Floridi, en un descanso de las Jornadas sobre Inteligencia Artificial celebradas en Ferrol esta semana
Floridi, en un descanso de las Jornadas sobre Inteligencia Artificial celebradas en Ferrol esta semana - Miguel Muñiz
ENTREVISTA

Luciano Floridi: «El salto de analógico a digital ha dejado una generación perdida»

El avance de la Inteligencia Artificial es, según este filósofo y catedrático en la Universidad de Oxford, una oportunidad «para un futuro mejor» que obliga a un rápido cambio de perfiles laborales

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Lejos de futuros cinematográficos que vaticinaban luchas globales entre humanos y robots, el filósofo Luciano Floridi, miembro del nuevo consejo asesor de Ética de la Unión Europea, anima a entender el avance de la robótica como un puerta abierta hacia una sociedad mejor. Este nuevo escenario para el que apenas ha habido tiempo a adaptarse centró parte de las Jornadas sobre Inteligencia Artificial celebradas en Ferrol esta semana, durante las que Floridi se reunió con ABC.

—La prensa recogía estos días la noticia de un ordenador diseñado por Google que ha ganado al campeón mundial del juego oriental go. Más allá de la anécdota, ¿qué se esconde detrás de este tipo de avances?

«No es utópico pensar que en el futuro la gente tendrá que trabajar menos horas al cabo de la semana»

—Los humanos podemos construir máquinas con una finalidad determinada, como limpiar cristales, porque son acciones con un fin perfectamente establecido. Por eso no me sorprende que una máquina le gane a un hombre en un juego, porque podemos diseñar una lavadora para que limpie los platos, aunque el modo en el que lo hará será distinto a como lo hace un humano. Esto no significa nada en términos de peligro. La preocupación es qué hacemos con algunos trabajos que ahora suplen las máquinas. Qué empleos le podemos conseguir a las personas que los desempeñaban antes. Hay que pensar que con estos avances podemos perder trabajos, pero también que otros se harán más rápido y que se generarán nuevos puestos porque la tecnología, además de quitar trabajos, también crea nuevos. El problema que debemos afrontar es cómo conseguir una vida decente para esos ciudadanos. Y no es utópico pensar que en el futuro la gente tenga que trabajar menos horas por semana, porque es posible. La idea es no tener una visión pesimista de que las máquinas nos van a reemplazar, porque también generan nuevas ventajas sociales.

—La Revolución Industrial dejó atrás labores muy precarias que pasaron a desempeñar máquinas. ¿Estamos hoy en día ante una mutación acelerada de nuestros perfiles profesionales?

—Las características y la formación de la gente tienen que adaptarse a lo que ahora empieza a ser necesario. Los recién nacidos entran ya en una sociedad digital, pero los que tienen 40 años han sido formados en el mundo analógico. Hay una generación perdida porque en muy poco tiempo se ha pasado de un mundo analógico a uno digital. Esa transformación es una auténtica revolución que comporta un precio. Ahora mismo es posible viajar en bajo coste y tener vacaciones en lugares distantes, que antes solo eran accesibles para gente rica. La sociedad actual tiene más presión porque está pagando esta transformación. Si uno lee a Jane Austen comprueba que tener un trabajo en su época era poco menos que un insulto. Ahora, si alguien no tiene un trabajo es un problema. El giro de analógico a digital comporta perder cosas del pasado, pero también nos abre nuevas oportunidades que nos llevan a un futuro mejor.

—¿También hacia una sociedad más equilibrada e igualitaria?

—En este momento no. La tecnología propicia una polarización. La gente es más pobre o más rica o más inteligente o menos según el dominio que tenga de la tecnología adecuada y de cómo potencie sus cualidades. Aquellos que podrían contribuir a la igualdad no están en los lugares de toma de decisión y no están haciendo su trabajo. Sucede que grandes empresas internacionales, como Facebook, no están pagando impuestos suficientes y eso no ayuda a una mayor igualdad. La cuestión no es lo que sucede, sino qué es lo que debería suceder.

«Una máquina nunca debe actuar por sí, el humano siempre debe tener el control»

—Podemos diseñar máquinas muy poderosas, pero ¿debemos trazar líneas rojas y estas líneas rojas tienen que estar relacionadas con la ética?

—Lo que no debemos es dejar que una máquina actúe por sí misma. La línea roja aquí es la responsabilidad. Alguien tiene que tener siempre el control sobre la máquina.

—En el caso de España, el número de personas que contratan una empresa para que borre sus datos en internet se ha disparado. ¿Nos comportamos con madurez en las redes sociales?

«No lo estamos haciendo bien en cuanto a redes sociales. Tenemos que aprender los riesgos que comportan»

—No lo estamos haciendo bien, aunque sí apreciamos una variación en los últimos cinco años respecto a los años anteriores, porque estamos aprendiendo los riesgos de poner en las redes sociales determinadas publicaciones. Está habiendo un cambio de mentalidad que se asentará en un futuro. La clave está en tener una ética responsable.

—Usted forma parte del panel internacional de Google de Derecho al Olvido, el que decide sobre nuestra huella digital...

—El derecho al olvido es solo la medición de una fiebre y como tal nos lleva al problema de fondo. Nosotros estamos hechos de memorias, de manera que si perdemos la memoria podríamos ser como recién nacidos. Debemos controlar nuestra memoria y ese control debe ser nuestro, no de un gobierno o de una compañía. El problema se genera cuando nosotros compartimos esas memorias en la red, hacemos a los demás partícipes y después queremos que se borren. El Tribunal Supremo europeo dice que lo que se tiene que borrar es el vínculo. Esto lo que demuestra es que esas memorias personales nunca se debieron subir a la red. Es como la pasta de dientes, que una vez que la sacas fuera del tubo es difícil de volver a meter [bromea].

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Las ponencias sobre Inteligencia Artificial promovidas por la Universidad de La Coruña y enmarcadas dentro de las jornadas anuales de Filosofía y Metodología actual de la Ciencia, suman este año veintiuna ediciones consecutivas. Coordinadas por el profesor del Wenceslao J. González, este año contaron también con la presencia de Javier Echevarría, catedrático de la Universidad del País Vasco; Giussepe Primiero, catedrático de Computing Sciencie en la Universidad de Middlesex de Londres y Enrique Alonso, profesor de Lógica de la Universidad Autónoma de Madrid, entre otros invitados.

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