masivas para desestabilizar al régimen. Esto motivó que, a finales del año pasado, el «Grupo 24» fuese tachado de «organización extremista» por el gobierno tayiko, que asegura –sin aportar evidencias- que sus miembros envían combatientes islamistas a Siria. Esta misma semana, un miembro de «Grupo 24» ha sido condenado a 17 años de cárcel por su pertenencia a la organización.

El régimen tayiko, además, se ha pasado estos años presionando para que Kuvatov fuese extraditado. En 2013, el disidente fue detenido en Emiratos Árabes Unidos, y el pasado diciembre lo fue en Turquía, en ambas ocasiones a petición de las autoridades de Tayikistán, pero fue puesto en libertad en ambas ocasiones.

¿Posible envenenamiento?

Algunos comentaristas turcos han especulado con una posible relación entre esta petición de extradición y el hecho de que el presidente Rahmon anunciase a principios de año que Tayikistán podría cerrar todas las escuelas del movimiento Gülen en el país. La medida sería una exigencia del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que en estos días persigue con encono a los gülenistas, como requisito imprescindible para la entrega de Kuvatov.

La situación fue considerada lo suficientemente creíble como para motivar la protesta del vicepresidente de la ONG estadounidense «Freedom House», Robert herman, quien alertó contra esta extradición. «En los últimos años, varios miembros de la oposición política de Tayikistán han sido atacados físicamente, enjuiciados y encarcelados. Si es enviado de vuelta a Tayikistán, Kuvatov no podrá recibir un juicio justo, y estará en serio riesgo de maltrato en prisión. Turquía debe recordar sus obligaciones bajo la legislación internacional de no entregar a ningún individuo a países donde podrían sufrir torturas», aseguró.

Fuera como fuese, algo se torció. Otros opositores tayikos han denunciado que Kuvatov y su familia habrían sido envenenados durante la última cena de este disidente, quien, al encontrarse mal, habría salido a tomar aire a la calle, donde el pistolero acabó con él. Su mujer y sus dos hijos pequeños perdieron la consciencia más o menos a la vez, lo que refuerza la tesis del envenenamiento.

Una larga estela de crímenes

«Las autoridades turcas deben investigar el asesinato de Umarali Kuvatov de forma imparcial. La investigación debe estudiar todas las posibles motivaciones para su asesinato, incluyendo sus actividades políticas», protestó ayer Hugh Williamson, director para Europa y Asia Central de Human Rights Watch. Otras ejecuciones similares no han sido resueltas de forma satisfactoria.

Porque el de Kuvatov es en realidad el último de una larga serie de asesinatos de disidentes de países y regiones del espacio postsoviético acaecidos en Turquía en los últimos años. En diciembre, el uzbeco Abdullah Bukhari fue ejecutado en la calle por un sicario mientras se dirigía al centro islámico que regentaba en el extrarradio de Estambul. Y el año pasado, el empresario checheno Medet Ünlü, autoproclamado «cónsul honorario de la República de Ichkeria» [el nombre que los independentistas chechenos utilizan para referirse a us país], fue asimismo abatido en Ankara.

Del mismo modo, otra media docena de chechenos vinculados con el movimiento separatista fueron asesinados entre 2008 y 2012, mientras que un atentado contra el clérigo Semseddin Batukaev fue impedido «in extremis» por sus guardaespaldas, que lograron capturar al pistolero enviado para eliminarle. Dado el elevado número de inmigrantes y refugiados políticos de Asia Central en suelo turco, que mantienen sus propias redes militantes, no es de extrañar que el país haya registrado tantos episodios de este tipo en la última década.

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