Ni con toda la plata del Perú

Los seres humanos somos como los córvidos, llámense urracas, cuervos o simplemente grajos, nos gustan las cosas que brillan, nos encandilan el fulgor del metal, todo aquello que centellea a nuestra vista nos causa atención.
Hace más de quinientos años, nada más llegar al Nuevo Mundo quedamos deslumbrados por el brillo de la plata y el resplandor del oro del nuevo continente. La tentación estaba servida, sólo había que poner un poco de ambición y un mucho de ultraje para conseguir el tesoro más deseado. En las bodegas de las naos y carabelas de vuelta, los metales preciados y joyas ocupaban un lugar privilegiado, con vigilancia extrema y a buen recaudo de la tropa y de filibusteros.
Al fondo, en el último reducto de la sentina, en ese lugar que se destina a lo de menos valor, unos sacos de arpillera vieja contenían unos tubérculos extraños, los llamaban papas. A su lado unos capazos guardaban unos frutos rojos conocidos como tomates y unas verduras alargadas, de diferentes tamaños, de color verde algunas y rojas y pequeñas otras, conocidos como pimientos. El destino quiso que el brillo sirviera para poco, que todo el botín fuera dilapidado en guerras de religión, y que las papas, los tomates y los pimientos causaran furor entre lebrillos, fogones y cocinas de alta alcurnia, y que se convirtieran en elementos fundamentales de la cocina mundial. ¡Qué sería de nosotros sin ese cargamento de frutas, verduras y hortalizas!»
El tomate, el producto estrella de nuestras cocinas
Según dicen los expertos se han llegado a cultivar más de 10.000 variedades de tomates, casi más de un 10 % de ellas en España. El último Informe de Alimentos de España, cada ciudadano español consume más de 15 kilos de tomates al año. El color estrella el rojo, pero también los hay verdes, amarillos, azules casi negros o morados. Con forma de pera, redondos, de corazón, ovalada o de torpedo.
Andine cornue, canario, cherry o cereza, corazón de buey, kumato, raf, marglobe, pera, ramallet o de colgar, pezón de Venus, rosa de Barbastro, son sólo algunas de las variedades de las que podemos disfrutar. En ensaladas, cortado a rodajas con sal, fritos, confitados, al estilo macerados al estilo árabe, en mermelada, en sofrito, en sopa caliente o fría, en conserva, secos, de cualquier manera, se convierten en un producto sencillo y de alto valor culinario en nuestras cocinas.
A los tomates les gusta el sol, por ello, son el producto estrella de los veranos de nuestras huertas, de junio a agosto están en su punto justo de maduración y de sabor.
Una fruta rica y saludable
Los beneficios de consumir esta fruta, en todas sus variedades, formas y maneras de elaboración son inconmensurables. El tomate es considerado un alimento funcional debido a las propiedades beneficiosas sobre la salud. Ayuda a bajar de peso, por tener muy pocas calorías y contener antioxidantes, agua y mucha fibra, lo que ayuda a disminuir la grasa corporal y a controlar el apetito. Su alto contenido en vitamina A ayuda a mantener la salud visual y a fortalecer el cabello. Con su vitamina C refuerza el sistema inmunitario. Son una buena fuente de vitamina K, la cual actúa activando la osteocalcina, una proteína necesaria para el crecimiento y mineralización del hueso. Mejora el estreñimiento y previene la anemia. Su alto contenido en licopeno nos protege de las enfermedades neoplásicas. Previene el envejecimiento prematuro, las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades hepáticas y regula la tensión arterial. ¡Qué más se le puede pedir a algo que está presente en nuestra dieta!
El gazpacho: el rey del verano
Unir el binomio verano y tomate es pensar en el plato señero de la cocina andaluza estival, el gazpacho, ese plato humilde de las cosechas al despuntar junio. Y que servían de almuerzo a jornaleros en plena siega, mitigando calorías y encandilando el sustento.
Tomate rojo, pimiento verde, ajo, cebolla, pepino, aceite de oliva virgen extra, sal, vinagre de Jerez y un poco de agua fría, un buen toque de batidora y el plato estrella estará listo para ser deleitado. La diferencia con los de antes estaba en el majao insistente que le daba esa textura artesanal ausente de los nuevos tiempos.
Tan sencillo como nutritivo, tan saludable como apetitoso, tan refrescante como alimenticio, tan natural como sabroso.
Las nuevas tendencias culinarias lo cambian de color y de sabor, pero sigue manteniendo la misma textura, mitad líquida mitad crema, mitad sopa mitad puré. De remolacha, de fresa, de sandía o de mango. Pero seguro que donde se ponga el de un buen tomate del sur…
El verano es época de tomates, y su plato estrella, la sopa fría española por excelencia, EL GAZPACHO.