Lanik construirá parte del nuevo estadio del Dínamo de Moscú
Lanik construirá parte del nuevo estadio del Dínamo de Moscú - ABC

Maravillas de acero con sello vasco

El Dínamo de Moscú ha puesto en manos de la compañía donostiarra Lanik la construcción de su nuevo estadio

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Es cada día más difícil encontrar un aeropuerto, un polideportivo o un centro comercial que no haya precisado sus servicios. En su cuadragésimo aniversario, los responsables de Lanik pueden presumir de haber liderado algunos de los proyectos más ambiciosos del panorama internacional en el sector de las grandes infraestructuras. Ahora, esta ingeniería donostiarra se enfrenta a su mayor reto: la construcción del VTB Arena, el nuevo estadio del Dínamo de Moscú, por el que percibirán 13,5 millones de euros.

Lanik es una empresa con sede en San Sebastián especializada en aportar soluciones estructurales propias a construcciones de gran envergadura. Suya fue la autoría de los innovadores techos de la Caja Mágica de Madrid o de las cubiertas onduladas del estadio de Anoeta.

Sin embargo, el grueso de su facturación procede del exterior, principalmente del mercado sudamericano, donde han encabezado proyectos capitales como el del acuario de Pantanal, en Brasil.

El nuevo estadio del conjunto ruso es el encargo con el que esperan consolidarse como una de las firmas más prestigiosas del sector. Durante los próximos meses, sus esfuerzos se centrarán en la creación de una estructura de 22.000 metros cuadrados y 450 toneladas de peso que sea capaz de sostener las cubiertas de las gradas de la instalación, que alberga un campo de fútbol y otro de hockey hielo: «Es un proyecto muy complejo en el que se mezclan técnicas muy diferentes», destaca Andrés Barbadillo, director de Lanik, cuya propuesta consiguió arrebatarle la adjudicación de la obra al gigante italiano Cimolai.

En terreno ruso construirá también la cubierta retráctil del ‘Snob Club’, que ha entrado en el libro Guinness de los récords por albergar el reloj más grande que se haya construido jamás, con 64 metros de diámetro. Por dicho proyecto, la compañía de San Sebastián cobrará cinco millones de euros, aunque, afirman, lo más importante no es el dinero, sino el hecho de disponer de la confianza suficiente para realizar obras del tal complejidad.

Rusia forma parte del itinerario de Lanik en su camino hacia la cima, pero no es el único país que requiere sus soluciones: «Hemos conseguido proyectos muy ilusionantes en Austria y Oriente Medio, aunque no descartamos otras opciones menos complejas que van surgiendo», sostiene Barbadillo, que se congratula de poder participar junto a «firmas de arquitectura de primer nivel mundial» como las de Norman Foster o Fernando Romero. «Una vez entras dentro de este tipo de empresas tienes mucho ganado, pues te abren muchas puertas -añade-. Pero para conseguirlo hay que demostrar solvencia, eso es lo más importante».

Aprovechar la crisis

Si bien para la mayor parte del tejido industrial español la crisis económica ha supuesto un duro revés a sus perspectivas de crecimiento, Lanik ha conseguido reconsiderar su estrategia para orientar su oferta a otros países menos afectados: «A nivel nacional no salen muchos proyectos», confiesa Andrés Barbadillo, que señala que su mercado tradicional, que es España, ha «desaparecido totalmente» cuando hace unos años representaba el 95% de su facturación.

Los números avalan la decisión de la compañía vasca. En 2015 facturó alrededor de diez millones de euros, una cantidad que se incrementó en seis millones el año pasado y que esperan doblar a lo largo de este ejercicio. El objetivo es que en 2020 oscile en torno a los 30 y los 35 millones. «Nosotros no somos más listos que nadie -subraya el director de Lanik-, simplemente salimos fuera a buscar otros países con mayor PIB y mayor crecimiento». Una estrategia con la que aspiran a liderar el sector a escala internacional en el futuro próximo: «Vamos a seguir luchando por ello».

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