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SopranisLa Esquina de Sopranis, tapas de memoria

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Pedro A. Cortés
Actualizado: 

Para los amantes moderados del tapeo tradicional, equidistante entre las tardes con Mazinger Z y la gastofiebre actual, se agradecen estas barras en las que la idea de bar de siempre tiene un leve toque de sofisticación. Sobre todo, celebran que convivan armoniosamente, con naturalidad y sin artificios, buen producto, buena técnica y buena memoria.

La materia prima, atractiva presentación y un servicio más que correcto (magistral si anda Lara Panet por allí ese día) son ingredientes suficientes para poder disfrutar de las papas aliñás, la ensaladilla rusa y las croquetas de puchero.

Son algunas de las propuestas que ofrece La Esquina de Sopranis, y que le definen: un bar actual de siempre, aunque su oferta se esfuerce por recuperar la melancolía para colocarla junto a la cocina –más cuidada, excelsa y con más inspiración francesa– del restaurante contiguo, del mismo nombre y la misma propiedad pero para almorzar y cenar con una formalidad, unas expectativas, que aquí no son precisas. Tiene una agradable decoración con mesas altas, además de terraza en la calle del mismo nombre y en un pequeño callejón peatonal que lleva a la peculiar plaza de las Canastas e invita a entrar en el mágico y semidesconocido barrio de Santa María. Las tradicionales propuestas del imaginario tapero ‘vintage’ siguen con versión croquetera con relleno de gambas al ajillo, además de un muy buen salmorejo de tomates asados.

Para los amantes de los quesos cuenta con un apartado de ‘hechos en Cádiz’, de El Gazul, El Bosqueño o Payoyo.  Curioso el carpaccio de portobello, quizás escaso de condimento, pero que gustará a los amantes de las setas sin más, o los ravioli rellenos de pisto, además de la carrillada glaseada en su jugo y parmentier. Esta última, totalmente aconsejable.

La Esquina de Sopranis mantiene además la magnífica tradición de la pizarra, donde el cliente puede conocer sugerencias o platos del día, como los guisos de menudo o garbanzos con langostinos. Agradable y mejorable la oferta de vinos, los de Cádiz y los que no.

En la carta, de marcado carácter gaditano, no faltan las frituras, con productos según mercado, como los chocos, salmonetes, puntillitas y las muy cuidadas pavías de merluza, con una buena fritura escasa de aceite en lo cuantitativo y sobrada en lo cualitativo, como debe de ser. Hasta fue uno de los primeros locales en recuperar el ya omnipresente dobladillo (un montadito local, con caballa, una rodaja de tomante y algo de mahonesa) asociado a la infancia de los actuales cuarentones y cincuentones.

La Esquina de Sopranis cumple su objetivo de refrescar la memoria y despertar el deseo de los melancólicos por disfrutar de las tapas de toda la vida sin renunciar a usar la muy mejorada materia prima de la actualidad, la evolución técnica. Lo mejor de dos mundos o de dos tiempos.

Aún más recomendable, pero en otra liga, es el restaurante Sopranis, el hermano mayor de éste, con una carta mucho más elaborada y que busca palabras mayores. A menudo las consigue. Prueba de ello es que por quinto año consecutivo ha conseguido el galardón BibGourmand de la Guía Michelin. Pero de eso ya hablaremos otro día. Hoy quedamos en que íbamos de tapas.