Karlos Arguiñano
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Moteros, una pasión que une a muchos famosos

Rostros conocidos del mundo del cine, la televisión y la política son amantes de los vehículos de dos ruedas; y muchos de ellos, fans del fabricante de motos costum por excelencia, Harley-Davidson

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Ser motero es una forma de vida. Es vivir mirando al cielo. Es sentir el viento recortar tu cara. Es la algazara como cadena de transmisión. Y saber aparcar el tedio como objetivo, aunque quizá aspecto secundario frente a los que optan por la comodidad. Con todo, las motocicletas son sinónimo de libertad y de hermandad, y por ello nos acercamos a ellas embelesados. Son ya un mito, encumbradas gracias al cine y la publicidad. Todos tenemos en mente personalidades como Marlon Brando, James Dean o Elvis Presley que han convertido este vehículo en icono.

Precisamente, el «Rey del rock and roll» fue un gran aficionado a las motocicletas fabricadas por Harley-Davidson. Algunas de las que lució se encuentran repartidas en museos. Quien es un forofo desde hace años (es un habitual de los grandes premios de motociclismo) es Don Juan Carlos, que ha montado con frecuencia embutido en cascos que le permitían disfrutar del anonimato.

Ha tenido Bultaco y Montesa, de factura española. La Guardia Real, la unidad militar personal que protege al Rey, asombra al mundo con su riguroso sentido del orden de sus flamantes Electra-Glide.

Dominio de la máquina

Muchos rostros célebres españoles, como el fornido Miguel Ángel Silvestre, son amantes de las motos, aunque su afición le ha costado alguna que otra caída, como la sufrida en 2009 en Ibiza. Ya se sabe que hay dos clases de moteros: los que se han caído y los que se van a caer. El actor castellonense, un chico de surf y boxeo, ha hecho gala en ocasiones de dominar la máquina, como en una sesión fotográfica de la serie que le catapultó hacia el estrellato, «Sin tetas no hay paraíso», donde aparecía con una imponente Triumph Rocket III de 140 cv.

Su compañera de reparto en aquella producción de Telecinco, Amaia Salamanca, es otra apasionada de las dos ruedas (recorrió la mítica Ruta 66 norteamericana), aunque ha disfrutado de estilo racing, como una Suzuki GSX-R con la que se le ha visto en varias ocasiones. También la belleza de Elsa Pataky se ha fotografiado con alguno de los caballos de acero de Harley, aunque, para conducir, mejor a lomos de una Ducati Monster. La streaper Chiqui Martí, que de provocación entiende un rato, es propietaria de una Sportster 883 color granate.

Todos hemos soñado alguna vez ser Dennis Hooper o Peter Fonda en aquella película, «Easy Rider», que, lejos de recordarse por su calidad, tenía como su mayor logro ser la catapulta para amar, aún más, las motos custom y, por ende, la marca que ha sabido asociarse a la idea de libertad del siglo XX: Harley-Davidson. Al actor de «Física y Química» Álex Barahona, otro de los guapos de moda, se le ha visto alguna vez montado en una de esos preciosos motores en forma de V fabricados en Milwaukee. Concretamente, una custom Sportster.

La BMW 1.200 de Alberto Ruiz-Gallardón ha quemado rueda en la calle. Siendo alcalde de Madrid, en 2007, paseó junto con Dani Pedrosa y Nicky Hayden en una concentración que reunió a 8.000 moteros cuyo objetivo era fomentar el transporte en dos ruedas. Motero y economista, el dirigente socialista Tomás Gómez sucumbió a los encantos de una Harley Dyna Street Bob, cuyo estilo bobber de pocos elementos y muy austera la ha convertido en uno de los modelos más vendidos de la marca. Entre sus bienes se encuentra una Honda de 600 cc y su pasión le llevó a coleccionar incluso Vespas, la marca que rivalizó con Lambretta por hacerse un hueco en el movimiento mod en los cincuenta. También la candidata del Partido Popular a la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, es otra motera convencida, aunque sufrió un aparatoso accidente que casi le cuesta la vida.

Un cantante muy «harlista» es Fito Cabrales, voz de los míticos Platero y Tú, cuya formación actual, los Fitipaldis, arrasa en las listas de éxitos. Es aficionado a las dos ruedas, ha pasado por concentraciones como Pingüinos y en uno de sus últimos videoclips, «Entre la espada y la pared», aparece con una Harley V-Rod color azul eléctrico, modelo que introdujo la refrigeración líquida en la marca americana.

José Coronado, con su imagen varonil y masculina, ha sabido encarnar perfectamente esa figura de libertad. Por ello ha sucumbido al magnetismo de las motos, también de la firma cuyo logo es uno de los más tatuados del mundo, al igual que otro de nuestros chicos más gamberros del cine, Jorge Sanz, amante dentro y fuera de la pantalla de las clásicas Harley. O Aitor Luna, cuya Cross Bones de horquilla estilo Springer luce resplandeciente en el asfalto. El actor español más internacional, Antonio Banderas, famoso en el mundo entero, goza de las motos clásicas. Su exmujer Melanie Griffith le agasajó con una Harley. Eso sí es un regalo.

Alejandro Sanz ha aparcado de vez en cuando sus exitosas canciones amorosas para subirse sobre una Softail en desplazamientos por Miami. Daniel Guzmán, sumido en su periplo como director con «A cambio de nada», es un habitual de trofeos de velocidad disputados en el circuito del Jarama. Él siempre se acuerda de su familia, igual que Mercedes Milá, cuyo padre fue la persona que le animó a ser motera.

Pero quien es tan aficionado al mundo de las motos que hasta decidió crear, junto con un amigo, su propio equipo de competición en Moto 2 (AGR Team) es el chef televisivo por excelencia, Karlos Arguiñano, que apaga el humo de los fogones para zambullirse de lleno en el consumo de gasolina. Aunque si hablamos de cocineros, el más rockero de todos ellos (lleva tatuado el logo de Foo Fighters, su banda favorita) es Sergi Arola, que ha rodado a menudo por las carreteras españolas. Aprovechando su lado más canalla, decidió personalizar una preciosa Harley Cross Bones muy retro.

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