Recopilación de los enseres personales que Marujita Díaz donó para el rastrillo
Recopilación de los enseres personales que Marujita Díaz donó para el rastrillo - abc

Los «tesoros» de Marujita Díaz se venden a precio de saldo en un rastrillo benéfico

Más de cincuenta trajes, muebles y bisutería se encuentran en la joyería Molina Cuevas

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Bajar por la madrileña calle de Hermosilla hacia Serrano supone pasear por uno de los barrios más prestigiosos de la capital, una zona donde las tascas más castizas se entremezclan con las últimas tendencias en moda. Castelló, Núñez de Balboa, Velázquez y Lagasca. Un poco antes de llegar a Claudio Coello, en la acera de la izquierda, el escaparte de la joyería Molina Cuevas anuncia un rastrillo benéfico. Junto a un retrato de la desaparecida Marujita y una bandera de España se lee: «De muebles y objetos donación de Maruja Díaz». El pasado mes de junio, con 83 años de vida y habiendose ganado a toda España, esta actriz de mirada pícara fallecía. Su último legado se encuentra en esta joyería, que ya ha recibido a curiosos y seguidores.

Un aparador en tonos ocre de finales del siglo XIX valorado en 1.000 euros preside el recibidor de la tienda, junto a dos sillas francesas de un conjunto de ocho que Marujita utilizaba para sentar a la mesa a sus invitados. Sobre el mueble, varias opalinas en turquesa y naranja llaman la atención. Aunque todos los años se la podía ver en el Rastrillo Nuevo Futuro de Madrid, esta faceta solidaria de la artista de los «ojos chiribitas» no era muy conocida. «Maruja se callaba muchas cosas de las que hacía», cuenta David Cuevas, uno de los propietarios de la joyería. A su lado se encuentra Jorge Molina, los dos eran grandes amigos de la artista desde hace «cinco o seis años». La llaman «Maruja» seguramente porque, como dicen ellos, conocían más «a la persona que a su personaje».

Últimas voluntades

Cuando la artista falleció «ya había dejado por escrito que los objetos y, sobre todo, el vestuario de sus películas debían ser vendidos en un rastrillo benéfico». Unas últimas voluntades que formaban parte de su «trayectoria personal», ya que siempre estuvo involucrada en proyectos para recaudar fondos destinados a ayudar a niños y ancianos. «Hay personas públicas que un día hacen algo y se llevan a 18 cámaras detrás», comenta Cuevas. Y recuerda esbozando una sonrisa: «En el Rastrillo Nueva Futuro se pasaba diez horas todos los días y cada vez que alguien le pedía una foto, ella decía: “La voluntad”. Esa “voluntad” iba a un cesto que se entregaba a la recaudación».

Respecto a la valoración de los objetos personales de la artista, Cuevas afirma que «los objetos valen lo que vale el objeto en sí». Se valora el «material y la época»: «No por ser de Maruja consideramos que una opalina deba costar más». En la joyería se pueden encontrar pinturas, bisutería y mobiliario desde 30 hasta 1.000 euros. Precios asequibles para todo tipo de público. Así cualquier seguidor de la artista podrá tener un recuerdo de Marujita.

Incluso la famosa silla de mimbre blanco tipo «Emmanuelle», donde la actriz se sentó para una de sus últimas sesiones fotográficas (que realizó para este periódico el pasado 29 de enero), puede ser adquirida en la tienda. También algunos de los trajes que lució en sus películas, incluído el filme de «Pelusa».

Los joyeros apostillan que no había tirado ninguno de ellos, que suman más de 50 y que los tenía guardados en un amplio vestidor. «La ropa se está organizando para que a través de una fundación se pueda hacer un telemaratón, subastar o vender. Se ha contactado con la Fundación Isabel Gemio para que puedan utilizarlo y destinen los fondos a proyectos de investigación».

Un caniche blanco

«Cuando conocimos a Maruja fue como un flechazo. Éramos muy buenos amigos y, pese a la imagen que pudiera dar, ella era una mujer cercana y con muchas ganas de ayudar a los demás», asegura Cuevas con cierta pena al recordarla. «Una de las cosas que más ilusión nos ha hecho y que no ha sido donado -en realidad fue una petición y por otro lado un regalo que nos hizo Maruja- es su caniche blanco Chimpún», apostilla Cuevas. «Indudablemente, Chimpún no está en venta», sentencia. La relación que Marujita tenía con Molina y Cuevas era tan especial que ella acabó siendo madrina en su boda junto a Sara Montiel. «Fueron cinco días de boda en Ibiza y ellas vinieron», recuerdan. Y Molina sentencia: «Y, como siempre, sin prensa de por medio».

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