A Proa, punto de la cocina tradicional

Nunca habíamos oído hablar de cómo se comía en el Restaurante A Proa, pero siempre lo veíamos cuando entrábamos o salíamos de Jerez, junto a la muy reconocida Venta Esteban. Pero un día nos acordamos y decidimos probar.

Después de ver la carta, decidimos centrarnos en algo de marisco y pescado. Así, empezamos nuestro menú con una ensaladilla, para seguir con la costumbre. Pedimos media ración, la presentación fue algo más esmerada de lo inicialmente previsto, nada rompedor, pero sí curiosa. La trajeron en los típicos azulejos de pizarra con unos toques verdes de perejil y unas gotas de mayonesa, además de unas cabezas de gambas a modo de decoración encima de la porción. En boca era muy cremosa, suave y sabrosa, las gambas se notaban tanto en la textura como en el sabor.

Debemos decir que estaba muy buena. Empezamos con buen pie.

Como algo especial de la casa nos ofrecieron unas tortillitas de camarones, algo muy típico de Cádiz y que no siempre es garantía de éxito, ya que es un plato que requiere de una buena masa, combinación de ingredientes (hay que saber hacerla) y de una fritura perfecta, no admite “medias tintas”. Y, la verdad, es que nos sorprendieron. Su presentación también fue en azulejo de pizarra con una blonda de papel para que absorbiera el sobrante de aceite. Por lo demás, su fritura estaba limpia y con “encajes”, llena de camarones, que es como debe ser, y una vez en boca pudimos certificar lo que nuestros ojos veían. Buen tamaño, buena fritura, textura y sabor.

Siguiendo con la fritura pedimos unas anchoas abiertas sin espinas al limón. La verdad es que estaban buenísimas, su tamaño y textura eran idóneos para que pudieras sentirlo en boca, el rebozado era perfecto y el toque al limón el justamente necesario. Las anchoas las acompañaron de unas patatas paja caseras. Hay que decir que no nos encontramos ni una espina, plato para repetir.

Después de los fritos nos decidimos por unas gambas y unas coquinas. De las gambas decir que su tamaño era el adecuado, ni muy grandes ni muy pequeñas, más que aceptable, todas con coral, frescas y muy bien cocidas. Para nuestro gusto, poca cantidad para lo que supone una ración, entraron unas 12 unidades únicamente.

En cuanto a la ración de coquinas al jerez, comentar que eran “medianitas”, pero lo mejor fue su textura, ya que le dieron ese toque “punto menos” que hizo que pudiéramos saborearlas perfectamente en boca. De hecho, en la mayoría de los restaurantes se pasan de cocción y terminan siendo un pellejo. Otro punto importantísimo de las coquinas es que no tengan arena, y las nuestras no tenían. Nuestro único “pero” sería que les faltaba algo de sal.

Como platos principales, pedimos una merluza a la romana y un salmonete a la plancha. La merluza nos sorprendió por lo jugosa que estaba y por el punto de fritura que le dieron de “punto menos”, que hizo que pudiéramos saborearla en su plenitud y que las lascas de carne salieran separadas perfectamente. Su tamaño era aceptable, aunque no muy grande, y su rebozado perfecto. De gran sabor y textura perfecta, nos sorprendió gratamente. El plato iba acompañado de unas patatas fritas pajas y un poco de mayonesa, así como de unas rodajas de tomate crudo.

En cuanto al salmonete, decir que lo pedimos a la plancha y sin salsa ninguna para poder apreciar su sabor. Lo trajeron abierto con unas escamas de sal por encima y acompañado de una pocas de patatas a la pobre. Su tamaño era mediano, una vez abierto salían sus hojas sueltas debido a su frescura y su punto de plancha. En boca tenía su sabor típico de pescado de roca. La verdad es que fue un acierto.

Para terminar, nos ofrecieron unas torrijas caseras que no pudimos rechazar. Las trajeron bien acompañadas con helado de vainilla, crema de natilla y nata montada. Todo un postre típico de la fecha que resultó estar buenísimo. Hecho con pan “brioche”, estaba lo sufrientemente calado como para poder disfrutarlo.

Podríamos decir que A Proa nos sorprendió por su calidad y capacidad para tratar la cocina tradicional sabiendo darle el punto de cocción que cada plato necesita.