ÁNGEL RAMUDO

Lisboa, la ciudad siempre por descubrir

Aunque hayas visitado la capital lusa en varias ocasiones, todavía seguro que te queda algo nuevo por conocer de ella

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Muchos españoles nos desplazamos en mayo a Lisboa para vivir la final de la Champions entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Íbamos a ser testigos de la primera final madrileña de la historia de la Copa de Europa. Pero aquella ciudad, atestada de gente, con los precios por las nubes y los nervios a flor de piel, se parecía poco a la verdadera capital de Portugal, esa a la que merece la pena acercarse cualquier fin de semana.

Por algo Lisboa es la capital europea más cercana a Madrid. También la ciudad más occidental de Europa y la más grande del país vecino. Situada a la desembocadura del Rio Tejo (cambia su a por una e al llegar a Portugal), esta urbe de tan solo 84,8 km² y de 545.300 habitantes puede presumir de encanto y belleza: acaso una de las que más de todo el continente.

Su principal conexión es el aeropuerto de Portela, el mayor de Portugal, situado a siete kilómetros del centro en la zona nordeste de la ciudad. Se ofertan muchos vuelos diarios desde las principales ciudades españolas y europeas a un precio módico. Desde Madrid, por ejemplo, no se encuentra capital europea más barata.

Si decides hacer este viaje por carretera, como hizo la mayoría de aficionados de los equipos de Madrid el fin de semana de la final copera, debes saber que Lisboa está comunicada por dos fantásticos puentes que dan la bienvenida: el puente 25 de Abril, en la parte sur de la ciudad, y el puente Vasco de Gama, que conecta con el nordeste de la capital portuguesa. Una vez instalado, mejor que aparques el coche y recorras sus calles a pie.

La ciudad dispone de una red ferroviaria urbana y suburbana con 8 líneas (siendo 4 de metro y 4 de tren suburbano), 48 de metropolitano y 70 de tren suburbano. Pero sobre todo, no dejes de probar el tranvía, sus fabulosos tranvías antiguos del centro de la capital.

Lisboa mantiene 5 líneas de tranvía, testimonio de una red que fue mucho más amplia. Cuatro se explotan con vehículos con aspecto antiguo, pero en realidad son de nueva construcción. Se nota bastante al montarse en ellos, aunque uno se debe dejar engañar para que el viaje tenga más encanto. Pero solo déjate tentar en esto, no con tu monedero. Ya te avisan los carteles que recomiendan prestar especial atención a bolsas, bolsos y carteras. Ahora bien, Lisboa no es en absoluto una ciudad peligrosa; al contrario, resulta totalmente segura y más que amable. Coge el tranvía número 28 y déjate seducir por las calles más estrechas. Este recorrido, que ojalá puedas hacer sentado y si no merece la pena esperar un poco para poder tener acomodo, te llevará desde Martim Moniz hasta Graça. Podrás ver por la ventanilla, sin detenerte incluso, el monasterio de San Vicente, el mirador de Santa Lucía y la Sé (catedral de la ciudad). El recorrido continuará por el Chiado, San Bento, Basílica da Estrela y acabará finalmente en el cementerio de los Placeres, en Campo de Ourique. Solo este recorrido merece un viaje a Lisboa. Complétalo al acabar para recobrar fuerzas con los deliciosos «pasteis de Belém» y su secreta receta originaria del Monasterio de los Jerónimos y estarás en condiciones de seguir perdiéndote por la bella ciudad. Si prefieres moverte en barco para tomar aire puro te recordamos que en Lisboa existe aún una antigua red de transportes fluviales: ambas orillas del Rio Tejo están unidas por el Transtejo, con estaciones tanto en el margen norte como el sur. Si el tiempo acompaña, no dejes de probarlo.

Aunque hayas visitado Lisboa en varias ocasiones, todavía seguro que te queda por descubrir. O por repetir. Destaco las que me parecen imprescindibles. Comencemos con las dos construcciones calificadas como Patrimonio de la Humanidad. Son el Monasterio de los Jerónimos de estilo manuelino y la Torre de Belém.

Para los aficionados a la arquitectura medieval, ahora tan de moda por las series de televisión, son obligadas las visitas al Castillo de San Jorge, situado en la colina más alta del centro, la Catedral de Lisboa, nombrada anteriormente en el recorrido recomendado de tranvía, y el Convento do Carmo.

Pero sin duda, la mejor opción es deambular sin rumbo definido por la Baixa. Se encuentra sobre las ruinas de la antigua ciudad que destruyó el terremoto de Lisboa de 1755. Su calles en cuadrícula y edificios de igual geometría se deben al Marqués de Pombal. La Baixa es el mayor distrito comercial de Lisboa. En él podrás hacer tus compras con la mayor variedad. Además podrás comer es un restaurante típico portugués, tomar una copa de vino verde y ver la vida lisboeta. En este barrio se encuentran el Teatro Nacional Doña María II, la Praça do Comércio y el Rossio. Si tienes la oportunidad de acompañar este recorrido con la melancolía y nostalgia que trae un fado, el fin de semana será inolvidable.

Si París bien merece una misa, Lisboa bien merece la atención de todo buen viajero y, por supuesto, un gran fin de semana.

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