Susana Díaz, durante el acto de apertura de campaña de las elecciones andaluzas
Susana Díaz, durante el acto de apertura de campaña de las elecciones andaluzas - efe

Susana Díaz y Teresa Rodríguez, un duelo al rojo vivo

La presidenta andaluza recibe continuamente dardos de la candidata de Podemos. Aunque el CIS marca que tendrán que entenderse, se evitan

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Teresa Rodríguez, candidata de Podemos, tiene una obsesión: Susana Díaz. En la campaña que comenzó ayer compiten otros cinco aspirantes: Juan Manuel Moreno (PP); Antonio Maíllo (IU); Antonio Jesús Ruiz (PA); Martín de la Herrán (UpyD) y Juan Marín (Ciudadanos). Pero la exdiputada europea no tiene ojos más que para la presidenta andaluza, la otra mujer en liza. Juegan al gato y al ratón: la joven Teresa (34 años) apela continuamente a Díaz (40 años) en sus mítines. Pero nunca obtiene respuesta. Y eso que la poderosa dirigente socialista ha escuchado de labios de su contrincante insultos como «mandona» «autoritaria», «fontanera sin sopletes» y «aristócrata de carné». La responsable andaluza sabe que contestar a las provocaciones supone dar carta de naturaleza a la «lideresa»

de un partido que quiere comerle la merienda al PSOE, que gobierna desde 1982. Dos estilos de mujer librando un duelo femenino al que no están invitados los otros postulantes a presidente de la Comunidad más grande de España.

«La Trotska» y «la gitana»

Teresa es para los amigos «la Tere» o «la Trotska». A Susana, algunos conocidos la llaman cariñosamente «la gitana». La primera no tiene más poder que el que le otorga una expectativa electoral: la encuesta de ABC coloca a Podemos en Andalucía como tercera fuerza política, aunque con menos peso que en otras regiones españolas, ya que su techo electoral baja hasta el 12 por ciento. La segunda tiene el mayor fortín de votos del PSOE y juega en el tablero de poder con Pedro Sánchez. Ambas guardan su vida privada como un tesoro. Pero ninguna lo ha conseguido. Rubia y morena; alta y baja; prudente e indiscreta. Nada les une. Solo una línea que se cruza: su gusto por el poder.

La presidenta andaluza, contra todo pronóstico, consiguió mantener en secreto su próxima maternidad nada menos que tres meses. La candidata de extrema izquierda, sin embargo, no es madre pero comparte las tareas paternales de su pareja, un gaditano a cuyos hijos prepara, cuando tiene tiempo, magdalenas para desayunar. «Nada que ver entre una y otra», aclara a ABC un miembro del equipo más cercano de Díaz. De hecho, la aspirante socialista disfruta con la discreción personal. «Sobre todo –explica– desde que se supo que su marido, José María Moriche, era tutor de los cursos de formación que investiga la UDEF en Andalucía». Desde entonces, Díaz y Moriche, viven sin hacer mucho ruido en un piso bajo junto a los padres de ella. E intentan pasar inadvertidos.

«Me encanta el sexo»

La otra lideresa de la izquierda, sin embargo, aunque sea celosa de su vida privada, es ruidosa en sus manifestaciones públicas. «Me encanta el sexo, mi mejor experiencia fue en un cine de verano», confiesa la licenciada en Filología Árabe, ahora que ha depurado su imagen pública. Ha mejorado su flequillo, una de sus señas de identidad, y guardado en el armario alguno de sus jersey XXL de lana tosca. Según un dirigente de Podemos en Andalucía, «Teresa se cuida ahora el pelo en una peluquería de su Cádiz natal e intenta evitar las camisetas con mensaje». Lo más llamativo de su aspecto son sus grandes pendientes y los pañuelos «hippies» que se anuda al cuello. Dicen que está encantada de que «a lo mejor Susana tenga que contar con ella para gobernar». De hecho, el CIS del jueves le presentaba una disyuntiva: sin mayoría absoluta, o gobierna con el PP o con Podemos. Los sondeos ofrecen un Parlamento andaluz fragmentado con la irrupción del partido de Rodríguez y de Ciudadanos. «Nada le gustaría más a Teresa –afirman en su entorno– que tener la llave de la gobernabilidad de Díaz». Y bromean: «Lo que no ha conseguido Pedro Sánchez puede lograrlo la política de Rota».

La presidenta de la Junta, que gestiona más de 30.000 millones de euros, se ríe cuando le preguntan por su oponente de Podemos. «Ahora solo piensa –revela uno de su consejeros– en ganar las elecciones del 22 de marzo y en el niño que va a tener en julio. Sabe que cualquier concesión a la polémica le perjudica». No hay un solo día que no reciba una frase «envenenada» de Rodríguez. La última hazaña de Teresa ha sido robarle el velódromo de Dos Hermanas a Susana. Allí, símbolo de muchas campañas de Felipe González, ya no despedirá la campaña el PSOE. Teresa Rodríguez 1-Susana Díaz 0.

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