Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

Bendita estabilidad

En Marea y el PSdeG llegarán a un acuerdo en la Xunta si tienen la oportunidad, pero se las van a guardar

Alberto Varela
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Cada vez son más las voces que reniegan de las mayorías absolutas. Alaban los pactos y argumentan que la fragmentación política es el pan de cada día en algunos países europeos, como si en nuestro continente no pasasen cosas malas. Lo cierto es que matarían por una victoria aplastante de los suyos, pero igual que la zorra de la fábula que no alcanza las uvas, se consuelan pensando que están verdes. Una cosa es negociar porque no quede más remedio y otra que sea la opción ideal. Habría que enviar a esos profetas de la nueva política a la reunión de vecinos de su edificio para que comprueben cómo somos los humanos, a ver si consiguen que se ponga el ascensor sin que nadie resulte herido.

Nuestro ego es así, nos hierve la sangre si tenemos que doblegarnos ante nuestros semejantes (y no digamos si hablamos de la familia política, porque ahí ya entra en juego el derecho penal). ¿Alguien se cree que dos rivales que se insultaron durante la campaña pueden vivir después en armonía dentro del mismo gobierno? Dirán que está todo olvidado pero la semilla del rencor estará germinando, y pasarán más tiempo planificando la venganza contra su socio que gestionando tranquilos.

En Marea y el PSdeG llegarán a un acuerdo en la Xunta si tienen la oportunidad de hacerlo, pero no duden de que se las van a guardar. Tú dijiste que soy de la casta, y tú que gestiono mal las ciudades, y aunque es verdad no te lo perdono en la vida. Queda muy bien defender que a uno le gusta ponerse de acuerdo con los demás, y es verdad, pero a nadie se le ocurriría llevar el asamblearismo al ejército o confiar a un consejo de pilotos la decisión de qué hacer si fallan los motores del avión.

Es impopular decirlo, pero todos sabemos que las cosas funcionan mejor si uno manda y los demás obedecen. El jefe se puede equivocar, pero siempre será mejor su error que una pelea en la cabina de mandos. Bendita jerarquía y bendita estabilidad política.

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