De la media limeta al vermut

«La clientela habitual de Los Gallegos Chicos, plaza de Las Flores, no precisaba ni de orden ni de comanda. Los camareros, que detrás de la barra los atendían gentilmente, sabían de antemano que nada más entrar y apalancarse en el mostrador tenían que ponerles media limeta (botella de vientre ancho y corto y cuello largo, RAE) de vino de Chiclana, un catavino y una bandejita ovalada, de loza blanca y fina, con aceitunas sevillanas.
Aunque el rito a la hora del aperitivo era el mismo, en Cádiz había una clientela algo más sofisticada y refinada que prefería otros establecimientos. En estos se servía un vino dulzón macerado con hierbas, que llamaban vermut, la incorporación de un chorreón de sifón y el adorno sabrosón de una rodaja de naranja lo hacía delicioso para paladares nuevos. Como aperitivo, unas pequeñas medias noches de pan blanco con jamón dulce y un platillo con galletas saladas. La hora del aperitivo se estaba convirtiendo en toda una manera de seguir la tradición del ángelus. Todo cambió cuando irrumpió la cerveza.
El aperitivo, posiblemente para muchos, sea ese momento de relajación, previo al almuerzo, que nos permite que vayamos iniciándonos para hacer frente a la comida principal del día. El aperitivo es muy de cultura latina y sirve de prolegómeno socializador al tardío almuerzo. A esa hora de medio día en otros lares ya tienen más que cumplimentado un frugal almuerzo.
Una costumbre que viene de hace siglos
Cuentan que allá por el siglo V a.C. Hipócrates, el padre de la medicina, creó el primer aperitivo. Tuvo la genial idea de macerar un vino dulce con flores de ajenjo y hojas de díctamo. Una especie de vermut que se utilizaba como bebida estimulante del apetito, que combatía la desnutrición y servía como remedio para algunos problemas de salud.
La palabra vermut tiene su origen en Alemania, del término «wermouth», que significa ajenjo, una de las hierbas principales en las que se macera esta bebida alcohólica de moderada graduación, alrededor de 17 º.
Ajenjo, artemisa, genciana, clavo, canela, vainilla, cardamomo, cáscara de cítricos, jengibre, díctamo, flores de sauco, hinojo, emula campaña, bayas de enebro, son sólo algunas de las hierbas aromáticas que dan ese toque entre dulzón y amargo, que recientemente levanta pasiones.
Italia, la cuna del vermut moderno
Corría el año 1786 cuando Antonio Benedetto Carpano, en la ciudad italiana de Turín, tuvo la brillante idea de mezclar un vino blanco, no de mucha calidad, con moscatel del Piamonte y macerarlo durante meses con una mezcla de hierbas aromáticas, se había inventado el vermut de la época moderna. La Corte de los Saboya, familia del Amadeo I de España, de corto y frágil reinado, se encargó de difundir esta bebida, por entonces algo elitista, por el resto de Europa.
Tener la oportunidad de disfrutar de un vermut, al más puro estilo turinés en el Café Torino en la Piazza San Carlo, esquina con la Vía Roma de la capital piamontesa, no tiene precio. Contemplar las galerías Federico o la Subalpina y deleitarse con un «bicerin» en el café Baratti Milano, no está pagado.
Martini&Rossi, Cinzano, Carpano, Camillo Rosso o Cocchi Histórico, son algunas de las marcas que se pueden disfrutar, acompañadas de todo un surtido de pequeñas viandas que conforman el aperitivo
1839: año en el que aterriza el vermut en tierras españolas
En 1839 llegan a Reus (Tarragona) las primeras botellas de vermut procedentes del país transalpino. Aunque según las crónicas el primer vermut elaborado en España se llevó a cabo en una bodega onubense. La bodega Diezmo Nuevo de Moguer (Huelva) elaboró con una receta propia el primer brebaje allá por el año 1870. Tan es así su veracidad, que viene recogido en la obra literaria «Platero y Yo» del Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez.
Jerez, presente del vermut
Era extraño que una provincia exportadora de vinos generosos, con bodegas de tradición más que centenaria, y de reconocida fama mundial, no se hubiera decantado por producción de vermuts. Desde hace unos años, y los cambios de costumbre son los que marcan las tendencias, bodegas del Marco Regulador Jerez-Xerés-Sherry, se han decidido a producir esta bebida de aperitivo que vuelve a estar de moda.
Son muchos y buenos los vermuts que se están produciendo y comercializando en nuestra provincia, que en poco tiempo se ha puesto en los primeros puestos de ranking, por relación calidad y precio.
Cada vez es más habitual, que a la hora del aperitivo se pida un vermut, y no uno cualquiera. Los paladares ya buscan la marca preferida y la combinación perfecta. Rojo, blanco o rosado. Con naranja, limón, gotas de angostura y unas aceitunas. Con poco o con mucho hielo, de cualquier forma, se ha mimetizado tanto con nuestras costumbres que ya hablar de aperitivo es pensar modo vermut.
Los vermut de las Bodegas Lustau (Jerez), en sus versiones rojo, rosado o blanco, el Rojo de las Bodegas de Osborne (El Puerto de Santa María), el vermut Rojo de las Bodegas González Byass (Jerez), el vermut Artesano 11MIL130 de las Bodegas de Primitivo Collantes (Chiclana), el vermut Artesano de las Bodegas Aragón (Chiclana), el vermut Atamán de las Bodegas de Barbadillo (Sanlúcar de Barrameda) o el vermut Marinero de las Bodegas Garvey (Jerez), son sólo algunas de las alternativas que se nos ofrecen a la hora de deleitarnos con un producto cardiosaludable y de cercanía.
¡Buen aperitivo! ¡Que son más de las doce del mediodía y Su Santidad ya ha bebido!