Effie Gray y Everett Millais, el escándalo sentimental que retó a la Reina Victoria de Inglaterra

La musa del pintor prerrafaelita tuvo que demostrar su virginidad para obtener la nulidad matrimonial tras seis años casada con el crítico John Ruskin en 1854

Effie Gray ABC
Eugenia Miras

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Un triángulo amoroso, un divorcio, y la denuncia prerrafaelita, esta sería la tríada que pondría de cabeza a la estricta moral impuesta por la Reina Victoria I de Inglaterra (1837-1901). Pues hacia la segunda mitad del siglo XIX aconteció uno de los escándalos sentimentales más incómodos para la alta sociedad.

Durante aquella decorosa puesta de escena, característica de la época victoriana, se sacudió a la rectitud con el sonado triángulo amoroso entre el reputado crítico y escritor John Ruskin , su esposa Effie Gray y el célebre pintor John Everett Millais. El desenlace culminó en la nulidad matrimonial pero también en la injusticia social. Pues muy a pesar de las vergonzosas razones por las que Effie se vio obligada a solicitar el divorcio, la Reina -que también era mujer- la discriminó y no tuvo un ápice de piedad cuando le vetó la entrada al funeral de su segundo marido, Millais.

Autorretrato de John Everett Millais C.C

Aquella «apestada» de la burguesía londinense apenas contaba con 26 años cuando se cansó de dejar su destino en manos de un hombre opresivo. El señor Ruskin -tan apreciado por los intelectuales británicos - tenía un problema de «hombría» que se negaba a admitir, y cuya culpa se había atrevido a reposar en las formas femeninas de Effie. Pero la verdad es que el crítico sentía una repulsión injustificable por el sexo opuesto y por ello nunca la rozaría ni con la vista. Así que cuando la joven conoció al pintor durante un viaje a Escocia le fue inevitable no enamorarse de la sensibilidad de Millais.

En la cultura occidental no fue hasta hace mucho cuando la mujer dejó de ser ajena respecto a la toma de decisiones sobre su futuro, así como también una indiscutible moneda de cambio entre familias

De regreso a Londres decidió que no quería vivir una mentira, por lo que de muy honorable manera quiso proteger tanto su reputación como la de los dos implicados. Pero solo había una manera de ser consecuente y luchar contra el patriarcado que la había orillado a aquella infelicidad -cuando su padre decidió casarla con el señor Ruskin-, divorciarse.

Aunque veamos estas situaciones muy lejanas, hay que recordar que en la cultura occidental no fue hasta hace mucho cuando la mujer dejó de ser ajena respecto a la toma de decisiones sobre su futuro, así como también una indiscutible moneda de cambio entre familias. Y como nosotras no podíamos escoger con quien dormir el resto de nuestros días, todos aquellos casos que se habían dado en la Historia, en aquellos donde la mujer peleó por su libertad siempre estaban sucedidos por el repudio social y grandes injusticias.

Reina Victoria I de Inglaterra ABC

Sin embargo muy a pesar del ridículo que protagonizó Ruskin cuando se descubrió que nunca había realizado el acto con su mujer -lo que permitió la anulación del matrimonio -, Effie fue víctima de la doble moral británica , así como objeto del ataque de numerosas damas que en vez de aplaudir su coraje, siguieron contribuyendo a la opresión femenina en el núcleo familiar.

Además, por si Victoria I fuese Effie Gray moriría en el olvido, pero gracias a la obra de Everett Millais y la misión que tenía el arte pictórico del Prerrafaelismo , la valiente que no aguantó las impertinencias maritales permanece viva entre nosotras.

Bendita ilusión

Durante seis años de matrimonio Effie permaneció con la autoestima dañada y el corazón roto, pero su destino cambiaría al conocer a Everett Millais -uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelita -. La amistad entre ellos surgió gracias a su marido, con quien compartía ideas afines sobre el arte.

Mientras no pudo liberarse de su compromiso marital, sobrevivió a aquella asfixia respirando la idea de otra vida con otro hombre y su cariño prohibido

Millais cada vez pasaba más tiempo con los Ruskin, y así fue como obtuvo la confianza y el permiso del patriarca para que Effie posara como modelo en la obra «La Orden de Liberación» .

Como si el título se tratase de una profecía, el cuadro se convirtió en una llave para Effie, esa que le abriría la puerta a otro horizonte en su vida gris. Pues desde la primera pincelada, pasó a ser la musa perpetua de Millais . Y mientras no pudo liberarse de su compromiso marital, sobrevivió a aquella asfixia respirando la idea de otra vida con otro hombre y su cariño prohibido .

Un buen día la vanidad de Ruskin pasó factura, pues su ansia por ser retratado por uno de los pintores más controversiales de su época le llevaría a despertar la conciencia de su mujer -pobre Ruskin, en el fondo parecía hasta ingenuo-. Su desgracia comenzó en un viaje a Escocia .

El crítico quería ser inmortalizado en los románticos bosques de las Tierras Altas por las manos del prerrafaelita, y eso implicaba estar unos cuantos meses fuera del hogar. Así que muy preocupado de que su ausencia fuese a ser un detonante para la reputación del apellido consideró prudente llevar a Effie con él y Millais, solo ellos tres. Sin embargo, el crítico nunca contempló que sus dos acompañantes quizás tenían alma y podía ser muy probable que ambos experimentasen un entendimiento mutuo muy al margen de su ignorancia emocional.

«Retrato de John Ruskin», Millais C.C

La personalidad del erudito lo mantenía encerrado sí mismo, lo cual era más bien una excusa para evitar cualquier acercamiento a su esposa. Millais era consciente de ese desdén y por ello comenzaría a acompañar a la melancólica Effie en sus interminables paseos. La empatía y las miradas robadas empezaron a gestar una amistad incondicional que derivaría en el inocente romance de dos almas que tenían prohibido quererse . Pero el paso de las semanas, la comunión de los sentimientos, el desasosiego del clima y un romántico escenario llamado Escocia, creó una de las historias de amor más bonitas de la Historia.

Los sentimientos no consumados

Como era costumbre de la época, Effie mantenía correspondencia con su padre para informarle del por qué no le daba nietos. Y un día cualquiera se hartó de disculpar la tirantez de aquel marido que el señor Gray había escogido para ella, y comenzó a narrarle cada una de las desventuras maritales . Muy avergonzada por la situación, le explicó que nunca existieron encuentros conyugales , porque Ruskin siempre la había rechazado.

John Ruskin confesó con el tiempo a Effie que su cuerpo le producía una severa repulsión

En verdad nadie nunca supo las razones, o el verdadero trauma que martirizaba al pobre Ruskin con su sexualidad, o esos demonios mentales que le impedían entregarse en una luna de miel con ella. Según las cartas de Effie a su padre John alegaba que no tenía prisa por tener descendientes, así que por razones de carácter religioso consideraba innecesario «contaminarla» con la maldad que encerraba en sí el acto. Tiempo después le confesó que su cuerpo le producía una severa repulsión.

Effie Millais en «La chica ciega» de John Everett Millais, 1856 C.C

Los sentimientos no consumados entre Millais y Effie llegarían a su fin nada más llegar a Londres. Muy segura de sí misma y con el ferviente anhelo de liberarse de aquella tortura se retiró la alianza matrimonial y le escribió una carta a Ruskin para solicitar el divorcio.

En el momento en que Effie expuso el motivo de la ruptura con los abogados ninguno creía que aquel renombrado intelectual no hubiera tocado jamás a su mujer, así que se vio obligada a demostrar su virginidad porque no cabía en la cabeza de nadie la falta de «hombría» de aquella eminencia. Cuando por fin se disipó la duda, el crítico se disculparía muy ridículamente: «Puede parecer extraño que yo sea capaz de abstenerme de una mujer que a la mayoría de las personas les parece atractiva. Pero aunque su cara era bonita, su persona no estaba formada para excitar la pasión».

Una de las obras más representativas del Prerrafaelismo, «Ofelia» de Millais, 1848 C.C

Para el año 1854 Effie consigue la nulidad matrimonial, y él nunca más se volvería casar. Este suceso cayó como un jarrón de agua fría sobre la reputación de la joven, mas no de Ruskin. ¿Una mujer divorciada?, ¿qué clase de monstruo era ese?. Al año los amantes se unieron para siempre en matrimonio ante los ojos de Dios y la escandalizada sociedad victoriana.

Sin embargo a Effie ya no le importaba, pues su libertad estaba por encima del absurdo protocolo moral . Y a pesar de servir como un ejemplo de honestidad y virtud no podía estar presente allí donde se encontrase la Reina. Así que poco a poco Effie fue perdiendo falsos amigos y reuniones sin trascendencia.

La viuda que no podía despedir a su marido

Cuando John Everett Millais murió víctima de un cáncer de garganta , se hizo un acto oficial para despedir a tan estimado pintor. A su mujer -por su condición de divorciada- se le había negado el derecho de acudir, sin embargo la empatía de la Princesa Luisa permitió ver más allá de aquella moral impuesta e intercedió ante su madre, la Reina Victoria, para que la viuda pudiera decir adiós al gran amor de su vida.

La Princesa Luisa de Inglaterra C.C

De esta unión nacieron ocho hijos -de los cuales uno sería el pintor naturalista John Guille Millais -, y una extensa obra pictórica en la que Effie sirvió como la gran inspiración de John. Durante todo ese tiempo ella colaboró con su marido moviendo y exponiendo su trabajo con todos sus conocidos. A diferencia de muchos genios creativos Millais nunca permitió que su musa permaneciese bajo su sombra.

Como todos sabemos ningún artista podría culminar jamás su obra sin la presencia incondicional de la musa . Y a veces, esa misma entrega innata a la naturaleza femenina las hacía consagrarse al egoísmo emocional de cada uno de los revolucionarios de las artes. Sin embargo en esa historia todo fue diferente, el amor pudo hacer frente a las adversidades porque juntos permitieron desprenderse del prejuicio y de la aprobación de quién nunca importó.

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