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Navidad en familia: instrucciones de uso

Consejos de educadores para mejorar la relación con nuestros hijos durante estas fechas

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Si bien la Navidad es una de las épocas más esperadas por los niños, estas fechas se caracterizan por ser una época de cambios que afectan a los adultos pero en mayor medida a los niños: viajes, patrones de alimentación, mayor tiempo con familiares con los que el niño no tiene una relación diaria, nuevos horarios y, por tanto, nuevas rutinas, etc. Durante la Navidad hay más ocasiones para relacionarse con familiares a los que no se ve habitualmente. Esto favorece el proceso de socialización del pequeño, además de ayudarle a consolidar el concepto de grupo familiar más allá de la familia nuclear. Aprende a relacionarse con abuelos, tíos o primos en un ambiente distendido y, con estas interacciones, empezará a comprender su rol dentro del grupo, sintiéndose un miembro activo.

El tiempo de vacaciones navideñas de los padres ofrece un cúmulo de experiencias maravillosas para el niño y también para ellos. Al disminuir las obligaciones laborales, la interrelación afectiva va a ser más intensa y el niño estará feliz por pasar el día completo al lado de sus padres. Realicen actividades propias de estas fechas juntos como decorar el árbol, visitar las zonas iluminadas o decoradas con motivo de la natividad, o poner el belén, si en su casa tienen esa costumbre. Aprovechen estos momentos, más allá del simbolismo que puedan tener, para compartir y disfrutar con sus hijos.

En palabras de Elvira Sánchez-Igual, responsable de comunicación de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), «es muy importante que los padres elijan muy bien qué actividades van a realizar en familia». Elvira sugiere a padres y madres que eviten situaciones que les puedan generar tensiones como por ejemplo «visitar un centro comercial en las horas en las que sabe que estará muy lleno y que al final acabarán discutiendo y de mal humor. Es mejor realizar sencillas actividades en las que tanto niños como adultos puedan disfrutar y divertirse en familia que acudir a algún lugar donde uds acaben estresados y no se puedan divertir juntos. La Navidad le ofrece momentos para disfrutar con sus hijos, no debe sentirlo como una obligación sino como una oportunidad de pasar tiempo juntos en paz y armonía».

Las Navidades, prosigue Sánchez-Igual, implican algunos cambios, ya que el ambiente es diferente: la casa, los muebles, la cama, la comida, las relaciones con las personas, etc. «Todos estos cambios conllevarán que el niño también tienda a modificar su comportamiento y ante situaciones en las que antes actuaba de manera correcta, tenderá a interpretar que, al modificar la situación, también él puede modificar su comportamiento, incluso puede llegar a tener comportamientos inadecuados». Hablamos, continuan desde AMEI-WAECE, «de problemas de comportamiento cuando, por defecto o exceso, éste no se adapta a las pautas de conducta preestablecidas. El objetivo principal de la mayoría de estos comportamientos es llamar la atención, y cuando están en un ambiente nuevo para ellos requieren más atención que en su propio hogar. Esto lo consiguen, no sólo cuando les damos lo que buscan, sino también cuando le regañamos, le miramos, les hablamos intentando razonar con ellos, etc».

Desde esta Asociación afirman que casi siempre bastará con poner mucho sentido común, amor y paciencia, y con seguir una serie de consejos sobre los que quizá conviene reflexionar:

—Hemos de ser flexibles ya que la situación lo requiere, pero hemos de hacer entender al niño que el buen comportamiento es el mismo en su propia casa que en casa de sus familiares.

—Tanto el padre como la madre, o los adultos que se hacen cargo de él, deben ponerse de acuerdo de antemano en cuestiones como los horarios durante las navidades o la permisividad en cuanto a los límites en cada situación (horarios a la hora de irse a dormir, rutinas establecidas como lavarse los dientes o ayudar a recoger la mesa, etc). Los niños no deben percibir improvisación en cuanto a las normas a seguir y tampoco desacuerdo entre los padres.

—Aunque sus Majestades de Oriente tengan autonomía, es importante que los padres den consejos a estos sobre la cantidad y el tipo de regalos que han de recibir sus hijos. Es importante que en casa de los familiares, los Reyes Magos o Papa Nöel, sigan los criterios de los padres.

Es lógico y normal que el niño reaccione a los cambios con algo de inseguridad y ansiedad, pero los padres le pueden ofrecer la comprensión, el afecto y la estabilidad necesaria para que se adapte con rapidez a estos cambios:

—El respeto a la individualidad y a la dignidad del niño es imprescindible para que interiorice pautas de conducta adecuadas.

—El amor de todos los familiares hacia el niño, es el sentimiento más potente para ponerse en el lugar del pequeño buscando la comprensión de normas, valores y comportamientos correctos.

—Ayudar al niño a superar pequeñas frustraciones que generan comportamientos desadaptados.

—La sobreprotección impide el desarrollo de la identidad y la autonomía personal.

—La permisividad dificulta el camino hacia la madurez y la estabilidad emocional y no permite que el niño adquiera una conciencia que dirija su conducta e interiorice normas morales y sociales.

—Los hogares inflexibles y excesivamente normados no estimulan que el niño adquiera la conciencia y el autocontrol necesario para desarrollar conductas adecuadas.

—Los padres deben ejercer la autoridad con diálogo y tolerancia. No se trata de mandar como ejercicio de poder, de discutir, de imponerse por la fuerza, sino de buscar la razón y la coherencia que ayudan a formar conductas responsables.

—No podemos imponer a los niños y niñas las pautas de comportamiento de los adultos, pretendiendo que actúen como «hombres y mujeres con tamaño reducido».

—La Navidad puede ser buen momento para que los niños y niñas empiecen a colaborar en las tareas domesticas. Los niños suelen considerar las pequeñas tareas domésticas como obligaciones difíciles y desagradables que les imponen cuando ellos preferirían jugar. Aunque las tareas tengan poca importancia, muchas veces provocan disputas para lograr que se lleven a cabo. Cuando los pequeños aprenden a realizar por su cuenta tareas domésticas y de autonomía, comienzan a participar en la vida de la familia de una manera más constructiva.

El mejor modo de fomentar la colaboración del niño en el hogar es comenzar temprano, cuando ayudar es algo divertido. Enseñar a un niño que tiene determinadas responsabilidades que debe cumplir en su casa, le ayuda a alcanzar un grado de madurez mayor y a convertirse en un adulto responsable y capaz de esforzarse. Es importante explicar al niño cuál es el momento, el lugar, la tarea a realizar y las consecuencias de hacerlo y, sobre todo, fragmentar la tarea objetivo en pequeños pasos.

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