Portada del perfil de Instagram de Miguel Ortells y algunas de sus fotografías
Portada del perfil de Instagram de Miguel Ortells y algunas de sus fotografías
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Un gaditano al que comerse con los ojos

Más de 4.000 personas de todo el mundo siguen el perfil culinario en Instagram de Miguel Ortells

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Una foto de un buen plato de comida nos gana a todos.  Por ahora, los que retrata Miguel Ortells,  gaditano y cañaílla como él se define, han alcanzado los 4.436 seguidores en la red social de fotografía Instagram. Una cifra difícil de alcanzar en apenas un año. «Tres pueblecillos de la Sierra», comenta con una punzada de orgullo al rememorar lo inicios de su trayectoria de 'foodie' en la red.

Tras abrir varios blogs de política, crítica de cine, y formar parte del equipo de gestión de un juego online, este auxiliar de enfermería de 28 años, decidió abrir una cuenta de Instagram animado por sus amigos. «En lugar de subir una foto mía, subí una foto de uno de mis platos y en pocos minutos aparecieron comentarios de usuarios que no conocía».

Ya en esas primeras imágenes salió a relucir su afición por la cocinade todo tipo: gaditana, internacional, y de forma especial, la gallega, de donde son las raíces de su familia materna. Como suele pasar, en una casa de cocinillas se hereda la pasión por los fogones y en este caso se une a la que siente por los perfiles gastronómicos de la red social que frecuenta.

Miguel experimenta, observa y enseña a través de unas imágenes que procura cuidar al máximo, y una relación con sus seguidores aliñada con ese punto de gracia gaditana. Para todo el mundo tiene unas palabras amables: «Contesto a todos los comentarios que me hacen individualmente; qué menos sí se toman la molestia de comentar mis fotos».

Al principio, este 'instagrammer' se preocupada de monitorizar su cuenta,  pero ahora «el barco va solo».  Más de cien personas a la semana se unen para descubrir qué ha preparado de comer.  Ante tal éxito, es obligatoria la pregunta: ¿Quieres dedicarte a esto profesionalmente?: «No, no trabajaría en hostelería. Cuando algo se convierte en tu trabajo, pierdes la pasión. Tampoco quiero que mi cuenta de Instagram se convierta en un negocio». Por ahora, la cuenta de este gaditano es un escaparate abierto a sus experiencias culinarias en el que comer (y muy bien) con la vista.

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