La crisis económica post-pandemia impacta en el desarrollo del prematuro

Está científicamente demostrado que el neurodesarrollo de los bebés prematuros está íntimamente ligado al nivel socioeconómico de su familia

S. F.

Es un hecho que la crisis económica provocada por la pandemia está teniendo efectos negativos en el nivel socioeconómico de muchas familias. Esto provoca menores oportunidades para un adecuado desarrollo neurológico de los bebés prematuros. Por ello, la Fundación para el Desarrollo de la Neurología Neonatal ( Fundación NeNe ) aprovecha el Día Mundial de la Prematuridad (17 de noviembre) para subrayar la urgente necesidad de que las administraciones dediquen los recursos necesarios para garantizar a las familias el acceso a la mejor atención posible: en los bebés prematuros, un nivel socioeconómico familiar bajo significa menor capacidad cognitiva durante su infancia.

Antes de la pandemia, nacían en España 25.000 bebés prematuros cada año (antes de la semana 37 de gestación), lo que suponía uno de cada doce recién nacidos. En nuestro país, en los últimos 20 años se ha incrementado un 200,4% los nacimientos de grandes prematuros (menos de 32 semanas de gestación). En Europa, la cifra de prematuros por año es de 500.000 (10% de los recién nacidos) y en el mundo, son 15 millones de bebés prematuros y mantiene un constante aumento en casi todos los países .

«A pesar de que las Unidades de Neonatología han conseguido un considerable aumento de la supervivencia de estos bebés, el nacimiento prematuro continúa siendo una de las principales causas de discapacidad», subraya el doctor Alfredo García-Alix, presidente de NeNe, referente nacional e internacional en Neurología Neonatal. Los datos hablan: entre el 5% y el 15% presenta secuelas motoras, cognitivas, sensoriales y/o conductuales y las cifras son aún más altas en los extremadamente prematuros (menos de 28 semanas de gestación), lo que condiciona una elevada necesidad de apoyo escolar e impacta en su calidad de vida. Estos problemas persisten en la vida adulta y tienen un considerable impacto en todos los ámbitos de la vida, desde el funcionamiento familiar al empleo.

Por tanto, «actualmente, el principal reto en el cuidado de la prematuridad es reducir la tasa de discapacidad futura de esta población infantil» , destaca García-Alix. Para ello, «es importante actuar sobre todos aquellos factores que aumentan su riesgo de discapacidad. Entre ellos, además de las enfermedades asociadas a la prematuridad, hay una serie de factores ambientales que van desde las características y estilo de cuidados de las Unidades de Neonatología al funcionamiento o el nivel socioeconómico familiar».

Infección por SARS-COV-2

Al igual que en otros ámbitos de la salud, «la actual pandemia de COVID-19 ha repercutido en la atención a los recién nacidos prematuros» , indica el presidente de NeNe. «La infección por SARS-COV-2 durante la gestación, además de implicar un mayor riesgo para la madre, se asocia a una mayor incidencia de parto prematuro; pero, además, la actual pandemia ha condicionado la modificación de factores ambientales que influyen en la aparición de secuelas neurológicas en los recién nacidos prematuros», asegura el experto.

Así, en las Unidades Neonatales «se ha limitado el tiempo de madres y padres con sus hijos durante el ingreso, ha disminuido la disponibilidad de leche materna en los bancos de leche, se ha obstaculizado su seguimiento y tratamiento en los centros de atención temprana o ha aumentado el número de problemas psicológicos en los progenitores, factores todos relacionados con un peor neurodesarrollo posterior de estos niños», subraya García-Alix.

Ahora que la pandemia va remitiendo, «desde la Fundación NeNe, queremos dar visibilidad a uno de los factores ambientales que, aunque rara vez se señala, influye sobre el desarrollo neurológico de los niños prematuros condicionando peores resultados, sobre todo, en las capacidades intelectuales y/o sensoriales, y sobre el que la actual pandemia y postpandemia impacta de forma más intensa. Nos referimos al nivel socioeconómico familiar».

Como explica el presidente de NeNe, «la pandemia ha tenido un impacto sin precedentes en la actividad económica y más negativos en los colectivos de trabajadores vulnerables, entre ellos, jóvenes con contrato temporal, rentas más bajas y menor nivel educativo. Está comprobado que este estrato de población se asocia a un mayor riesgo de parto prematuro por su vulnerabilidad social». Las medidas públicas han suavizado el impacto social negativo de la crisis; pero el deterioro de las rentas familiares, concentrado en los estratos sociales que ya tenían rentas más bajas, ha provocado un aumento considerable de las situaciones de pobreza aguda o necesidad severa. Así, en España, debido a la pandemia, el 20,7% de la población está en situación de pobreza; un 9,2%, en pobreza alta; y el 2,9%, en extrema.

El cerebro del bebé

«Es bien conocido que el nivel socioeconómico se relaciona estrechamente con la salud de las personas al exponerlas a condiciones ambientales y biológicas asociadas con una mejor o peor salud. Un nivel socioeconómico alto se relaciona con buena salud y mayor esperanza de vida, mientras que uno bajo se asocia a enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidentes cerebrovasculares y diabetes». Pero también, «el nivel socioeconómico de las familias determina el entorno en el que madura el cerebro del bebé prematuro: un mayor nivel socioeconómico ofrece entornos seguros, estables y ricos en recursos, uno bajo se asocia a riesgos biológicos y desventajas psicosociales relevantes para la salud del feto y la maduración del cerebro en sus primeros meses», indica.

«La evidencia científica demuestra que el nivel socioeconómico de la familia en la que un bebé prematuro nace y crece condiciona sus capacidades cognitivas y, por tanto, sus logrosacadémicos y sociales futuros», resume García-Alix. Por ello, «desde la Fundación NeNe, instamos a que se mantengan y refuercen las medidas políticas adoptadas para mitigar la caída de los ingresos familiares ( ERTE, ingreso mínimo vital, aumento del salario mínimo…) para familias con hijos prematuros, y que se financien programas de intervención precoz para mitigar el impacto de nacer antes de tiempo en una familia con bajo nivel socioeconómico», reivindica.

La desigualdad en el acceso a la asistencia sanitaria y a los centros de atención temprana son determinantes: las listas de espera provocan que las familias con recursos acudan a alternativas privadas, lo que no pueden hacer aquéllas con recursos limitados. «Es necesario garantizar a cada bebé prematuro todos los recursos posibles para su mejor desarrollo posible . Esto ahorraría, además de sufrimiento a las familias, recursos futuros que se dedican a paliar las consecuencias de un mal desarrollo neurológico en el niño prematuro, que se traduce posteriormente en futuras discapacidades». Considerar los efectos de la desigualdad en el desarrollo de los niños prematuros es crucial si de verdad queremos promover la equidad en salud y amortiguar el impacto de la pobreza en las capacidades de niñas y niños, concluye el presidente de NeNe.

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