PRESENTE Y PASADO DE NUESTRAS MESAS

Es tiempo de comidas y de compras

Comida durante las fiestas navideñas GURMÉ

Antonio Ares Camerino

Cádiz

La C es una letra muy comestible. C de comida, de comprar, de cesto, de caldo caliente, de canasto, de culinaria, de crema de calabaza, de carne, de chocolate, de caldereta, de caramelo, de condimentos, de cocido, de confitar, de crocanti, de carro de la compra, de comerse el Universo bajo en calorías y de manera saludable.

La norma era acudir a diario al mercado, con canasto o con el cesto en ristre. Nada de bolsas de plástico de usar y tirar. Se compraba lo necesario para cubrir las necesidades culinarias del día a día, productos frescos y de mucha cercanía.

Las despensas de nuestras abuelas

La despensa podía estar compuesta por legumbres y arroz, algunas latas de conservas de pescado y de verduras, algunos botes de tomates y pasta. En el frigorífico verduras y productos lácteos. Los aceites, vinagres, especias y productos poco perecederos estaban en la alacena. Desde que aparecieron los supermercados, las grandes superficies, y los carros se implantaron como artilugio de transporte culinario todo cambió.

El carro de la compra: un antes y un después

Dicen que Sylvan Goldman fue el hombre de negocios que inventó el carro de la compra, corría el año 1937 en el supermercado «Humpty Dumpty» de la ciudad de Oklahoma. A partir de entonces la compra diaria o semanal cambió. Ya podías comprar más de lo que te permitían las fuerzas de tus brazos, solo hacía falta utilizar un medio de locomoción para el trasporte.

En cantidad y calidad, en proporción y en disponibilidad. Mucho plástico y cartón y poca enjundia. Mucho etiquetado y poca consistencia. Sabemos de trazabilidad, pero no de sabores. Hemos perdido la esencia de ese tomate maltrecho de sabor inigualable en aras del de perfecto color y forma, irreductible al paso del tiempo. De esa manzana que tenía manchas y de hechuras algo maltrecha a la perfecta y brillante. De un fiambre con forma de pavo extraño a un tabulé envasado al vacío. De un gazpacho con fecha de caducidad a unos quesos loncheados en envase de plástico.

Nuevos patrones de consumo

Existen datos que demuestran un cambio radical en los patrones de consumo de nuestros hogares. Los platos preparados y la petición de comida a domicilio están arrebatando la clientela a la hostelería tradicional. El sector dispara sus propuestas, tanto en calidad con en cantidad, ante una clientela que cada vez parece huir más de la cocina. A una sola llamada un mundo de sabores y experiencias se manifiestan a nuestra puerta. La concentración urbana, la poca disponibilidad de tiempo y un entorno laboral cada vez más alejado de la deseada conciliación, las familias de nuevas generaciones donde la soledad está cada vez más presente, nos sitúa en un modelo de consumo culinario distinto.

Gratinados, pastas al dente con sus salsas, guisos de la abuela, escalopines, pucheros de cocción, arroces en su punto, cocidos de tres vuelcos, legumbres mantecosas, e incluso postres de ejecución casera, se configuran como alternativas a la comida principal, sin necesidad de usar los fuegos ni de ensuciar cacharros.

La gastronomía es parte de nuestra cultura

Nuestra cocina y las cosas de comer son parte esencial de nuestra cultura arraigada durante siglos. Según el Ministerio de Agricultura los platos preparados crecieron en kilos consumidos en más de un 5 % en el último año, llegando a una facturación de cerca de los 5.000 millones de euros. Parece mentira, pero Mercadona vaticina que las cocinas domésticas desaparecerán de las casas en 30 años. En una sociedad cada vez más dependiente de móviles y redes sociales hay que demandar la cultura de las ollas, cacerolas y paellas, de verduras y legumbres, con platos, cucharas y tenedores, con boles y ensaladeras, con bandejas y escurridores.

Comer fuera de casa: un lujo para nuestros bolsillos

En estos días se ha publicado el encarecimiento de los menús del día. Más de 14 euros de media. Primero, segundo y postre, de bebida agua, otra alternativa se paga a parte. La contención de los precios va en detrimento de la calidad. Las alternativas a los que se ven obligados a comer fuera de casa se van reduciendo, y tienen que recurrir a opciones menos saludables.

En estos días tenemos comidas de navidad, de familia y de amigos, de conocidos y compañeros de trabajo, con menús concertados o a la carta, de música o barra libre. Los precios por las nubes.

¡Es el tiempo de nuestra hostelería!

Reivindiquemos nuestros productos y nuestra comida, nada de florituras culinarias que no aportan nada. Lo nuestro, lo de cercanía y con elaboración escueta y esmerada.

Menús saludable, comidas saludable y sobremesas saludable.

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