Paris Hilton pinchando en la discoteca Amnesia
Paris Hilton pinchando en la discoteca Amnesia - la skimal/amnesia

Paris Hilton y el rentable negocio de pinchar en una discoteca de Ibiza

La bisnieta del magnate hotelero se embolsa 260.000 euros por casa sesión

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Nadie como ella sabe amenizar una fiesta. Basta con que se suba a la cabina del DJ y comience a juguetear con los botoncitos de la mesa de mezclas para que el público estalle en un estado de júbilo en el que permanecerá el resto de la noche. Por tercer verano consecutivo, la multimillonaria Paris Hilton ha desembarcado en Ibiza para pinchar en la discoteca Amnesia. Sus sesiones en la isla pitiusa arrancaron el pasado sábado 18 de julio y se prolongarán hasta el 12 de septiembre, con unos honorarios que se sitúan en los 260.000 euros por sesión, según la web «TMZ». Mejor no hacer la cuenta del importe que se embolsará cuando termine la temporada y haga las maletas de regreso a Los Ángeles.

La faceta artística de la bisnieta del magnate hotelero Conrad Hilton nunca ha sido ensalzada por los expertos y muchos cuestionan que se le remunere con esas cifras astronómicas. «Sólo has tenido suerte en la vida, nada más. Porque eso es lo que tú eres para todo el que sabe: venta de entradas», declaró el productor y DJ Deadmau5, quizás su crítico más feroz. Tampoco faltan las críticas a sus sesiones en Ibiza: «Paris gana 260.000 euros por sesión. Los asistentes parecen pasárselo bien, pero es cierto que la mayoría de ellos están tan colgados que no se dan ni cuenta de que ella se limita a darle al play a un megamix de Beyoncé», aseguró una fuente al periódico inglés «The Sun».

Paris Hilton debutó como DJ en 2012 en un evento en Sao Paulo. El resultado no convenció demasiado. Se equivocó de canción varias veces, se le descontroló el volumen y parecía estar más pendiente de comprobar que su atuendo y su maquillaje estaban en su sitio que de la mesa de mezclas. Pero quizá ahí resida su potencial. Su inconfundible cabellera rubia, sus estilismos imposibles y el movimiento de sus brazos parecen tener un efecto hechizante. E independientemente de su talento musical, su primera sesión en Amnesia el sábado 18 de julio se convirtió en una de las noches más rentables de la discoteca, según el diario «TMZ».

Dos horas más tarde de lo anunciado (a ella se le permite todo) con un vestido de pedrería, la multimillonaria se apeó de un Rolls Royce en la puerta del club para protagonizar la primera sesión de la fiesta «Foam & Diamonds» (Espuma y diamantes). Su novio, Thomas Gross, alquiló un balcón VIP para que él y sus amigos siguieran en un lugar privilegiado la actuación de Paris, según la web norteamericana. Un asistente de Dubái se dejó unos 80.000 euros en botellas en un reservado. Y muchos de los que se entregaron a los ritmos aportados por Paris durante la noche siempre acaban pasando por las tiendas de la macrodiscoteca donde se vende merchandising Hilton. A fin de cuentas, las sesiones de Paris son un imán para gente con carteras abultadas.

Ella se defiende y considera que su caché está directamente relacionado con su calidad como pinchadiscos. «Me sorprende que haya mucha gente que diga cosas malas de mí sin saber ni siquiera lo que hago y sin conocerme», ha comentado en más de una ocasión.

Apellidos con ritmo

El caso de Paris ilustra a la perfección el de otros famosos que comienzan a comerle terreno a los DJ profesionales. El hijo de Tom Cruise, Connor, es uno de los que lucha por hacerse un hueco en este rentable negocio. El pasado mes de mayo estuvo pinchando en Madrid, en la disctoteca Gabana, y se embolsó unos 10.000 euros, un caché nada desdeñable. También en la capital española pinchó hace un año el hijo de Nicolas Sarkozy, Pierre.

A nivel nacional, el primero fue el hijo de la cantante Isabel Pantoja, Paquirrin, que logró incluso colarse en los tops de la canción del verano con «Quítate el top». Otro caso es el de Brianda Fitz-James Stuart, nieta de la fallecida duquesa de Alba, que también ha apuntado la carrera de DJ a su largo currículum.

Y aunque los DJ de siempre detestan este intrusismo laboral, las discotecas de renombre cada vez recurren más a este tipo de personalidades que, independientemente de su talento musical, siempre atraen a un nutrido grupo de fans y curiosos. La fiesta está servida.

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