Imagen de la casa terminada
Imagen de la casa terminada - FLOATING SEAHORSE VILLAS

Una villa submarina

Las primeras casas en el fondo del mar estarán listas para ser habitadas en Dubái a finales de 2017. Aseguran que no marean

CORRESPONSAL EN EL CAIRO Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El salón y terraza flotando sobre el mar. Unas escaleras que conducen a un sumergido piso inferior donde, en el dormitorio, una gigantesca ventana abre los ojos al mar arábigo, cuajado de peces y de arrecifes de coral: esa es la última maravilla arquitectónica de un Dubái ansioso por convertirse en la meca del turismo de lujo.

Como su poderoso vecino Arabia Saudí, el pequeño emirato de Dubái contó el petróleo para convertirse algo más que en una tribu nómada en el desierto junto al mar. Sin embargo, hoy día los ingresos derivados del «oro negro» son apenas el 20% de su economía: en las últimas décadas Dubái ha apostado por la tecnología, las finanzas y un turismo de exclusividad que desafía la lógica arquitectónica y a la propia naturaleza.

Ha levantado las torres más altas y ha construido islas artificiales con el lujo y la exclusividad como paradigma. El testigo de esa arquitectura de imposibles lo han tomado las «Floating Seahorse Villas», construcciones que, a modo de un bote-vivienda, flotan en el mar arábigo y permiten al inquilino sumergirse en sus profundidades.

«Fue una idea original: tener una villa-bote con un piso sumergido donde puedes experimentar la sensación de, al bajar las escaleras que conducen al dormitorio principal, estar tocando directamente las pareces y al mismo tiempo ver los arrecifes, toda la vida marina a tu alrededor… estás rodeado por ella», señala el arquitecto del proyecto, Gianfranco Rasile. Construidas por la compañía inmobiliaria y hotelera Kleindienst, las primeras 50 ya han sido levantadas y los responsables del proyecto calculan que para finales de 2017 el resort turístico «El Corazón de Europa», un puñado de islas artificiales construidas en la costa de Dubai, contará con 131 de estas estructuras.

Las «villas flotantes» del Caballito de mar, como podría traducirse su nombre, en realidad están ancladas a por lo menos 1,5 metros de altura del suelo marino, por lo que suben y bajan con el movimiento de la marea.

«Comenzamos diseñando las villas en 2008, pero el diseño ha sido cambiado en varias ocasiones. No conseguíamos encontrar el efecto «guau», así que organizamos una competición. Invitamos a arquitectos de diez países diferentes, y el proyecto de Gianfranco fue el único que realmente nos hizo decir «guau a todos», dice el director de la compañía inmobiliaria, Josef Kleindienst, en una entrevista con la cadena estadounidense CNN.

Cada villa cuenta con tres plantas, una de ellas completamente sumergida bajo el mar, y con dos enormes ventanales de 25 metros cuadrados que permiten una visión directa de la vida bajo la superficie del mar. Como el cristal no aguantaría la presión del agua, las ventanas están hechas de fibra acrílica y son de tan sólo 9,5 centímetros de espesor, lo que «te hace sentir como si pudieras tocar los peces». Si construir una casa sumergida en una isla artificial con forma de corazón no fuera suficiente, los responsables del proyecto también han enriquecido las aguas circundantes con más de 100.000 corales traídos de otras áreas del país afectadas por la desmedida construcción, según señala Kleindienst. Y con los corales vinieron los peces que alegran el fondo marino al alcance de los ojos que puedan permitirse alquilar una de las «Floating Seahorse Villas» o pasar unas vacaciones en el resort.

Y… ¿marean? Según el arquitecto del proyecto, las construcciones son más estables de lo que parece a simple vista, y el balanceo apenas es perceptible.

Ver los comentarios