Creatividad, actitud y honestidad

Arrebol es el color rojizo de las nubes cuando en los atardeceres son iluminadas por el sol, pero precisamente un ocaso no es lo que está viviendo en la actualidad este establecimiento, más bien un nuevo renacer en su nueva ubicación junto a la Plaza Mina de Cádiz.

Este restaurante esta capitaneado por Enrique Hidalgo, propietario y chef formado en la Escuela de Hostelería de Cádiz, y que después de más de tres años de trayectoria en su anterior emplazamiento, decidiera en plena pandemia desplazarse al centro histórico, ocupando el local que dejo Ultramarinos en la esquina de Enrique de las Marinas con calle San José. Una valiente iniciativa que le ha valido para ganar espacio y visibilidad.

En cuanto a la distribución de Arrebol, quien ya conociese el anterior restaurante que regentaba este local, notará que el cambio no ha sido muy notable, con una decoración industrial en la que una gran barra nos recibe a su entrada y una sala en la que se alternan mesas bajas y altas.

Un ambiente desenfadado que representa bastante bien a una propuesta gastronómica sin complejos, en la que el cocinero gaditano reinterpreta de manera honesta y creativa el recetario tradicional, cobrando un especial protagonismo el entorno y su producto de cercanía.

La comida comienza con una ensaladilla de puntillitas, una original forma de presentar esta receta tan grabada a fuego en nuestro imaginario personal y que Enrique la pone “patas arriba” acompañándola con unas puntillitas fritas y yema de huevo, aportando una especial cremosidad a este plato.

Ahora ponemos frente a frente a dos de sus bocados más especiales, como son el brioche de guacamole y tartar de atún rojo y el hot dog de gambon crujiente con mahonesa de kimchi.

Un enfrentamiento en el que gana por golosidad el primero, dos elaboraciones en las que se nota claramente la mano del obrador de La Cremita, con un brioche de mantequilla y un pan de leche que destacan por su jugosidad y esponjosidad.

Continuamos con una burrata acompañada de un salmorejo de tomate verde, jalapeños, lima y albahaca. Una receta ideal para compartir, fresca y ligera, pero en la que encontramos demasiada presencia de una albahaca que ocultaba el sabor del resto de sus ingredientes.

Pasamos a la zona más contundente de la carta de este restaurante comenzando por la lasaña de vaca, verduras, setas confitadas y bechamel suave de cabra. Una lasaña diferente a la que estamos acostumbrados en la encontramos unas verduras “al dente”, una carne de vaca que se deshace en la boca y una bechamel que sin duda hará las delicias de los amantes del queso de cabra.

Terminamos la parte salada de la comida con un excelente arroz meloso de setas y trufa fresca de temporada. Un arroz en el que resalta la integridad del grano además de un sabor intenso acentuado por las notas tan características que da la trufa fresca.

No nos podíamos marchar de Arrebol sin probar alguno de sus postres. En este caso nos decantamos por el migote de la infancia. Una elaboración en la que Hidalgo tira de sentimentalismo para trasladarnos a nuestra más tierna infancia y recordarnos esos desayunos en el que migábamos las galletas en leche, pero dándole una vuelta de tuerca presentando este postre en forma de crema de galleta, crumble y helado de leche fresca. Todo un homenaje a esos sabores que tenemos en nuestra memoria implícita.

El restaurante Arrebol, en su nueva ubicación, sube un peldaño en su propuesta gastronómica. Un salto necesario para el cocinero gaditano y que gracias a un equipo muy fiable del que se ha rodeado, ya es una realidad.