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Los Duques de Calabria celebran medio siglo de un amor que fue casi imposible

Las familias de ambos se opusieron a la boda. Sin embargo el Conde de Barcelona intercedió por la pareja

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Este año se cumple el cincuentenario del matrimonio de los Duques de Calabria, Don Carlos y Doña Ana. El Príncipe Carlos de Borbón-Dos Sicilias nació en Lausana el 16 de enero de 1938, hijo del Infante Alfonso de Borbón Dos Sicilias y de la Princesa Alicia de Parma. Tras cursar el bachillerato, estudió Derecho y trabajó en diferentes entidades, como el Chase Manhattan Bank, el Banco Nacional de Méjico y el Banco Popular de Perú. Al fallecimiento de su padre, en 1964, asumió el legado histórico del reino de las Dos Sicilias, usando el título de Duque de Calabria y, en ocasiones, el de Conde de Caserta.

En 1994, su primo, el Rey Don Juan Carlos (compañero de estudios en Las Jarillas) le concedió la dignidad de Infante de España.

Alguien sin conocimiento en Historia afirma que no se alcanza a comprender que un Infante, miembro de la Familia Real española, sea simultáneamente el supuesto Jefe de otra Casa Real europea. Recordaremos que los Príncipes de Hannover eran, además, Príncipes de Gran Bretaña, que el Príncipe Alfredo fue Duque Soberano de Sajonia-Coburgo, y que sus hijos tuvieron la doble dignidad de Príncipes de Gran Bretaña y Duques de Sajonia; el Rey de los búlgaros y su prole simultanean las dignidades de Sajonia y de Bulgaria; el Rey de los Belgas es también Duque de Sajonia; el Heredero de Rusia, el Gran Duque Jorge, es a la vez Príncipe de Prusia y la Reina Doña Sofía era Princesa de Grecia y de Dinamarca. Más aún, Carlos VII de Nápoles y su hijo Fernando acuñaron moneda señalando que eran Rey de Nápoles e Infante de España.

Además de Soberano de la Orden Constantiniana de San Jorge, cuya jefatura le llega por herencia de Isabel Farnesio, Don Carlos fue nombrado caballero del Toisón por el Conde de Barcelona, y es Caballero de la Orden de Alcántara y su Comendador Mayor (desde 1982 a 2014), Decano-Presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares (entre 1993 y 2014), Protector del Cuerpo de la Nobleza de Madrid, maestrante de Sevilla, Zaragoza, Granada, Valencia y Ronda, caballero del Cuerpo de la Nobleza de Cataluña y de la Hermandad del Santo Cáliz de Valencia, y grandes cruces de la Orden del Santo Sepulcro, del Mérito Agrícola, Merito Naval y Mérito Militar y la de la Orden mexicana del Águila Azteca.

Compromiso

El Duque de Calabria se comprometió con la Princesa Ana de Orleáns, hija de los Condes de París, Enrique, Pretendiente a la Corona de Francia, e Isabel de Orleáns-Braganza. Ana había nacido el 4 de diciembre de 1938, siendo apadrinada en el bautismo por el Duque de Aosta y la condesa Anna Dobrzensky. Tras una infancia errabunda, estudió en Francia, y en 1960 inició un noviazgo con su primo Simeón II de los búlgaros, pero varios inconvenientes frustraron el matrimonio. Parientes que se conocían desde la adolescencia, Carlos y Ana coincideron en 1962, en la boda del Príncipe Juan Carlos, donde él actuó como kumbary (portador de la corona del novio en la danza de Isaías) mientras que ella fue dama de honor de Doña Sofía.

A la boda del Duque de Calabria y Ana se opuso en principio el padre de la novia, porque no reconocía a Don Carlos como heredero de las Dos Sicilias ni éste le reconocía a él como Jefe de la Casa de Francia, cuyos derechos atribuía al Infante Don Jaime. Finalmente, y en cierta medida gracias a la intervención del Conde de Barcelona, la pareja contrajo matrimonio, civilmente, en Louveciennes, el 11 de mayo de 1965.

El sacramento se formalizó el día 12, en la Capilla Real de Dreux, con solemnidad de sencillas formas. La novia lució un vestido de Balmain, según lo describió el corresponsal de ABC, Miguel Pérez Ferrero, con encaje bordado con lises capetinas, tocándose con un largo velo del mismo encaje, sujeto por una diadema que perteneció a Françoise de Joinville. Los pendientes de perlas y diamantes fueron de la Reina María Carolina de Nápoles. El novio, de chaqué, sin condecoración alguna.

Las piezas musicales de César Franck y de Charles Marie Vídor fueron interpretadas por el Maestro Ruello, organista de la catedral de Chartres. Presidió la ceremonia el canónigo Deraisins, pronunciando la homilía el dominico Padre Carre. Fueron testigos, por la contrayente, su hermano Miguel y Pedro de Orleans-Braganza, y por el novio firmaron sus tíos los Jefes de las Dinastías de España y de Parma. Al formulársele la pregunta de la aceptación, la Princesa se inclinó hacia su padre solicitando su permiso, que el Conde de París otorgó bajando la cabeza.

Doña Ana, desde entonces Duquesa de Calabria, colaboró activamente con la Asociación de Lucha contra el Cáncer, tiene un reconocido talento como acuarelista, y lleva una vida discreta, circunscrita al ámbito familiar. La unión de los Duques de Calabria ha resultado fecunda, pues tuvieron cinco hijos que les están dando numerosos nietos, la última de los cuales, la Princesa María, hija de los Duques de Noto, ha nacido coincidiendo con esta efemérides familiar.

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