Miroslaw Celka, superviviente de Auschwitz, ayer junto a la puerta del campo
Miroslaw Celka, superviviente de Auschwitz, ayer junto a la puerta del campo - afp

El preso 46464 de Auschwitz

Miroslaw Celka pasó cuatro meses en el bloque XI del campo de exterminio aunque no estuvo presente el día de la liberación

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A sus 90 años, Miroslaw Celka no quiso perderse los actos conmemorativos del 70 aniversario de la liberación de Auschwitz. De aquel infierno nazi en la que fueron ejecutados cientos de miles de prisioneros entre 1941 y 1945, él logró salvarse y quiso participar ayer junto a 300 supervivientes en el recuerdo de aquel 27 de enero de 1945 en el que las tropas soviéticas liberaron a los 7.000 presos que quedaban aún con vida en el campo de concentración.

Celka, sin embargo, no estuvo presente aquel día en Auschwitz. Nacido el 1 de febrero de 1924 en Bedzin (Polonia), había sido detenido en octubre de 1942 acusado de ser miembro de la Guardia del Pueblo comunista y tras pasar por una una prisión en Polonia había llegado a Auschwitz en diciembre de 1942.

Allí pasó cuatro meses en el trístemente famoso Bloque XI, el bloque de la muerte donde se castigaba y torturaba a los prisioneros y en cuyos sótanos se llevó a cabo el primer ensayo de exterminio masivo con Zyklon B, con casi 900 prisioneros rusos y polacos.

En abril de 1943, el preso número 46464 -casualmente el mismo que tendría en Sudáfrica años después Nelson Mandela- fue trasladado al campo de concentración Gusen I, en Mauthausen, donde se le adjudicó el número 12.276/44.738, según se recoge en un análisis sobre Mauthausen de la Universidad de Viena. De este otro campo de exterminio levantado en Austria, al este de Linz, sería liberado tras la derrota nazi en la II Guerra Mundial y regresaría a su Polonia natal donde ha pasado su vida.

En varios boletines de Elektrociepłowni Będzin se ve a Miroslaw Celka junto a otros exempleados de la compañía eléctrica. También asiste a actos conmemorativos del Holocausto y es frecuente ver su rostro entre los supervivientes que acuden a los homenajes que se celebran cada año en Auschwitz.

Sus ojos empañados por el recuerdo ayer al traspasar la puerta del campo de concentración, junto al célebre lema de «El trabajo os hará libres», recordaban al mundo el horror que nunca debería repetirse.

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